Néstor Rivero Pérez

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El 27 de julio de cada año, a partir de 1945, se celebra en Venezuela el Día Nacional del Bibliotecólogo y del Archivólogo, mediante el cual se honra a los profesionales y trabajadores de la investigación y ordenación de textos editados y manuscritos, hoy sumando las modalidades digitales, que integran el acervo cultural de la nación.

Manuel Segundo Sánchez

¿La bibliografía es un procedimiento, una técnica, un arte o una ciencia? La sistematización de las obras que el conjunto de autores ha producido en áreas específicas del conocimiento, constituye pieza cardinal en el avance del conocimiento acumulado por la sociedad y sus eruditos, en una época determinada. Y a don Manuel Segundo Sánchez se le debe reconocer como el primer venezolano en incursionar con continuidad y especificidad en la compilación y organización de la obra escrita en casi todas las ramas del saber para su época “(…) tocó todas las áreas de esa materia y pudo establecer los fundamentos para el desarrollo de esa ciencia en Venezuela” [https://bibliofep]. Así, este día se estableció en homenaje a este historiador y bibliógrafo, quien falleció el 27 de julio de 1945, habiendo ejercido como director de la Biblioteca Nacional. Sánchez editó el Primer Anuario Bibliográfico del país.

 

Bibliotecas clandestinas

En el curso de la Venezuela Agraria, desde los inicios de la Colonia y hasta avanzado el siglo XX, dado el analfabetismo imperante, así como debido a las dificultades para la adquisición y circulación pública de obras no autorizadas por la Inquisición o autoridades civiles, hubo escaso número de personas que se esmeraban en la obtención y lectura de textos. Entre quienes descollaron a finales de la Colonia, por  dotarse de volúmenes para formar su biblioteca particular,  destacó José María España, quien en los años noventa del siglo XIX, poseía una biblioteca de aproximadamente unos cien volúmenes, algo sorprendente en un país analfabetizado. Al parecer, en la casa que poseía en Caracas el Conde de Tovar, epónimo de una céntrica esquina de la capital, se contaba con estantes protegidos con vidrios, que resguardaban numerosos ejemplares de libros.

 

Miranda el bibliotecólogo

En todo caso, el gran bibliógrafo del tiempo que antecedió a la Independencia fue sin duda Francisco de Miranda, quien a lo largo de sus cuarenta años de peregrinaje por el mundo, acumuló 6 mil volúmenes para la biblioteca que logró equipar en su casa de Londres, donde en 1810 abrevaron los jóvenes Andrés Bello, Luis López Méndez y el futuro Libertador Simón Bolívar. Junto a Manuel Segundo Sánchez, Miranda es acreedor al reconocimiento de los bibliotecólogos y archivólogos, dado el conjunto de dificultades para adquirir y conservar sus libros, en contextos de clandestinidad, persecución y dilatado exilio.

 

Bibliotecas e Internet

La lectura digital, en pantallas de computadora o teléfono “inteligente”, ha venido a subvertir la tradición de lectura directa del texto en papel, establecida  en 1450 por John Guttemberg, cuando su imprenta de caracteres móviles puso en manos de todos los seres humanos, la posibilidad de adentrarse en la lectura de cualquier obra reproducida a partir de la ingeniosa máquina. No obstante, es  asunto en estudio por la oftalmología, los efectos en la salud visual, causados por las pantallas, dado que factores como el brillo y minúsculos puntos de la pantalla pudieren precipitar irritación o presbicia.

La efemérides

En 1950 egresó de la UCV la primera promoción de bibliotecólogos de Venezuela. “La Bibliotecología es una disciplina que se encarga del correcto orden, clasificación y sistematización de la información para su resguardo, tanto de medios impresos como electrónicos, la organización de sistemas bibliotecarios y la gestión para el uso de la información. Mientras que la Archivología estudia los principios del desarrollo, administración, creación, organización y funciones de los archivos, en el entorno en donde se requiera” [https://unellez.edu.ve].

Sinóptico

1823

José Rafael Revenga encarcelado

Este día, a poco de su llegada a Inglaterra y enjuiciado, fue condenado a prisión domiciliaria por un juzgado de Londres, el hacendista venezolano José Rafael Revenga. Revenga había viajado a dicha capital para finiquitar trámites en torno al primer empréstito inglés y deudas contraídas por la Gran Colombia. Revenga fue demandado por Jaime Mackintosh, fabricante de fornituras y otras piezas para caballos. Mr. Mackintosh requirió de Revenga el pago como persona natural, obviando que el reclamo debía hacerse contra el Estado, la Gran Colombia. La negociación no se había finiquitado: Al llegar a puerto americano el barco con miles de piezas, debió regresarse sin descargar la mercancía, a Inglaterra. Revenga sería inicialmente condenado al arresto domiciliario, impidiéndole así que gestionase cualquier arreglo o diligenciase ante otras instancias. Al final Revenga ganó el juicio.

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