Néstor Rivero Pérez

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El 14 de junio de 1824, hace doscientos años, encontrándose en la población de Huaraz, el Libertador Simón Bolívar, al frente de las operaciones del Ejército Unido Libertador de Perú, escribió una epístola a Bernardo O’Higgins, héroe nacional de Chile, quien desplazado de la Primera Magistratura de su patria, marchó al exilio radicándose en Perú. En dicha misiva el Libertador le ofrece a O’Higgins ponerlo al frente de un importante cuerpo del Ejército que esos días ascendía la cordillera, para buscar a las fuerzas realistas y forzar un combate que decidiese la guerra en tierra inca, y con ello dar finiquito a la contienda en Suramérica.

Con Miranda y la logia

Bernardo O’Higgins adquirió de joven sus inquietudes revolucionarias, cuando requiriendo en Londres en 1798 un profesor de matemáticas, se topó con Francisco de Miranda, quien supo cultivar en el espíritu del  muchacho los ideales de patria y emancipación. Junto con José de San Martín, Carlos de Alvear y otros suramericanos, O’Higgins integra la Logia Lautaro, con núcleos en Buenos Aires, Santiago de Chile y otras capitales, con el designio de llevar la libertad a las colonias de Suramérica. De allí su franco patrocinio a la Expedición de 4 mil hombres que el general San Martín conduce por mar hacia Perú para dar su  independencia a esta nación. Sin embargo graves obstáculos impiden una victoria decisiva, renunciando San Martín al poder en 1822, y decidir el congreso inca, en 1823, invitar a Simón Bolívar para que condujese la guerra en dicho país.

Bolívar en la sierra

Una vez superadas por el Libertador Simón Bolívar, las difíciles circunstancias políticas acarreadas por las facciones prorrealistas de José de la Riva Agüero de una parte, y José Bernardo de Torre Tagle por la otra, el héroe caraqueño emprende en marzo de 1824 y en forma activa, las operaciones para buscar a los enemigos en la sierra peruana, haciendo desplazar las fuerzas a su mando, de 8 mil efectivos, desde las playas de Trujillo, hasta Pasco, población situada a 4 mil metros de altitud. La lentitud de una movilización que requirió de cerca de tres meses para su completa culminación, permitió a tropas con mucho componente que provenía de tierra baja y clima tropical, aclimatarse en cotas a las cuales nunca habían accedido y donde como se sabe, la porción de oxígeno disminuye, para ser suplida por ozono, enrareciéndose el ciclo respiratorio para aquellos soldados que vivieron siempre en las llanuras de Venezuela y Nueva Granada. Y Bolívar atinó en sus previsiones, por cuanto los meses que transcurrieron para el paulatino ascenso y aclimatación, entre marzo y julio de 1824, dieron suficiente acondicionamiento a las tropas, para operar en estas elevadas regiones de los Andes peruanos y obtener con su arrojo el triunfo en el primer encuentro bélico de este año, el 6 de agosto como se sabe, en la planicie de Junín.

La invitación

Y entusiasmado el Libertador con la posibilidad de contar con O’Higgins en el tren de sus altos oficiales, le formuló invitación, dado que aquel que junto a José de San Martín había alcanzado con la jornada de Maipú de 1818, la independencia plena de Chile, constituía un factor de intimidación para las fuerzas monarquistas, que controlaban la sierra peruana, dado que numerosos derrotados de Maipú, se integraron a las fuerzas del virrey José de la Serna en el Cuzco.

“Siempre que su salud se lo permita…”

“(…) un bravo como Ud no puede menos que dar nuevo grado a nuestro Ejército (…) ofrezco a Ud un mando… propio a distinguir a cualquier jefe que quiera señalarse en un campo de gloria, porque un cuerpo de la Gran Colombia a las órdenes de Ud debe contar con la victoria (…) siempre que la situación física y moral de Ud pueda permitirle este sacrificio (…) Acepte Ud mi querido general, los sentimientos de la distinguida consideración con que soy de Ud atento servidor” (Simón Bolívar a Bernardo O’Higgins, Huaraz, 14-06-1824).

Sinóptico

1898

Alberto Adriani pensó en un proyecto económico de país

Este día nació en Zea (Mérida), Alberto Adriani, quien ejerció la cartera de Hacienda en 1936, durante el gobierno de Eleazar López Contreras. Adriani, quien murió de fiebre repentina a sus 36 años de edad, esbozó lineamientos para una política de soberanía económica del país, en tiempos en que los hidrocarburos daban un vuelco estructural a la vida venezolana nacional, y se catapultaba el brusco ciclo migratorio del campo a la ciudad.

Adriani defendía la preeminencia de la agricultura y producción nacional, sobre el comercio importador. Adriani afirmó: “Es oportuno que estudiemos la mejor manera de aprovechar… la prosperidad que podría ser pasajera, traída por el auge de nuestras industrias extractivas, con el designio de edificar las bases de nuestra prosperidad permanente».

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