Néstor Rivero Pérez

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El 16 de marzo de 1520 falleció el cartógrafo alemán Martin Waldseemüller, quien fue el primero en asignar el nombre “América” al continente adonde llegó Cristóbal Colón el 12 de otubre de 1492, conectándolo con las rutas marítimas del comercio global y dando inicio al ciclo de conquista y colonización por la Corona española y otras potencias europeas.

Conjeturas de un cartógrafo

Este alemán, quien de joven estudió matemáticas, geografía y cartografía, se abocó a examinar las nuevas agregaciones que correspondían a un plano mundial, o mapamundi, con miras a formar un conjunto que integrase con el máximo rigor posible -y a partir de un sinnúmero de conjeturas y conexiones de los mapas parciales trazados por exploradores y primeros conquistadores europeos, que lograba conseguir y reunir sobre su mesa de trabajo- una visión fidedigna, de la forma en que se encontraban distribuidos mares y continentes del globo.

Cada año, nuevas extensiones

Su trabajo resumió y puso a tono con las últimas novedades obtenidas, la información suministrada por el planisferio de Enricus Martellos, de 1491, en el cual el borde sur de Asia aparecía mucho más extendido al sur de lo que es en realidad, igualmente África, al tanto que del continente americano como tal, no se hace ningún registro. Para diseñar su ‘Universalis Cosmographia’, Waldseemuller examinó igualmente el planisferio de Cantino, perfilado en 1502, y el de Nicolo Caverio, de 1505. Y sobre el trazado de una cartografía al que cada año se sumaban extensiones ignoradas por las cohortes de viajeros anteriores, Waldseemuller concluyó en que el Nuevo Mundo formaba una masa de tierra continental separada del Asia.

¿Waldseemuller, inventor de América?

Había ocurrido que hasta 1507, año en que Waldseemuller hizo publicar mil ejemplares de su Universalis Cosmographia, todos los dibujos, cartogramas y mapas parciales de navegantes y exploradores, presentaban al Nuevo Mundo como parte de Asia, incurrían en el mismo error de estimación que había hecho creer a Cristóbal Colón que sus cuatro viajes le habían llevado a las aguas de Catay (China) o costas del Cipango (Japón). Y ello se originaba en la creencia de la época, acerca de que la Tierra poseía un diámetro un tercio más pequeño al que en realidad le distingue, aunado ello al hecho de que los grandes viajes interoceánicos y de circunnavegación apenas se iniciaban por entonces, gracias al diseño de las novedosas naos y carabelas, provistas de brújula y astrolabio.

¿Enmendar el error?

Desconociendo Waldsemuller las travesías de Colón, y teniendo como fuente de información sobre la existencia del Nuevo Mundo los mapas de Américo Vespucci, quiso honrar con el nombre de este último al continente que en adelante aparecería como masa de tierra distinta al Asia. No obstante en 1513, develado el ciclo de penetración europea y vista la circunstancia exclusivamente desde la perspectiva de la ciencia geográfica y la cartografía, en sus nuevas ediciones Waldseemuller sustituyó el nombre de América, por el de “Tierra incógnita”; sin embargo ya la palabra “América” circulaba en las reimpresiones que otros hacían a lo largo de Europa al  Universalis Cosmographia, y a su libro Cosmographiae introductio, “primera obra geográfica en que se emplea el topónimo de América” [https://dbe.rah.es] popularizándose muy pronto, en atención a las riquezas y extensiones coloniales de que por entonces comenzaron a disponer las potencias europeas, con su sojuzgamiento de la población nativa.

“América” como palabra

“No sería sino hasta 1507 cuando Martin Waldseemüller, dibujaría en un pergamino la palabra «América» por primera vez en la historia de los mapas (…) Aquel singular acontecimiento abrió un nuevo mundo de posibilidades, a todos los niveles. Y completó, de forma definitiva, la visión del planeta que los humanos de aquel tiempo tenían” [https://magnet.xataka.com].

Sinóptico

1780

Manuela Beltrán

Este día tuvo su inicio el levantamiento popular del oriente neogranadino conocido como Rebelión de los Comuneros del Socorro, con influjo en La Grita (Táchira).

En el hecho tuvo participación fundamental la dama Manuela Beltrán, quien proclamó el desconocimiento de los gobernantes neogranadinos, incitando a la movilización de sectores pobres, junto con los agricultores y comerciantes, unidos todos en el reclamo contra el alza de impuestos establecido por las autoridades. Manuela Beltrán provenía de una modesta familia dedicada a la manufactura de tabaco.

Al grito de «Viva el Rey y muera el mal gobierno», Manuela procedió a arrancar y arrojar al piso el papel contentivo del edicto que informaba un alza de los impuestos; los pobladores en ese lapso inicial la hacen lideresa del movimiento. Años después el Precursor Francisco de Miranda, radicado en Europa, la menciona en sus escritos caracterizándola como “la viejecilla que inició tan sonada rebelión”.

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