Pedro Estacio

@Urgentess

El colega y fallecido camarada Arístides Bastidas, a pesar de la pérdida de la visión que le afectó, veía muy bien las cosas, y de hecho, en su libro El Anhelo Constante, dejó en dos líneas lo que alguna gente ignora, con o sin intención, pero que revela una verdad gigante:

“Los reporteros escribimos, minuto a minuto, la historia de los tiempos modernos”.

Y coloco lo que pensaba Arístides, porque uno recuerda que el tópico de la corrupción ha estado en esta historia de todos los días, meses, años y siglos, en todas las naciones del mundo, lo que en cierto modo revela la fragilidad espiritual de millones de personas en este vapuleado planeta.

He leído y escuchado sobre corrupción a periodistas, políticos, sociólogos, psicólogos, sesudos analistas, parlamentarios, médicos, filósofos, educadores,  historiadores, estadísticos, planificadores, deportistas, funcionarios de variadísimo rango de los gobiernos y de quienes se le oponen, así como a dirigentes y aspirantes a dirigentes de los más disímiles partidos, líderes políticos, religiosos de alto y bajo nivel, empresarios de distinto calibre y especialmente de los medios de comunicación, dueños de chiquitos y grandes negocios y mucha gente de distintas  naciones e instituciones internacionales del mundo; miles, por decir algo. Infinidad de individuos se han pronunciado sobre la corrupción, pero la misma sigue tan campante como si nada ha pasado. Hablamos de años, sin contar que el modus vivendi de los corruptos tiene siglos.

¿Por qué existe la corrupción si los humanos estamos tan preparados que mandamos naves al espacio y algunos creen que vivirán bien lejos de la Tierra antes de que la misma sea vuelta añicos por otros tan presuntamente preparados, aunque frágiles seres humanos?

Hay leyes presuntamente hasta para regalar y dizque para corregir la torcedura mental de miles de humanos, pero nada de eso ha podido frenar a la endiablada corrupción.

En esto de la corrupción, hay algunos aspectos en los que la parte humana falla, definitivamente, y es en las interpretaciones. Algunos dicen que es una debilidad, que no puede ser sancionada con muchos años de prisión. Otros creen que el corrupto puede ser corregido y reeducado. Los que se valen de la corrupción utilizan las leyes que existen al respecto para montar expedientes a otros y sacarlos de la vía o de los negocios, y a unos cuantos les quitan la vida y así sucesivamente.

El solo hecho de que existan las cárceles es porque hay corrupción en todas sus categorías y subcategorías, aunque haya gente entre reja y reja por haber caído -queriendo o no- en las más variadas circunstancias del hecho delictivo, de tener o caer en los llamados malos hábitos. Eso sí, preocupa saber si la ciudadanía ampara esos malos hábitos que ocurren alrededor de la vida humana.

Pareciera que los principios se perdieron y es un asunto que debe ser investigado y muy bien analizado; pero de verdad, sin caer en la charlatanería típica de reuniones, charlas, foros, simposios, congresos, cumbres y academias de expertos, donde por lo general, nunca invitan al ciudadano de la calle.

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