Néstor Rivero Pérez

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El 6 de diciembre de 1912, hace ciento diez años, fue descubierto por un equipo de arqueólogos ingleses, el busto de la reina Nefertiti (1370 aC-1330 aC), la Gran Esposa Real del faraón Akenatón, quien a su vez fue padre del faraón-niño Tutankamon, su sucesor.

 

Nefertiti y el faraón

El tiempo en que vivió Nefertiti se vio signado por la reforma religiosa iniciada bajo los reinados de Amenhotep III y Thutmose IV, y que se vio radicalizada con el ascenso de Akenatón, quien dentro de los usos en la civilización del Delta del Nilo, desposaría a Nefertiti como su esposa principal. Akenatón entabló querella con la casta sacerdotal, al despojarla de gran cantidad de sus bienes e imponer el culto a un solo dios, Atón, a quien se vinculaba con el disco solar o Ra, a su vez objeto de adoración. El hecho constituyó antecedente del monoteísmo en Oriente Medio. Nefertiti, Gran Esposa, fue, según los registros conocidos, la primera en hacer colocar su nombre al lado del faraón en los cartuchos reales “algo inusual en otros reinados. Una teoría sostiene que llegó a ser corregente junto a su marido” [Wikipedia].

 

Nefertiti ¿Semenejkara?

A la muerte de Akenatón acaecida en 1336 aC, y cuando el difunto gobernante contaba con 46 años de edad, le sucedió de facto una persona a quien, en su carácter de faraón-regente, se identifica como Semenejkara, Neferneferuatón o Dahamunzu. Y este trío de nombres, está rodeado de enigmas; preguntándose numerosos egiptólogos si el primero corresponde a un hombre o una mujer; y acerca del segundo y el tercero, si serían el nombre interpuesto de la propia Nefertiti. Y por la cercanía de Nefertiti con los hilos del poder, siendo costumbre verla, en vida de su esposo, al lado de este en actos públicos “incluso, aparece su imagen grabada en las estelas fundacionales de la nueva capital: Ajetatón” [Ibídem]. Esta última urbe, conocida como la Ciudad del Sol,  había sido edificada por voluntad de Akenatón, gobernante a quien la Gran Reina sobrevivió por tres años. En todo caso, el eventual mandato postmorten por parte de Nefertiti, correspondió con los primeros años del mandato formal de Tutankamon. Este, siendo muy niño en 1336 aC, seguramente se vio bajo la tutela de Nefertiti hasta el fallecimiento de esta última, en 1331 aC.

 

Coleccionista y donante

El busto de Nefertiti, adquirido por el coleccionista alemán James Simon, fue donado por este al Neues Museum, ubicado en Berlín, donde se ha ofrecido por décadas a la vista de propios y extraños. Simón, empresario de ascendencia judía, trabó amistad con el emperador Guillermo II, con quien compartió la inclinación de coleccionar obras de arte. Así, fungiría como mecenas de las excavaciones adelantadas entre 1911 y 1912 por el egiptólogo Ludwig Borchardt, en Amarna, asiento del faraón Akenatón, cuyos trabajos dieron con el hallazgo  de un busto de la bella reina negra Tiye, cónyuge de  Amenhotep, así como el de Nefertiti.

 

Su busto

Con la expedición conquistadora del ejército napoleónico en 1799 a la tierra de los faraones, comenzó una lenta difusión a lo largo de Europa de la existencia del reino de los faraones, sus ciudades y sus pirámides. Y a lo largo del siglo XIX pasaron por entre sus monumentos figuras de viajeros y excavadores como Giovanni Belzoni, J. F. Champollian y Karl Richard Lepsius. Sin embargo, el descubrimiento de esculturas, obras de orfebrería y alhajas pertenecientes a los antiguos faraones que fueron depositadas en sus criptas triangulares con sus despojos mortales del otrora gobernante, alcanzó su punto culminante en los primeros treinta años del siglo XX. Así, en 1912, hace 110 años, fue localizado el busto de Nefertiti, que ha contribuido a reivindicar el rol de la mujer en funciones de gobierno, dentro de una sociedad patriarcalista como la del antiguo Egipto.

  

Sinóptico

 1956

Torres del Centro Simón Bolívar

Este día, el general Marcos Pérez Jiménez, presidente de la República, inauguró  las Torres de El Silencio, par de edificios de 25 pisos, y que durante muchos años simbolizaron la imagen de modernidad para la capital de la República, con proyección a lo largo de Latinoamérica por la entonces imponente altitud de ambas.

Los diseñadores concebían un par de torres gemelas con pisos para el servicio administrativo y sede de ministerios, y a la vez con cafeterías, tiendas, pasajes y estacionamientos en su planta baja y sótanos; se reflejó en planos desde 1947, constituyendo una realidad sorprendente en 1956, en una ciudad que como Caracas, poseía edificios de hasta ocho y diez pisos y en la cual el uso del ascensor aún causaba admiración.

Personaje central en el diseño de la obra fue el arquitecto Cipriano J. Domínguez, con estudios en Francia y seguidor del funcionalismo que postulaba Charles Le Corbousier. Se trata de un modelo en el cual los edificios  poseen túneles subterráneos, que desembocan en la plaza O’Leary de Caracas.

 

 

 

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