Néstor Rivero Pérez

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El 17 de marzo de 1814 comenzó la Batalla de San Mateo, la más prolongada de cuantas acciones se acometieron durante la Guerra de Independencia, culminando ocho días después, el 25, con el levantamiento del sitio impuesto por José Tomás Boves, en contra de las huestes republicanas acuarteladas en El Ingenio y la Casa Alta, al mando del Libertador Simón Bolívar.

 

Estrategia de Bolívar

El Libertador pretendía atraer la atención de Boves, quien contaba con un ejército de unos siete mil efectivos, con peones y exesclavos de la región centro-llanera del país. Estos hombres, desde finales de 1813 y de modo voluntario, se afiliaban masivamente a los destacamentos de lanceros del caudillo asturiano; y ello respondía al carácter de vindicador social que, a los ojos del peonaje y la mano de obra esclava, que demandaba nivelación social, representó Boves.

 

Por qué San Mateo

Desde febrero de 1814 se acrecentaron las dificultades para sostener al ejército patriota, llegándose en algunos casos al extremo de que muchos soldados se veían obligados a dar cara en el combate con uniformes deshechos y una ración diaria sumamente magra. Por ese tiempo, como se lee en la Gran Enciclopedia de Venezuela: “Simón Bolívar ordenó requisar todos los frutos de almacenes y haciendas; recoger todo el ganado que fuese posible y venderlo al público; exigir a bodegueros y pulperos la declaración jurada de sus existencias; intervenir las panaderías… y medidas similares para otras actividades”. En su obra “Bolívar y el arte militar”, cuenta Vicente Lecuna que ante la falta de pasto, aquel instruyó que se alimentase a los caballos con las hojas de la planta de caña de azúcar, cuyo sembradío constituyó la base del patrimonio de la familia.

Batalla de varios días

Días antes de las acciones, Bolívar había dispuesto dar un “golpe de mano” contra los realistas, enviando un piquete de 20 soldados escogidos para que al mando de Manuel Cedeño, se dirigieran a Villa de Cura en horas de la noche, penetrasen furtivamente en la casa donde el bravo asturiano se restablecía del lanzazo recibido en La Puerta el 3 de febrero y lo ajusticiasen. Mas, con los caballos agotados y despeados en el Pao de Zárate, y ante el peligro cierto de ser descubiertos por las fuerzas bovecistas apostadas en todos los alrededores de la plaza villacurana, resolvieron devolverse al Cuartel General de San Mateo.

Las acciones de esos ocho días consecutivos se caracterizan dentro de la historia militar como una batalla, a pesar de que se dieron combates, escaramuzas y encuentros encarnizados a distinto ritmo entre los dos bandos, por cuanto hubo unidad de acción en cuanto a que si bien el enfrentamiento abierto tenía lugar en horas del día, replegándose las fuerzas bovecistas a su campamento en la noche para descansar. También hubo intentos nocturnos de los realistas por sorprender a los patriotas en sus parapetos.

 

Balance final

La batalla de San Mateo constituyó un claro triunfo de los patriotas; empero, dicha victoria tuvo un precio muy alto, pues sucumbieron en combate muchos de los oficiales que venían acompañando al Libertador desde la Campaña Admirable, entre quienes destacan Vicente Campo Elías, el comandante Villapol y el inmolado Ricaurte, cuyo acto selló el resultado final. De acuerdo a Vinicio Romero Martínez, los patriotas tuvieron “213 bajas, entre muertos y heridos”, mientras que las bajas realistas alcanzaron “entre 800 y 1.000 hombres; tanto que las calles de San Mateo estaban literalmente cubiertas de cadáveres y heridos» (Ricaurte se inmoló en San Mateo).

Como balance de la batalla puede decirse que San Mateo tuvo un efecto de contención indiscutible frente al avance bovecista, pues obligó a los realistas a replegar sobre sus bases de operaciones entre Villa de Cura y Calabozo para reorganizarse y retomar la iniciativa más adelante. La acción permitió igualmente que Bolívar se dirigiese a la capital, para fijar allí su centro de operaciones y asegurar la ciudad hasta el 7 de julio, cuando se inicia el gigantesco desplazamiento de la población civil de Caracas, que la historia conoce como la Emigración a Oriente.

 

Sinóptico

1826

Independencia de Cuba y Puerto Rico

Este día José Rafael Revenga, al frente de las Relaciones Exteriores de la Gran Colombia, responde consulta del cónsul Richard Andersen, de EE. UU., sobre la “suspensión de operaciones sobre Cuba y Puerto Rico” por parte de la Gran Colombia.

Por este tiempo el Libertador proyectaba dar la independencia a estas últimas posesiones españolas en este continente. Justo en ese tiempo, la diplomacia bolivariana preparaba el Congreso Anfictiónico que debía reunirse en el Istmo de Panamá. En prudentes términos Revenga contesta al cónsul: “Si la Gran Colombia… abandonase el derecho que tiene de obligar (a España) a hacer la paz, hostilizándola con mayor vigor, es claro que obraría con la posibilidad de tener que arrepentirse después”.

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