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Néstor Rivero Pérez

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El 7 de marzo de 1825, hace doscientos años, el Libertador Simón Bolívar escribió epístola al historiador neogranadino José Manuel Restrepo, persuadiéndole de que no cobijaba malquerencia contra el vicepresidente Francisco de Paula Santander, por entonces al frente de -la Gran- Colombia. En la misiva el Padre de la Patria asienta una de sus frases más célebres: “Mis cóleras pertenecen a los relámpagos que pasan con ellas”.

Santander y el Libertador

Desde que ambos se conocieron en los primeros meses de 1813, cuando al término de la Campaña del Magdalena, el joven brigadier Simón Bolívar, al frente del Ejército Patriota, aguardaba entre Cúcuta y el Valle del Espíritu Santo de La Grita, autorización del Congreso neogranadino para avanzar dentro del territorio venezolano, con el designio de deponer al gobierno monarquista jefaturado por Domingo de Monteverde.

Hasta la desaparición física del Libertador en Santa Marta de 1830, las relaciones entre el general Santander y el héroe caraqueño pasaron por lapsos de fraternal acercamiento y distanciamientos, que culminaron con la presunta complicidad del primero, en el atentado de la noche del 28 de septiembre de 1828 y que por poco le cuesta la vida al Libertador.

Entre otros momentos de separación destacan la decisión en 1813 del entonces sargento mayor Santander, junto al general Manuel del Castillo y Rada y con los cuerpos a su mando, de desistir en el acompañamiento a Bolívar en las operaciones que la historia reconoce como la Campaña Admirable.

Para Castillo y Santander -a diferencia de Antonio Ricaurte y Atanasio Girardot-, la incursión en Venezuela resultaba temeraria en atención a la disparidad de las fuerzas. El ciclo de combates invictos de 1813 dio la razón a quien la historia tributa como el Libertador.         

Contexto político

En todo caso, Francisco de Paula Santander, quien al igual que otros futuros próceres se incorporó a la causa republicana desde el día de la revuelta conocida como el “Florero de Llorente”, en la Bogotá del 20 de julio de 1810, se distinguió por su gran valor personal, disciplina y constancia en el orden y la formalidad.

De allí que el Padre de la Patria le apellidase “El Hombre de las Leyes”. Y los momentos en que estrechó su voluntad a la de Bolívar, produjeron grandes resultados: En 1818 y 1819, la suma de su liderazgo sobre guerrillas del Casanare, dentro de los planes del Libertador dio como resultado los triunfos de Gámeza, Vargas y Boyacá, con la subsecuente liberación de Nueva Granada. Y en 1821, dicho aunamiento se expresaría en los recursos necesarios para la ejecución de la campaña de Carabobo e independencia de Venezuela, cultivándose en estos años una amistad y mutua valoración que en mucho contribuyó a la primera fase de las Campañas del Sur y de Perú, y posterior creación de Bolivia.

La Ley del 28 de julio

En 1824, al tiempo que el Libertador dirigía el ascenso del Ejército Unido desde la costa a la cordillera peruana, para “buscar al Virrey en el Cuzco, librar una batalla y poner fin a la guerra”, a su vez solicitaba de Bogotá el envío de nuevos contingentes y recursos materiales, el Congreso grancolombiano sancionaba el 28 de julio, una Ley mediante la cual, con miras a proteger la integridad del Presidente de -la Gran- Colombia, se le despojaba de sus facultades para conceder ascensos y dirigir al Ejército Auxiliar en las zonas en guerra.

La fortuna de contar con un lugarteniente como A. J. de Sucre, en el marco de una evidente disparidad de fuerzas, evitó a Bolívar y a los republicanos de la América Meridional, una finalización calamitosa en las Campañas de Perú y del Alto Perú.

“Una Ley que no me honraba”

“A Ud. le han persuadido de que yo he estado incómodo con el Congreso (de la Gran Colombia) y con el Vice Presidente ‘Todo es falso… y muy falso’. Es verdad que en aquel momento me pareció la Ley embarazosa y que el fundamento de ella no me honraba. También creí que el Vice Presidente había sido generoso a costa mía. Digo ‘a costa’, porque yo creía perder por acá con la oferta generosa del desprendimiento del Vice Presidente” (Blanco y Azpurúa, Tomo 9, pág 608).

Sinóptico

332 aC

Aristóteles

Este día murió en Calcis (Grecia), el filósofo Aristóteles, cuyo legado intelectual contribuyó como ningún otro filósofo de la antigüedad, a sistematizar el conocimiento adquirido por la humanidad.

Forma junto a Sócrates y a Platón, la tríada universal de pensadores griegos. Aristóteles dio lectura propia a los grandes sistemas de ideas provenientes de los presocráticos: su empeño por dar organicidad a distintos ámbitos del discurrir reflexivo, resultó superior al de sus antecesores, constituyéndose en base de la filosofía occidental.

Antes que él, Heráclito había sostenido que el ente “deviene y todo se transforma en un proceso de continuo nacimiento y destrucción, al que nada escapa”, y Demócrito descubría el principio del átomo.

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