Alberto Vargas

@albertovargas30

Venezuela es el principal país con más reserva de petróleo en el mundo, a lo que hay que incluir el arco minero, entre otros recursos naturales por su estilo.

De ahí que la guerra psicosocial librada por el imperio para expandir su hegemonía, siempre ha ganado equipos sofisticados de comunicación e información, y lo que existe actualmente es una guerra cibernética psicosocial.

En esta guerra cibernética, o guerra robótica, el arma más poderosa es la palabra. El neoliberalismo ya había descubierto esto y convirtió la palabra en otra mercancía. La información siempre ha sido poder.

El dominio de la información por los medios hegemónicos, transformados en portavoz de la dictadura del capital financiero, convierte la palabra en un producto para ser vendido. Incluso el sistema educativo privado, apropiado por los grandes grupos transnacionales, está transformando la educación en una especie de mercancía, en un sistema para obtener ganancias a los grandes inversores.

Si para ir al socialismo nos limitamos solamente a criticar al capitalismo y no la crítica de su fundamentación cultural e histórica, lo más seguro es que entremos en lo que estamos cuestionando. Debemos entender que pensar con categorías provenientes del pensamiento europeo u occidental, es una tarea condenada al fracaso.

Por eso debemos producir categorías y conceptos propios pensados desde Nuestra América.

Los contenidos de los conceptos y categorías de la ciencia social y la filosofía moderna, contienen una visión de la realidad que tienen los países del primer mundo, con el agregado de que nuestras concepciones están literalmente al margen de su categoría.

Hoy también está en crisis la forma de vida que ha producido la modernidad o el capitalismo salvaje. Ha sido un sistema que desde hace 500 años ha generado una concepción del bien, o si se quiere de justicia, que lo justifica y los hace ver a ellos y solo a ellos como los buenos, a tal extremo que es un hecho natural concebir que la modernidad es el único horizonte histórico más superior, racional y bueno que la humanidad jamás haya producido.

Si esto fuera así, no tendría por qué existir tanta injusticia o maldad y miseria en el mundo. El problema está en saber por qué presentándose el capitalismo o la modernidad como buenos o racionales, existe la injusticia a granel, pulula el hambre y la miseria; ahí está igualmente la destrucción de la naturaleza y toda forma de vida.

Debemos repensar desde la perspectiva histórica de los pueblos no modernos ni occidentales, para descubrir que la supuesta racionalidad de la modernidad, en el fondo es irracional, inhumana y dominadora, e ir hacia nuestra historia y nuestra cultural, negada sistemáticamente por la modernidad durante estos 500 años, en caso contrario continuaremos en el ojo del huracán imperialista como caimanes en boca de caño, aguardando para lanzar el zarpazo.

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