Néstor Rivero Pérez

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El 3 de septiembre de 1905 nació en la ciudad de Barinas, Alberto Arvelo Torrealba, educador y poeta criollista, cuya obra poética “Florentino el que cantó con el Diablo”, inspiró la cantata criolla -drama operático nativista que integra el repertorio del Orfeón Universitario-, así como el contrapunteo musical “Florentino y el Diablo”, con versiones del grupo Los Cuñaos e igualmente del Carrao de Palmarito y José Romero Bello.

Docente y gobernador

A partir de sus veinte años Arvelo Torrealba se inició como docente, impartiendo durante los años treinta y luego de forma intermitente, clases en colegios y liceos del interior y la capital de la República, desempeñándose asimismo como profesor de Literatura en el Instituto Pedagógico de Caracas. Entre otros cargos públicos ejerció durante la administración de Eleazar López Contreras, como secretario de Gobierno del Estado Barinas, ejerciendo, durante el mandato de Isaías Medina Angarita la gobernación de dicho Estado, distinguiéndose por su gestión en la limpieza de cauces fluviales, tarea de primer orden para mantener las rutas comerciales de Apure y Barinas.

El llano en versos

Al igual que en otras latitudes del mundo, cuyo paisaje -denominado pampas o estepas-, se caracteriza por la planicie, las distancias, el ganado y las corrientes fluviales, y ha inspirado a creadores como José Hernández, autor del poema gaucho Martín Fierro, o Hermann Hess, el novelista de El lobo estepario, también en Venezuela la sabana o llanura ha sido eje temático del ensayo, la novela, la poesía y el canto coplero. Así, los versos de Francisco Lazo Martí, Germán Fleitas Veroes y Ernesto Luis Rodríguez, entre otros, y cuyos versos se escucharon en recitales o con acordes de Ignacio “Indio” Figueredo, Juan Vicente Torrealba o Simón Díaz. Del mismo modo la obra de Alberto Arvelo Torrealba constituye veta a la cual continuamente ocurren arreglistas e intérpretes para ofrecer sus dotes ante el público amante de la llaneridad.

Los dos Florentinos

Numerosos personajes, tradiciones, escenas y leyendas de la sabana, si bien provienen en distintos casos del siglo XIX, encontró su remisión a la literatura escrita durante el siglo XX. Pancha Duarte, inspiradora del poema “Ánimas del Taguapire” en la pluma de José Armas Chitty, o la propia Doña Bárbara, recia fémina de Apure cuya historia conoció Rómulo Gallegos en su primer viaje a San Fernando, hacia 1926, conjugan historia real con fábulas. Sin embargo, el punto donde esta mezcla de ficción y sucesos verídicos alcanza su coronación, es en la historia de Florentino. Gallegos, apellidándole Coronado y con apodo de “Quitapesares”, lo llevó a la novela bajo el título de “Cantaclaro. Y en 1950, Arvelo Torrealba publica su extenso poema Florentino el que cantó con el Diablo, también conocido como “El Reto”.

 

En Santa Inés

En tanto el enamoradizo protagonista de la novela galleguiana y crítico de los jefes civiles, se pierde detrás del último caudillo alzado en una de las guerras civiles que -al paso de uno a otro siglo- sacudían los caseríos llaneros, el Florentino de Arvelo se ambienta en el caserío de Santa Inés, aguardando la llegada de su retador, quien se le había aparecido la noche anterior para convidarlo a contrapuntear. Con la maestría de quien domina en grado sumo la versificación, Arvelo mantiene en el curso de sus galeradas un tono insuperable de símiles y metáforas. Y al final de la obra, el autor preserva un espeso margen de penumbra que impide al lector u oyente del poema, develar el misterio de si el Diablo “se llevó” a Florentino, o si ciertamente este último derrotó a Satanás cuando cierra su contrapunteo –Florentino-, invocando a la “Sagrada Virgen del Real”.

Sinóptico

Simón Bolívar y el reparto de tierras

Este día el Libertador Simón Bolívar, Jefe Supremo de la República, dictó en su cuartel general de la “Antigua Guayana”, un decreto sobre “Secuestro y Confiscación de Propiedades Raíces y Bienes Muebles Pertenecientes a los Realistas Emigrados”. Dicho acto administrativo constituye el primer antecedente en la política de redistribución y reparto de tierras, bienes e inmuebles de la historia republicana, y que se identifica como “Decreto sobre Reparto de Bienes Nacionales a favor de los soldados de la Guerra de Independencia, viudas y huérfanos”, dado el 10 de octubre del mismo año. Entre las medidas con fuerza de ley -unas diez en total- por esos mismos días, destacan el decreto que establece los tribunales de secuestro, otro referido a la Comisión para el Reparto
de Bienes Nacionales y, especialmente el que dispone los términos de dicha repartición. En materia social, ya en 1816 el Libertador había proclamado en Carúpano, y a poco confirmado en Ocumare, la abolición de la esclavitud, primeros actos donde se acomete con resolución la justicia social. El héroe caraqueño reivindicaba así a los soldados, viudas y huérfanos de la emancipación.

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