Nelly Ramos

Son 43 años los transcurridos. Años inevitablemente convertidos en un lugar obligatorio en el calendario para retroceder en el tiempo a reencontrarse con la voracidad de un caos que retorció lo más profundo de la sensibilidad humana. No hace falta revivir un dolor que ya cobró su lugar en la eternidad y donde permanecerá. Tampoco remover historias amargas que por diferentes causas no dejarán de reproducirse.

El deseo que subyace es el de superponerse a esos momentos ingratos y como contraparte avivar los revestidos de gratos aconteceres y su papel significante como estrella luminosa y guía del Grupo Folklórico y Experimental Madera antes de atravesar por aquel amargo infortunio.

El comienzo

Honrando el legado de sus antecesores representados por el Grupo Los Gaitétricos, Los Supercrema y el Grupo Pan, portadores de un especial linaje musical, el GFEM se remite a una agrupación colmada de deseos, aspiraciones y esperanzas acumuladas en el corazón del barrio, como así lo dijo Alejandrina Ramos, fraguadas “…en el sentir de la gente, en lo que hace y lo que siente”. Ingredientes para hacer del canto, la música y el baile un medio concientizador, acompasado con una década como la del 70, culturalmente revestida de un torbellino de aconteceres, planteamientos, expresiones e inquietudes, y una consabida realidad política y socioeconómica adherida a la piel cuan huella indeleble. Bien podrá decirse, de todo un material bruto, inductor de ideales en función de transmitir un mensaje de esperanza y solidaridad.

¿Para quién es el mensaje?  Lo precisó Alejandrina a través del tema Mi cantar.

Ahora  va mi cantar,

Para las damas presentes,

También para los ausentes,

Yo les quiero dedicar,

Al hombre trabajador,

Albañil o labrador,

A todos va mi cantar.

 

¿Qué debía abarcar el canto?

El canto debe llegar

A toditos los rincones

No importa el tono que tome

Tan sólo debe expresar

Todo el quehacer de la gente

Lo que hace y lo que siente

De los pueblos su pesar.

¿Qué debe llevar el canto?

El canto debe llevar

Las tristezas y alegrías

Con sus tonos de armonía

Su texto has de matizar

Haciendo vibrar el alma

Produciéndonos la calma

Haciéndonos despertar.

Para Ricardo Quintero y Juan Ramón Castro ese conglomerado referido por Alejandrina fueron asumidos como los  Compañeros de cantos y labores.

Compañeros de la libertad

En el campo donde dejan su vida, su presente y su futuro está.

 

¿Cuál fue el mensaje para los compañeros?

No abandones,

La tierra compañero

Que la historia te lo agradecerá

Tu machete y tu dignidad

Bajo el yugo nunca estará

Si tú luchas por pan, trabajo y tierra.

¿En qué consistiría su patrimonio?

Tu presente, la tierra que cultivas

Tu futuro, será tu libertad.

 

¿Cuál fue el llamado ?

No abandones la tierra compañero

Que la historia te lo agradecerá

Tu machete y tu dignidad

Bajo el yugo nunca estará

Si tú luchas por pan, trabajo y tierra.

Las ideas

Obviamente significaron el punto de partida y la vía para canalizar puntos de vista sin desestimar los modos de pensar y las creencias de los integrantes. Juan Ramón Castro siempre fue dado a la composición de himnos, acompasados con una evidente melancolía en el contexto de una lírica con un contenido dirigido al optimismo y a la esperanza como así se evidenció en Canto al alma, interpretada años antes por los Gaitétricos, y en su texto expresó:

No debemos de perder la fe ni la ilusión

Nuestro mundo de esperanzas se logrará

Aunque tenga que esperar una eternidad

Salvemos al mundo del odio y el rencor.

 

Si das un amor puro

Dios te compensará

Tendrás tu alma llena de bondad, fe, paz.

Alejandrina, antes de su ingreso al GFEM, aún estudiante de la Escuela Gran Colombia, dado mi  ingreso a la universidad me obsequió una tarjeta con el siguiente texto:

Nelly: camarada, para poder conquistar la victoria de nuestro pueblo es necesario que cada uno de nosotros nos preparemos y unamos para dar la pelea contra el enemigo común; el imperialismo norteamericano. El camino es duro, difícil, exige sacrificios, constancia, dedicación… pero al final alcanzaremos la victoria y construiremos una patria libre “Venezuela Socialista” otro “territorio libre de América”.  Esperamos que con estos pequeños obsequios continúes dando pasos firmes en tu formación como mujer nueva, mujer revolucionaria”. (Ramos, Alejandrina, 1975. Inédito).

A través de esta dedicatoria Alejandrina dejó implícita la visión ideológica que la guiaba en el momento y a partir de la cual ejercía su práctica. Recordar a Alejandrina, a Ricardo y a Juan Ramón por sus sueños y sus  ideales es el mejor homenaje antes que recordarlos por su desaparición.

Las iniciativas

Estas fueron un elemento constante en la dinámica del GFEM. Juan Ramón Castro, bongosero de la Orquesta La Crítica fue de la idea de demostrar que la parroquia San Agustín sí “tenía con que” y mejor manera de demostrarlo fue apelando al calificativo “Madera”, adjudicándolo al naciente grupo. Filiberto “Fili” Guzmán, artista plástico y escritor, sugiere a dicho nombre la adhesión “Folklórico y Experimental”  por aquello de cómo surgían y se construían las expresiones que conformaban el repertorio.  Ricardo  Quintero, experimentado cantante, guitarrista y compositor e integrante del Trabuco Venezolano, no tocaba el Tres cubano, su interés por acompañar los sones interpretados por el grupo lo condujo a aprender en tiempo récord su ejecución.

Felipe Rengifo, percusionista, bajista y cantante integrante de “Ofrenda” de Vitas Brenner y el Trabuco Venezolano no paraba de producir ideas y preparar temas para el  repertorio. Su casa fue aposento para montar voces, ensayar temas y principalmente el lugar de donde surgió el mayor repertorio del grupo.

Jesús «Chú» Quintero, músico polifacético ejecutante del bajo, guitarra, cuatro, conga, bongó e integrante de «Ofrenda” de Vitas Brenner y el Trabuco Venezolano, conjuntamente con el Pavo Frank, se fue a Cuba a investigar sobre los tambores batá. Allí recibieron las orientaciones en cuanto a formas y medidas, utilizadas posteriormente por el artesano Carlos Gutiérrez para construir los tambores batá utilizados por el grupo. Valga decir que a esta iniciativa se le abrogó el mérito de haber sido la primera agrupación que introdujo los tambores batá en el ambiente musical venezolano.

En otro orden, Diego Silva, músico de reconocida trayectoria, Ricardo Quintero y Juan Ramón Castro, echaban lápiz para dar los toques finales a Compañeros.  Los bailarines, por su parte, apoyándose en sus habilidades personales, hacían de las suyas para acordar las coreografías y analizar las posibilidades de vestuarios cuyas compras o elaboración eran gestionadas por Juan Ramón.

El despegue

Después de formalizar los diversos avatares, devenidos en ideas, formas de pensar, habilidades y capacidades, a finales de 1977 surge el primer formato del grupo integrado por Felipe Rengifo, Chú Quintero y Juan Ramón Castro en la percusión; Carlos Daniel Palacios y Ricardo Quintero en las voces, Nelly Ramos, Alejandrina Ramos, Tibisay Ramos, Ángel Silvera, José Rivero y Alfredo Sanoja en la sesión de bailes.

El trabajo artístico estuvo estructurado con base en un repertorio limitado en el que se destacó la interpretación de cantos y bailes de Barlovento y el guaguancó callejero. No obstante, al calor de lo exhibido en  las apariciones públicas, comentó el periodista Ángel Méndez a través de la Revista Swing Latino “el pasado mes de noviembre surgió en Marín (populosa barriada de San Agustín del Sur) un grupo con todos los hierros, bravo de verdad, pura madera… hasta los momentos no ha sonado, pero, según lo observado por nosotros, va a causar furor entre los amantes de la música latina” (Revista Swing Latino. Un grupo con “Madera” Enero 1978. Año 1, Nª 4, p.13).

En el año 1978, avanzando en la rutina del grupo se van sumando nuevos integrantes, pero también de breve permanencia por razones personales, tales fueron los casos de Aleida Hernández, Eva Martínez, Manuel Rodríguez “Vicentico” y en otro momento Felipe Blanco. El repertorio se fue enriqueciendo con otras puestas en escena, sin dejar de reconocer que el carácter incipiente del grupo exigía hurgar y profundizar sobre aspectos conceptuales en favor de nutrir la actividad práctica, entendida la necesidad de madurar el trabajo.  Así lo dejó entrever el reconocido crítico de arte Rubén Monasterios a quien le bastó presenciar la actuación del grupo en la Carpa del Ateneo en ocasión de la realización de la “IV Sesión Mundial del Teatro de las Naciones” celebrada en el mes de julio de 1978, donde expresó: “Pienso que los compañero de Madera están trabajando una veta de ricas posibilidades y es de justicia reconocer lo valioso de su esfuerzo, pero también creo que deberían revisar sus planteamientos, sus marcas de referencia, sus directrices, para orientar su búsqueda hacia el ámbito de la creación de una expresión auténtica, novedosa, trascendente y popular” (Rubén Monasterios, 22-07-78. Diario El Nacional).

Esta opinión, después de un detallado análisis realizado por el autor, fue un aporte convertido en impulso para redimensionar lo existente. Tónica en la que se avanzó con la incorporación de otros integrantes, entre ellos Cecilia Becerrit, Marcela González, Miriam Orta, Faride Mijares, Mirna Istúriz, Héctor Romero “Pichón», Luis Orta, Ricardo Orta, Lesvy Hernández y adicionando nuevas ideas al repertorio.

Parte importante de la actividad del GFEM transcurrió al calor de hechos y acontecimientos sociopolíticos persistentes en la esfera nacional e internacional en torno a los que acompañó con su canto las diversas luchas y actividades promovidas por distintos sectores de la sociedad venezolana.

Las aspiraciones

Trabajar sobre la idea de una producción musical se convirtió en un firme propósito necesario a ser materializado. Juan Ramón Castro se coloca al frente de las gestiones ante la disquera Top Hits. Los obstáculos y limitaciones hicieron parte del proceso. Para la disquera la música del grupo no era comercial, el repertorio no era convincente, eso no vendía, había que modificar letras, recortar algunos temas debido a su extensión. Tal fue el caso de La negra Lorenza por ejemplo. La letra original de nombre  El corrido del negro Lorenzo, poema del excelso escritor Miguel Otero Silva, tuvo su origen como expresión artística en el grupo de danzas integrado por mujeres «José Leonardo Chirinos», dirigido por la profesora Sonia Vaamonde en la Escuela Gran Colombia.

Alejandrina, habiendo participado en el mencionado grupo, traslada el poema al  GFEM. Su incorporación como parte del repertorio previsto para la producción discográfica no satisfizo las exigencias de la casa disquera, motivo que condujo a condesar el texto original y modificar su estructura –con la debida autorización del autor- para llegar a la versión que quedó posteriormente plasmada en el LP Madera (1980).

Aquí la versión original:

Corrido del negro Lorenzo

¡Yo soy el Negro Lorenzo!
Negro del Tuy, negro negro.
Noche con alma. Tambor
dormido bajo mi pecho.

Dormido bajo mi pecho
tengo un dolor de candelas,
corazón rojo por dentro,
corazón negro por fuera.

Corazón negro por fuera,
corazón sombra del blanco,
si tengo rebelde el pelo
tengo rebeldes las manos.

Tengo rebeldes las manos,
manos trenzadas al viento
mientras lanzo al viento el grito:
¡Yo soy el Negro Lorenzo!

Yo soy el Negro Lorenzo,
nieto y biznieto de esclavos,
cruzado de cicatrices
como negro tronco de árbol.

Como negro tronco de árbol
de pie atisbo la sabana
que invita a correr por ella
con banderas coloradas.

Con banderas coloradas
y palpitar de tambor
al frente de gritos negros
fundidos en una voz.

Fundidos en una voz
oigo los lamentos negros
de las negras cicatrices.
¡Yo soy el Negro Lorenzo!

¡Yo soy el Negro Lorenzo!
Negra noche, negra el alma,
negro de pecho desnudo,
negro cortador de caña.

Negro cortador de caña
como mi abuelo y mi padre,
negro esclavo de todos,
esclavo no soy de nadie.

Esclavo no soy de nadie
porque soy lo que no soy,
tengo un dolor de candelas
y un palpitar de tambor.

Y un palpitar de tambor
bajará por los barrancos
como la voz de los muertos,
los negros muertos esclavos.

Los negros muertos esclavos,
mi abuelo y mi bisabuelo.
Negra y rebelde es mi mano.
¡Yo soy el Negro Lorenzo!

Por otro lado surgió la necesidad de atender a la población infantil como una vía para afianzar el trabajo en la comunidad. Alejandrina inicia el trabajo con un grupo de niñas y niños para dar forma a lo que luego fue el Grupo Maderita. Este grupo de niños cumplió con la exitosa tarea de interpretar el repertorio de Madera y a partir de allí atender presentaciones en múltiples escenarios.

Uno de sus integrantes, fue el conocido y afamado músico Jesús “Paicosa” Guzmán quien precisó: “Ingresé al Grupo Maderita con el que tuve la responsabilidad de asumir los compromisos del Madera desde 1980 hasta 1981, representando a San Agustín y al Madera por todo el país con su repertorio”. (Marrero, 2004, p. 210).

También agrega Jesús la referencia sobre algunos de sus integrantes entre los que se encontraban Daniel Silva, Luisito Quintero, Robert Quintero, Stanley Orta “Cron cron”, Martín Mata, Jimmy Fariñas y las hermanas que después se hicieron bailarinas profesionales en Ballet y Danza contemporánea como son Lilita y Jeanin Fariñas. Sobre esta experiencia Luisito Quintero acotó: «… fue muy enriquecedora, ya que era la continuación de lo que hacía el Grupo Madera (sic) estábamos recogiendo los frutos del “Madera Original”. Considero que lo estábamos haciendo bien, la gente mostraba su agrado y decía que nos parecíamos mucho al “Madera Original” pero en miniatura porque todos éramos chamitos, el Fa-menor”. (Marrero, 2012, p.60).

Además de los integrantes antes mencionados también hubo otra gran cantidad de niñas y niños que permanecieron hasta el año 1981, año en el que decidieron suspender sus actividades. A criterio de Jimmy Fariñas el trabajo decayó “…porque los músicos comienzan a participar en otras agrupaciones musicales. Por ejemplo, a Daniel Silva lo llama la Orquesta “La Crítica” de Oscar de León donde estaba Luisito Quintero, Cron cron, mata tigre con otras agrupaciones” (Marrero, 2004, p. 220).

Del afinque de Marín como corto al Afinque de Marín como movimiento

En el segundo período de 1978, el cineasta ya fallecido Jacobo Penzo inicia los primeros contactos para abordar una aproximación a la dimensión cultural del barrio Marín de la parroquia San Agustín y su cualidad como cantera de músicos. Tal propósito lo concreta en 1979 a través del documental  El barrio de la salsa.

El GFEM contribuyó como apoyo conceptual para el trabajo cinematográfico, al margen del trabajo que pacientemente llevó a cabo con su equipo, realizó visitas cada vez más frecuentes, preguntó, entrevistó y estableció unas relaciones cada vez más estrechas. Como resultado, lo que pareció ser un filme sobre la música popular caraqueña, terminó siendo un documental sobre un barrio que se expresa a través de su música.

“A ver cómo los muchachos se afincan” expresión utilizada por quien continúa siendo una importante referencia en el barrió Marín: Jesús Blanco, para  invitar a los hermanos Orta (Neni, Cron cron y Alexander) a mostrar sus habilidades en la ejecución de la tumbadora, dio luces a Jacobo Penzo para sustituir el título El barrio de la Salsa por el de Afinque de Marín, nombre que después adquirió el naciente movimiento cultural para identificarse de la misma manera e igualmente el espacio físico ubicado detrás del Teatro Alameda convertido a través de los años en receptor de múltiples encuentros culturales y musicales.

Los medios

A medida de que el trabajo del GFEM se fue dando a conocer el apoyo y proyección mediática fue un soporte que contribuyó decisivamente  en la  difusión del trabajo. La periodista Lil Rodríguez no dejó de llevar el pulso sobre el grupo, reseñando cada acontecimiento en forma apasionada.

En esta tónica le siguieron los periodistas Efraín Corona, Jesseie Caballero, Alfonso Molina, Gregorio Montiel Cupello, entre otros. Se atendieron entrevistas en Radio Nacional de Venezuela y en la desaparecida Radio Aeropuerto. En julio de 1978 se atiende la entrevista en el Canal 8 en el programa ¿Qué pasa? conducido por Ligia Hernández y Antonio Sánchez. En diciembre de 1979 se graba para el programa mensual del Sindicato de Radio y Televisión y en mayo 1980 se graba en el Canal 8 el programa «8 en especial».

Los que nunca faltaron

Son estos los que se hacen acreedores del principal galardón, puesto que fueron ellos los responsables de que el grupo conservara una importante memoria visual. Gracias a su acompañamiento y al trabajo realizado ha sido posible narrar hechos y mostrar a  los personajes que integraron el cuento. Estos no son otros más que los fotógrafos Juan José González, Oswaldo Silva, Víctor Levisón, Orlando Ugueto, Iván Muñoz, Víctor Díaz Mireles, Manuel Reina Leal, y quien realizó las últimas tomas en el mes de julio de 1980, Raúl González, fallecido años atrás en un lamentable accidente ocurrido en la carretera Panamericana.

Los incondicionales

Son todas esas personas que pese a la distancia marcada por el largo tiempo transcurrido, la fidelidad de su afecto y sentimientos de amor y solidaridad se han mantenido apegados a la esencia del GFEM o como lo describió Antonio Machuca, al Madera de raíz. Mención especial a Orlando Castillo “Watussi” amigo de todos, recurrente afectivo y sentimental a una historia y su siempre recordado homenaje a través de Ahí estaré (1982).

Mauricio Silva, quien año tras año (independientemente del lugar donde se encuentre) ha cumplido con rendir su tributo, como inmediatamente lo materializó con la Orquesta Anabacoa con Canto al Madera (1980) así como también el estupendo trabajo realizado en el año 2020 “A 40 años de la tragedia, el Grupo Madera original sigue vivo”, disponible en  https://www.youtube.com/watch?v=EPqIoo69Ol4.

Lil Rodríguez, hermana que nos regaló la vida, sus notas recordatorias jamás han dejado de aparecer, como tampoco ha desaparecido su vínculo amoroso, su presencia y su incondicionalidad en todos los momentos de la vida.

Hoy emana el regocijo de lo vivido a través de un recorrido corto pero muy extenso, enriquecido de pensamientos, ideas, historias, satisfacciones, aprendizajes, pero sobre todo con el valor de haber llegado al corazón de la gente con humildad y transparencia. En fin, un legado conductor que yacerá eternamente en nuestro ser porque el río no se lo llevó.

Ricardo Orta, Lesvy Hernández, Luis Orta, Alfredo Sanoja, Nilda, Tibisay y Alejandrina Ramos; Juan Ramón Castro, Ricardo y Jesús “Chú” Quintero, ¿cómo hacemos? Ustedes vivirán en mí por siempre.

 

Referencias

Marrero, Antonio (2004) San Agustín, un santo pecador o un pueblo creador. Caracas, Fondo Editorial Fundarte.

Marrero, Antonio (2012) San Agustín, seguimos pecando, seguimos creando. Caracas. Fondo Editorial Fundarte.

Un grupo con Madera. Revista  Swing Latino,  (Nº 4), (1978), p.13

Monasterios, Rubén (1978-22 de julio). Madera y el sentido de lo experimental en el arte.  Sesión Teatro, Diario El Nacional.

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