Néstor Rivero Pérez

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El 18 de abril de 1480 nació en Valencia (España) Lucrecia Borgia, hija del poderoso renacentista español Alejandro Borja, radicado en Roma y quien jugaría rol de primer orden en sucesos de orden político en la Europa de su época.

Pater familia y pontífice

El progenitor de Lucrecia, Rodrigo Borgia, quien en 1492 fuere elegido Papa con el nombre de Alejandro VI, fue el principal artífice del Tratado de Tordesilla de 1496, primer gran concordato mediante el cual dos grandes potencias, en este caso España y Portugal, se repartieron los territorios coloniales del mundo conocido, dando inicio al ciclo expansionista de conquista y colonización en América y las Filipinas, privilegiando a España frente a su contraparte lusitana. “Alejandro VI, es uno de los papas más polémicos de la historia (…) muchas de las faltas que se le reprochaban -carácter arrogante, su nepotismo o vida disoluta- eran práctica común en la Iglesia y de ellas pecaban también muchos de quienes le acusaban. Lo que no le perdonaron sus enemigos fue que se comportara como señor en tierra extranjera, sin preocuparse como mínimo de guardar las apariencias” [https://historia.nationalgeographic.com.es].

Lucrecia: La leyenda negra de “un peón”

La figura de Lucrecia Borgia ha pasado a la historia como expresión de un ser infame que utilizaba sus encantos para alcanzar propósitos inconfesables, procediendo sin escrúpulo respecto a sus respectivos cónyuges y sus propios vástagos. “Tal vez es una de las mujeres más calumniadas de la historia. La hija del papa Alejandro VI fue acusada de todo tipo de atrocidades durante varios siglos –incluso se llegó a decir que poseía un anillo hueco para contener venenos y verterlos convenientemente en la copa de algún infortunado–. Ya en pleno siglo XIX, incluso el famoso dramaturgo francés Víctor Hugo, la definió como una mujer viciosa, despiadada y maestra en venenos a pesar de que, evidentemente, no pudo conocerla en persona.” [Ibídem]. Siendo mujer de excepcional belleza, Lucrecia constituía para cualquier pretendiente un preciado botín, no solo por su atractivo femenino, sino por el significado de poder que ella representaba al adquirir -quien con ella contrajese nupcias- títulos y posesiones a que solo accedían en Europa muy contados individuos. Así, Lucrecia Borgia “se convirtió en valioso peón de intrigas palaciegas y las políticas matrimoniales de su familia. Casarse con ella constituía el premio gordo, pues suponía una alianza con la familia más poderosa de la época” [Ibídem]. Muy enamorada de Fernando de Aragón, el segundo de sus tres esposos, Lucrecia padeció emocionalmente con el asesinato de aquel, aceptando de forma sumisa la solicitud de su padre para su tercera unión, ahora con Alfonso de Ferrara. Y tanto en la muerte de Fernando, como en su último enlace, mediaron móviles políticos, respecto a los cuales Lucrecia operó como agente pasivo de las ambiciones de su padre, el papa Alejandro, y su hermano César Borgia.

 

Maquiavelo y el Príncipe

Entusiasmado en el proyecto de unificación de Italia, por entonces dividida en varios principados y repúblicas, Nicolás Maquiavelo posó sus ilusiones políticas en César Borgia, hermano de Lucrecia y una figura que inspiró su obra, El príncipe “(…) este escrito se concentra en tres Borgia: Calixto III, Alejandro VI y el hijo de este último, César. La razón… es que… la vida y obra de estos hombres, sobre todo de Alejandro VI y César, causaron gran impresión en Maquiavelo. Así, al conocer el ambiente y el entorno de estos hombres, se podrá entender algunos de los principios políticos y morales considerados emblemáticos de Maquiavelo (…) los Borgia y Maquiavelo tienen un denominador común, pues en su época como en la posteridad, los han condenado irremisiblemente por conductas políticas y morales escandalizantes; a él por elevar al nivel de la teoría política muchas de esas conductas y actitudes” [https://www.scielo.org.mx].

Sinóptico

1828

Motín de Chuquisaca

Este día se produjo el Motín de Chuquisaca, en medio del cual acaeció un atentado contra el Gran Mariscal de Ayacucho, Antonio José de Sucre, que le dejó por el resto de sus días incapacitado del brazo derecho. El motín se inscribía dentro de los planes de la oligarquía limeña y su generalato, de rechazar el proyecto anfictiónico del Libertador Simón Bolívar, y dejar sin efecto la Constitución de Bolivia de 1826, aprobada también por Perú.  Esa misma noche, al enterarse del motín, Sucre se apersona a las puertas del cuartel, formulando llamados conciliatorios. Sin embargo, de los amotinados surge uno quien sin mediar términos, dispara contra el héroe, derribándole. ¿Hubo interés específico en liquidar a Sucre? La hipótesis surge por la enemistad que los patrocinantes principales de los sucesos, La Mar y Gamarra, habían expresado contra Simón Bolívar y en la cual se mezclaban ambiciones políticas, con celos personales.

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