Néstor Rivero Pérez

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El 30 de mayo de 1778 murió en París (Francia), a sus 84 años, François-Marie Arouet, conocido con el apelativo de Voltaire. A la altura de Isaac Newton, John Loocke y J. J. Rousseau, su obra representa una cúspide de la ilustración y el pensamiento filosófico, que prohijó las revoluciones políticas de los siglos subsiguientes.


¿Sintagma?

¿Qué significa la palabra “Voltaire”? De acuerdo a la web Wikipedia, hay tres hipótesis; una es “pequeño voluntario”, apelativo que le asignaron en su casa de niño; otra, un anagrama de “Arouet, el Joven” que es la de mayor acogida, y una tercera sugiere que configura un sintagma. Fernando Savater reclama para dicho término la advocación de “revoltoso” debido al espíritu innovador de quien “subleva” el orden de tradiciones establecidas.

Perfectibilidad

Voltaire confía en la perfectibilidad del género humano. ¿Puede haber un mejor mundo? De alguna manera el tema lo plantea en su relato del “Cándido”, quien vivía en el mejor de los mundos posibles, por cuanto otros marcos históricos pudieren ser peores. La idea de progreso político y de las instituciones subyace en el pensamiento de Voltaire, quien será no obstante rudo crítico de su época. Así su noble propósito, matriz de la ilustración, será germen del programa revolucionario y social que se ponga en boga desde finales del siglo XVIII, y pasa por los proyectos socialistas de los siglos XIX, XX y XXI.

Las trabas

Para Voltaire, deísta o seguidor de la religión natural, la alianza entre la Corte, banqueros y clero, constituía obstáculo para una sociedad mejor. Padre de la Ilustración, sostenía: “el conocimiento humano podría combatir la ignorancia, la superstición y la tiranía para construir un mundo mejor. La Ilustración tuvo una gran influencia en aspectos científicos, económicos, políticos y sociales de la época” (Wikipedia). Así la holganza de los nobles, la superstición derivada del uso de la religión y la ignorancia sustentada por el orden feudal, obstruían el conocimiento y el progreso. Sin embargo, Voltaire no propugnaba la violencia revolucionaria, sino el conocimiento como instrumento para alcanzar los magnos propósitos, apostrofando del uso “maligno y corrupto que se hace de dicho poder por parte de dichas autoridades” (https://guillermocracia.blogs).


Cinismo y demolición

Voltaire escoge la postura de un cinismo radicalmente crítico, abierto a la demolición de las costumbres que someten y castran al hombre ante el poder de la ignorancia, superstición e injusticia, empero sin propugnar acción violenta. “Es lo que llamaríamos el cinismo para la demolición (…) mantener una postura combativa… manteniéndose en la brecha para luchar por lo correcto, porque las cosas sean mejor, o al menos porque no empeoren” (https://guillermocracia.blogs). Ecos de esta postura por cierto, se encuentran en el Discurso ante el Congreso de Angostura pronunciado por Simón Bolívar, en 1819. En todo caso recuérdese que Voltaire filosofaba y disentía de su tiempo;
empero aceptaba los honores y caudales provenientes de sus escritos y sus mecenas.

Tolerancia

A Voltaire se le atribuye una de las frases más célebres de la historia: “No comparto lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo”. Voltaire asume una actitud de rebeldía subversiva para su tiempo de intolerancia. Y si bien la paternidad suya respecto a la referida expresión no está confirmada, sí la actitud que la misma encierra, tal como fue dada a conocer por primera vez, “en 1906 por Evelyn B. Hall, en su libro Los amigos de Voltaire. El filósofo dio
voz a la tolerancia, y como personaje la hace disertar frente a los excesos de la sinrazón: “Soy yo sola la que, en una nación, detiene las consecuencias funestas de la división interminable entre nobleza y magistratura, entre esos dos estamentos y el clero, incluso entre burgueses y campesinos” (Tratado sobre la Tolerancia). De su voluminosa obra destacan Cartas filosóficas, El siglo de Luis XIV y Cándido o el optimismo.


Sinóptico

Día del Geógrafo

Una de las ciencias sociales que ofrece mayor aporte en la comprensión de la problemática de los grandes conglomerados humanos y su relación con el territorio, es la geografía. En Venezuela el Instituto Simón Bolívar y el Instituto Nacional de Estadística, este último con su sección para el área de Cartografía, la actualización del Registro de Unidades Inmobiliarias (RUI), cumplen utilísima función en bien del país. Alejandro von Humboldt, Agustín Codazzi y otros estudiosos con su perspectiva de Geografía Física, ampliaron los horizontes de esta ciencia y sirvieron como base para el desarrollo y evolución de la geografía en el mundo, y principalmente, en nuestro país. Y docentes como Pablo Vila, Ramón Tovar y Pedro Cunill Grau, dentro del enfoque de conjunto de la Geografía como ciencia social y humana, reivindican con su obra dicha rama del saber humano.

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