Néstor Rivero Pérez

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El 18 de enero de 1989 es creado, en el estado Táchira, el Parque Nacional General Juan Pablo Peñaloza cuyo epónimo honra al más célebre guerrillero tachirense quien durante décadas enfrentó, arma en mano, la autocracia de Juan Vicente Gómez. Este Parque Nacional se ubica en las estribaciones de los Páramos El Zumbador, La Negra y Las Coloradas, justo en la franja donde brotan los nacientes de ríos como La Grita, Torbes y Escalante y las aguas que surten el complejo hidroeléctrico Uribante-Caparo.

Táchira en el siglo XIX

Durante la última década del siglo XIX afloraron en el Táchira graves fisuras dentro del Partido Liberal Amarillo. Y uno de los hitos de dicho proceso lo constituyó en 1892 el estallido de la Revolución Legalista, acaudillada desde el Guárico por el general Joaquín Crespo, quien protestó de este modo las pretensiones continuistas del presidente Raimundo Andueza Palacios. Y en el Táchira dio comienzo un ciclo de la historia venezolana -el de su irrupción en la política nacional- con un ímpetu que proyectaría su coloratura con el matiz de cada circunstancia, hasta muy avanzado el siglo XX.

Maestro de escuela

En el caso de Juan Pablo Peñaloza, quien nació en San Cristóbal -dentro de un hogar de limitados recursos, en 1855- habiendo estudiado en el Colegio Nacional de Varones de San Cristóbal, se desempeñará como Maestro de Escuela, adhiriendo el credo liberal y de enunciados democráticos que a lo largo y ancho de la Venezuela del siglo XIX, había sembrado el partido homónimo que condujo Antonio Leocadio Guzmán con sus editoriales difundidos en el curso de varias década de dicha centuria, en las páginas de El Venezolano y otros impresos.

“Rangelistas y peñalocistas”

Y en el marco de las contradicciones de la Venezuela Agraria del siglo XIX, el Táchira no escapó a la espiral política que dio a cada región su caudillo destacando, en Trujillo Juan Bautista Araujo ‘el León de la Cordillera’; en Anzoátegui, Domingo Monagas, antigua lanza de la Guerra Federal; en Sucre Horacio Ducharne. Y en Táchira dichas jefaturas regionales colidirían o se juntarían según se apoyase o no al gobierno de Caracas. Y dentro de este trapecio habría de dar inicio, JJ Peñaloza, a su acción política, labrándose fama de guerrero leal y valiente.

Con Andrés Eloy Blanco

Reiterativo en su oposición al régimen gomecista, y tras invadir en 1931 desde Colombia, es hecho preso; permaneciendo días en La Grita “amarrado y muerto de hambre (…). Días estuvo vigilado Peñaloza en la prisión de la Plaza Bolívar de aquella eterna Grita (…). El general Pancho Croce invocó de llevarle comida y algunos abrigos para el frío”. [https://lanacionweb.com]. Luego Peñaloza es llevado a Las Tres Torres en Barquisimeto, y a poco al Castillo de Puerto Cabello. Aquí falleció a sus 77 años asistido por el joven prisionero y poeta Andrés Eloy Blanco.

“Tachirenses ¡a las armas!”

”Vengo a ocupar a vuestro lado el puesto que me corresponde; vengo a formar parte del tribunal del pueblo, para fallar…en unión de los hombres honrados del país, en la causa seguida al general Juan Vicente Gómez y su gobierno, sindicados del delito de lesa humanidad y lesa patria (…) el general Gómez debe dar cuenta de sus actos como primer magistrado de la nación (…). Tachirenses ¡a las armas! Es llegada la hora de…combatir la dictadura militar del general Juan Vicente Gómez, y…vuestra historia como pueblo luchador no quedará desmentida en esta ocasión” [Juan Pablo Peñaloza, Proclama, /Fuente: Luis Lara, ‘Juan Pablo Peñaloza: Último representante del caudillismo en el Táchira’ / Tomado de http://bdigital2.ula.ve].

Sinóptico

1920

Oscar Varsavsky

Este día nació en Buenos Aires (Argentina) este matemático y docente quien teorizó acerca de la función social de la ciencia. Radicado en Caracas en los años sesenta. En 1968, y como docente de la UCV se refirió, en foro sobre la Renovación Universitaria, a los colegas que rechazan el cambio y reproducen una Universidad que “se limita a otorgar títulos académicos como recompensa”. A este grupo anticuado lo denomina “profesores fósiles”. Varsavsky cuestiona la tendencia “cientificista” de numerosos profesionales, abocados a la búsqueda de prestigio por vía de los “papers” o publicación en revistas extranjeras, olvidando “sus deberes sociales hacia su país y hacia los que saben menos que él”. Varsavsky cuestiona que el grueso de los científicos latinoamericanos desarrollan su actividad en función de prioridades que trazan los países desarrollados. “Es evidente que ningún país tiene cuadros científicos en cantidad y calidad adecuadas para ocuparse de todos los aspectos del cambio (…). La tarea decisiva, crucial, es el planteo de los temas, la asignación de sus prioridades y la organización del trabajo. Todo depende de la calidad del liderazgo que allí se ejerce [Oscar Varsavsky, Ciencia, política y cientificismo, pdf].

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