Néstor Rivero Pérez

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El 21 de febrero de 1972, Richard Nixon, presidente de Estados Unidos, en el marco de su visita de una semana a la República Popular China, se reunió por primera vez con el presidente de esta última nación y líder del Partido Comunista, Mao Zedong, en un acercamiento que sorprendió a la opinión pública mundial. El encuentro contribuyó de modo notable a un cambio de perspectiva en la dinámica geopolítica internacional.

Operación Marco Polo

La visita del presidente Nixon, iniciada el 21, se extendió hasta el 28 de febrero de ese año, sosteniendo el mandatario estadounidense un conjunto de reuniones con el primer ministro Zhou En-Lai, además de otros altos funcionarios, e igualmente realizando visitas a la Gran Muralla y otros sitios de interés histórico. La crucial visita del titular de la Casa Blanca a China venía siendo preparada con más de un año de antelación.

En efecto, en julio de 1971 el asesor de Seguridad de Nixon, desde un año antes, dentro de una estrategia diplomática a la cual se dio como nombre Operación Marco Polo,  hizo una visita secreta a Beijing, para acordar con Zhou, términos de un acercamiento que resultasen beneficiosos para ambas partes. Y trazando un diseño de “camuflaje”, el viaje de Kissinger a China se organizó como un recorrido por varios países asiáticos “Guam, Saigón, Bangkok, Nueva Delhi, Islamabad y, luego París… los demás destinos eran excusas para justificar su viaje sin llamar la atención” [https://sicreesinnovas.com]. Y había interés de EE. UU. de mantener el sigilo en sus contactos con China debido a la Guerra de VietNam, en cuyo territorio se había “empantanado” la gran potencia tras su invasión abierta desde marzo de 1965 en apoyo al “Viet Nam del Sur”, al tanto que China daba apoyo al VietNam del Norte presidido por Ho Chi Minh, igualmente les distanciaba la cuestión de Corea y el caso “Taiwán”, que la RPCh ha reclamado hasta hoy como parte de su territorio.

Pakistán intermediario

Tras arribar en su periplo asiático a Islamabad, Pakistán, Kissinger fue recibido por el presidente de dicha nación, Yahya Khan. Este último mantenía relaciones de confianza con Washington DC, así como con China, lo cual facilitó los contactos. Así, aparentando que viajaba a una zona montañosa de Pakistán para reponerse de afecciones físicas, Kissinger tomó un avión rumbo a Beijing, donde se vio con el premier de la RPCh. Y fue este encuentro con Zhou Enlai lo que haría posible al año siguiente “el histórico viaje del presidente Richard Nixon a China” [Ibídem].

Ya en abril de 1971 Zhou había declarado que para reanudar las relaciones con EE. UU. -cuya embajada en Beijing había sido cerrada en 1949, luego del triunfo de las fuerzas revolucionarias de Mao “hace falta una reunión de alto nivel (…) Dado que no tenían relaciones formales, usualmente se valían de países amigos de ambos, como Francia, Polonia, Rumanía o Pakistán” [Ibídem].

Mutuo interés

Del mismo modo, estaba en el interés de EE. UU. ahondar la separación entre la China de Mao y la URSS, cuyo distanciamiento se inició con  Nikita Jruschov, quien planteaba la “convivencia pacífica” con Occidente, al tanto que Mao se erigía como auténtico foco del socialismo mundial. Del mismo modo “los norteamericanos necesitaban reducir su presencia en Asia, que era costosísima. Además, en 1972 se celebraban elecciones y… Nixon precisaba un golpe de efecto internacional… viajar a China se convirtió en el objetivo perfecto” [https://nuestrotiempo.unav.edu/es]. Nixon, un tajante anticomunista como se sabe, era consciente de un hecho inocultable: “Ya no se podía excluir al gigante asiático del concierto internacional, algo que el Presidente había revelado en su discurso inaugural de 1969: ‘No podemos permitirnos que cientos de millones de personas continúen en un aislamiento hostil” [Ibídem].

Comunicado de Shanghai

“(…) el progreso hacia una normalización de las relaciones entre China y EE. UU. está en el interés de todos los países; ambos desean reducir el peligro de un conflicto militar internacional; ninguno debería buscar la hegemonía en la región del Asia-Pacífico y ambos se oponen a los esfuerzos de cualquier otro país o grupo de países a establecer tal hegemonía” [27/02/1972].

Sinóptico

1965

Malcon X

Este día fue asesinado en Nueva York el orador y líder antisegregacionsita Malcom X, quien personificó la protesta contra la discriminación de que era víctima la población afrodescendiente de EE. UU. En EE. UU. ha pervivido, como se sabe, una corriente supremacista blanca heredera de la discriminación y esclavismo del siglo XIX. Y mientras Martin Luther King propugnaba y lideraba el más grande movimiento civil y pacífico a favor de la población negra en la historia de los Estados Unidos, Malcom X ponderaba iniciativas de mayor radicalidad, como la de que EE. UU. cediese una parte de su territorio para que la población afroamericana residiese y pudiese vivir en paz.

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