La represión no detuvo al pueblo sino que le dio más fuerza

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Juan Torres, miembro del Consejo Político Nacional del partido Comunes detalló a Diario VEA la situación que atraviesa su país.

VEA / Yonaski Moreno

«Negociar para no cumplir» ha sido la característica que ha marcado al régimen colombiano, presidido por Iván Duque, durante el proceso de paro que vive el país neogranadino. Esta posición ha llevado al Comité Nacional de Paro, los colectivos y asociaciones, a replantear su estrategia, con la finalidad de darle una mejor conducción política a las movilizaciones y al paro, con miras a las reivindicaciones que el pueblo solicita.

Así lo explicó Juan Torres, miembro del Consejo Político Nacional del partido colombiano Comunes, en entrevista para Diario VEA. El vocero detalló que uno de los puntos que piden los distintos sectores y la población que se ha movilizado, es la implementación de los Acuerdos de Paz, al considerar que ahí está «en buena medida la solución a parte de los problemas que aquejan a la nación».

Además, explicó que la represión policial de la que ha sido víctima el pueblo colombiano es la respuesta del régimen al ver, por primera vez en mucho tiempo, a una enorme cantidad de gente en las calles. «Yo creo que el gobierno se asustó con toda esa gente (…) y empezó la represión», señaló. Añadió que la represión, en lugar de detener al pueblo, lo que hizo fue darle más fuerza.

¿El paro en Colombia está llegando a su final o continuarán los colombianos en las calles?
-Lo primero es decir porqué la gente está en la calle. Verdaderamente, esta es una acumulación de atropellos, de necesidades básicas insatisfechas en el país, de décadas. Un sistema de salud precario, una educación de mala calidad, poco acceso a la educación superior, básicamente es una educación superior privatizada; un sistema fiscal que ahoga, que aprieta a la clase media trabajadora, pero que le da grandes beneficios a las grandes empresas, a los monopolios, a la banca; pero, particularmente, una corrupción galopante, una corrupción que riñe con lo ridículo; cerca de 85 billones de pesos al año se pierden del erario en los distintos niveles por temas de corrupción. Todo eso es una acumulación que tenía el pueblo, pero que digamos, no se podía manifestar porque siempre se le tildaba –aún los siguen haciendo, pero ya la gente no come el cuento- de terrorista, de subversivo, por el tema de la presencia de las FARC. Nosotros decimos, este fue un gran logro del proceso de paz porque permitió que la gente se quitara la venda de los ojos, nos desanestesiáramos y entendiéramos que los grandes problemas del país no eran las FARC, sino que los grandes problemas del país pasan por la corrupción, por los gobiernos que han estado en el poder, los partidos políticos y particularmente de un sector de la derecha fascista, genocida, como lo es Álvaro Uribe; entonces, la gente al entender que el problema no era este, sino otros, decidió salir a la calle, incluso no le importó nada la pandemia, la gente decía: “Si vamos a morir de hambre, pues, vamos a morir por la pandemia, pero vamos a salir a protestar”. No es que el paro haya cesado, porque ante la represión, ante la masacre del gobierno, digamos, se ha hecho necesario hacer un repliegue, un pare táctico con la intención de organizarnos, porque también tenemos que decir la verdad, este paro, si bien es cierto no se había presentado en muchísimos años, yo no tengo memoria de un paro de esta magnitud, también lo es que no había una conducción política centralizada que permitiera recoger todos los sectores. Había mucha población y movilización pero que no todo se recogía alrededor del paro u obedecía a una orientación política del Comité Nacional de Paro, por eso se hace necesario un repliegue para organizar mejor, darle una mejor conducción política de paro, de reivindicación, para regresar a las calles, eso es lo que está sucediendo en Colombia.

¿Qué sigue tras este repliegue organizativo?
-Este gobierno mostró el talante. Demoró la negociación, intentó negociar separadamente por sectores, negociar para no cumplir. Ese ha sido una característica de este gobierno. Nosotros consideramos que este repliegue nos debe servir para reorganizarnos pero para quedarnos en la calle pidiendo y exigiendo cambios estructurales reales. El gobierno ha pedido incluso que sea desde el Congreso donde se hagan esas reformas y nosotros sabemos que es un gobierno adepto a sus intereses, un Congreso absolutamente comprado y por lo tanto ahí no va a pasar nada. Pero nosotros también vemos con optimismo que hoy en día en los distintos sectores y en las poblaciones movilizadas, uno de los puntos que pedían era la implementación de los Acuerdos de Paz. Hoy en día las poblaciones, las comunidades sienten que el Acuerdo de Paz de La Habana los representa. Sienten que en el Acuerdo de Paz está en buena medida la solución a buena parte de los problemas que aquejan a la nación; por ejemplo, el tema de una reforma agraria integral donde se democratice pero sobre todo que se legalice la tenencia de la tierra, donde llegue una infraestructura básica en vías, en electricidad, en infraestructura productiva, para que el país pueda ser autónomo en la producción de sus alimentos. En el caso de los indígenas y comunidades campesinas, hay que ejecutar, hay que implementar el Acuerdo de Paz en el tema de las drogas ilícitas. La salida al narcotráfico, la salida a la coca no es la represión, la salida es como está en el Acuerdo, una sustitución voluntaria pero que además vaya acompañada de una inversión, de modo que el campesino sienta en su trabajo que su producción como productor agropecuario sea rentable y no vea en la coca una alternativa. Además, la gente siente hoy que en el tema de la participación ciudadana no hay las garantías para la oposición, pide que se implemente el tema de las garantías a la protesta social que está contenida en el Acuerdo, que es un derecho universal a la protesta, que no puede seguirse reprimiendo la protesta social. En general, la población hoy en día siente que el Acuerdo de Paz representa en buena medida la solución a los problemas más estructurales que aquejan a nuestra nación.

¿Cuál es la verdadera situación en Colombia en cuanto a la represión policial?
-El paro se convoca para el 28 de abril y era un paro, como tradicionalmente ha ocurrido en el país, de un día, pero eso llegó presidido por la presentación por parte del gobierno nacional de una reforma tributaria en medio de la pandemia, mucho más nefasta, tocando los bolsillos de todos los colombianos y particularmente de la clase media trabajadora. Era un paro, una manifestación pacífica. Yo creo que el gobierno se asustó por la multitudinaria manifestación, en Bogotá, no sé cuántas personas, pero se llenaron alrededor de 80 cuadras, estaba lloviendo y a la gente no le importó que estuviera lloviendo, seguían llegando a la plaza Bolívar de Bogotá. Yo creo que el gobierno se asustó con toda esa gente que estaba llegando a la plaza Bolívar, que está ahí pegada al Palacio de Gobierno, y empezó la represión. Lo mismo hicieron en Cali. Esa represión con intención de disolver la manifestación, en vez de detener al pueblo lo que hizo fue darle más fuerza, más ánimo y la gente decidió seguir en la calle, siguió hasta el punto de que se completó dos meses de movilización y cada día la represión era más grande. Estamos hablando de más de 74 muertes violentas, más de 240 personas desaparecidas, más de mil lesionados, más de 500 personas detenidas. Estamos hablando de una represión policial jamás vista, pero además, como en otros tiempos, vimos un matrimonio entre la fuerza policial y bandas de civiles, bandas paramilitares que de frente asesinaban, atacaban con armas de fuego, no solamente de corto, sino de largo alcance. Había fusiles que utilizaban los civiles con la complacencia, con la anuencia, con la colaboración y por qué no decirlo, con la coordinación de la fuerza pública y con la policía. Esta ola de represión llevó a poner al descubierto el carácter, la verdadera cara del uribismo, en cabeza, en esta ocasión, de su presidente Iván Duque. Ha sido una represión bárbara pero a pesar de todo eso el pueblo no se amilanó, a pesar de que le disparaban con armas de fuego, la gente con sus escudos, lo que nosotros llamamos la primera línea, en su gran mayoría muchachos jóvenes que se hicieron escudos de hierro, de hojalata y con piedras, devolviéndole las bombas de gases lacrimógenos al Esmad. Como decimos en Colombia, era una pelea de bala contra piedra.

¿Cree que el contexto político y social que vive Colombia puede influir en otros procesos que se viven en el continente?
-Sí, claro, pero además porque está sucediendo en un país con una tradición fascista, una tradición de violencia, más de 60 años este país ha vivido en la violencia política, en la que la derecha, sin haber habido golpe militar, porque no tuvimos dictadura, y con esa falacia de la democracia, nos han reprimido. Con esa falacia de la democracia se han cometido los crímenes de lesa humanidad más terribles de la humanidad y ahorita se está volviendo a repetir con el tema de la represión. Por supuesto, este debe ser un aliciente para los pueblos, de que con el pueblo unido es posible lograr la transformación y los cambios que se requieren y como ahora se ha hecho el lema en Colombia, solo el pueblo salva al pueblo.

Se acercan las elecciones presidenciales en Colombia. ¿Cree que algún candidato de izquierda tenga posibilidades de llegar a la Casa de Nariño?
-Ojalá aprendamos de la experiencia de Perú y la izquierda, los sectores progresistas podamos estar alrededor de una candidatura única. Las condiciones están dadas, pero también están dadas las condiciones para que esa derecha fascista siga incrustada en el poder. Lo hacen porque trabajan muy bien el tema mediático, han intentado culpar a algún candidato de la sublevación popular que ha habido en el paro, pero es parte de la estrategia, con el cuento del castrochavismo y el socialismo del siglo XXI para no reconocer las  desfases y las inequidades que hay en el país. Tenemos una oportunidad, en 2022 tenemos la posibilidad del quiebre de la hoja, de que un sector progresista, de que un sector democrático llegue al poder, pero también entendemos, para que de pronto no nos pase, también hay que recoger lo no tan positivo en Perú. Nosotros consideramos que si bien es importante ganar la presidencia, también es importante hacer una mayoría en el Congreso, por eso se está trabajando sobre la estrategia 55/87; referente a 55 senadores y 87 representantes  a la Cámara que haga mayoría, porque una presidencia sin un Congreso a favor va a ser bien difícil tramitar las leyes y los cambios constitucionales que requiere la nación para salir de ese embotellamiento social que tenemos.

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