Néstor Rivero Pérez

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El 2 de agosto de 1921, hace cien años, falleció en Nápoles (Italia) Enrico Caruso, considerado por gran número de musicólogos y melómanos, como el más grande tenor que haya existido. Sin embargo, el primer puesto en un arte tan exigente como el ‘bel canto’ también lo disputan, en base al memorial impreso y testimonios en el curso de los tres siglos de historia de la ópera que antecedieron a la grabación de canciones, lo disputan el italiano Jacopo Peri y el francés Gilbert-Louis Duprez.

 

Algunos apuntes

Con la aparición de la industria del disco a comienzos del siglo XX, voces como las de los italianos Beniamino Gigli y Luciano Pavarotti, el estadounidense Mario Lanza y el hispano Plácido Domingo, destacan dentro del círculo de trovadores, cuya ordenación como ”el tenor más grandes” resulta poco menos que imposible. Se sabe, por testimonio de asistentes a la representación de la ópera Lucía de Lammemoor en el París de 1835, que en dicha ocasión,  encarnando a ‘Edgardo΅, Gilbert Duprez alcanzó un do5 con voz de pecho, sin recurrir al falsete, sobre-agudo considerado verdadera hazaña vocal y cuyo único antecedente conocido ha sido el del español Manuel del Pópulo Vicente García en los inicios del siglo XIX. Al respecto cabe decir que el tenor contemporáneo Plácido Domingo no ejecuta un do de pecho desde hace poco más de 25 años.

 

El arte de Caruso

Obligado por la pobreza a trabajar como obrero desde sus diez años de edad Caruso, quien se inició como intérprete de música popular en las calles de su ciudad natal jamás perdió, tras su consagración, la sencillez del trato. Igual compartía con trabajadores, escritores, adolescentes, o amas de casa que gustaban del espectáculo operístico, y en distintas oportunidades se le vio dando recitales gratuitos en fábricas. Se vio indudablemente favorecido por la circunstancia de que al tanto que su potente voz se imponía, daba sus primeros pasos el fonógrafo y la industria discográfica, cuyos patrocinantes descubrieron las posibilidades de comercialización de la voz de Caruso. Así, la conservación -con las limitaciones tecnológicas de entonces-, ha permitido calibrar las aptitudes y estimar la preeminencia vocal del tenor napolitano, y su contrastación con los grandes tenores de las últimas diez décadas, cuya tesitura hoy puede ser ponderada mediante long-play, casettes, CD’s y otros formatos de fijación de voz. Archivos audiovisuales ofrecen en la actualidad revisar los méritos de Caruso resguardados en filmaciones de su época.

 

El precio de la fama

Habiendo grabado en 1902 el primer disco comercial de la historia con la empresa Gramophone Co, de Inglaterra, Caruso acordará un contrato con la estadounidense RCA Victor, con la cual grabará 260 discos, cuyas ventas de varios millones de unidades le convirtieron en el cantante más acaudalado de aquellos días, Sin embargo, su inclinación de décadas al consumo de “cigarrillos egipcios y tabacos habanos” asociada al ambiente cerrado de los teatros, aunado ello a las carencias nutricionales de la infancia, seguramente incidió en la afección pulmonar que le quitó la vida en su última estadía en Nápoles, a sus 58 años.

 

Sinóptico

1884

Rómulo Gallegos y la civilidad

Este día 1884 nació en Caracas Rómulo Gallegos, cuya obra literaria constituye aproximación sociológica a la Venezuela del período agrario e inicios de la era del petróleo. Gallegos ofrece con sus personajes, la opción de civilidad y educación para superar el atraso del país, colocando en segundo orden -aunque sin negarla-, la penetración imperialista como factor de dominación en nuestros países. Reinaldo Solar, idealista y corajudo y con la memoria repleta de los libros que ha leído, y la ilusión de los que él piensa escribir, ve en la guerra la vía para enfrentar el atraso y las fuerzas oscuras que imperan en la nación. En la forma de lucha difiere de Santos Luzardo, quien enfrenta la barbarie con la ley, haciendo citar a Doña Bárbara y Mr Dánger ante el jefe civil, Ño Pernalete y su secretario Mujiquita. Luzardo aplica al binomio bárbaro del latifundio y Mr Danger las armas de la ley, de que aquellos se burlan. Y no obstante pertenecer ambos, Luzardo y Solar a la clase de los propietarios. Este último incursiona en las ideas de León Tolstoi gustando de su socialismo agrario. Funda en Caracas la “Asociación Civilista”; empero, ante la imposibilidad de obtener por este medio cambios, se va a la guerrilla buscando una salida para Venezuela. En estas peripecias contraerá paludismo, para regresar y morir frente al Guaraira-Repano. Florentino Coronado y el Dr Juan Crisóstomo Payara -hacendado cuyo drama personal teje episodios sustantivos de la novela ‘Cantaclaro’- retratan con fidelidad espesos tramos de la fisonomía llanera. Justiciero de su propia mano, Payara da vida a leyendas como la de La Mata del Ahorcado, ante cuyo recuerdo Florentino entona la copla “Iban los dos caminando/por la orilla del estero/ llevaba el indio la soga/el blanco el mal pensamiento

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