Tal día como hoy Vasili Shuikov asume jefatura del Ejército Rojo de Stalingrado
Cercano siempre al combate, su presencia contribuyó a la moral de las tropas y a la victoria sobre las fuerzas alemanas.

Néstor Rivero Pérez
El autor es historiador, docente y abogado.
El 13 de septiembre de 1942 el general Vasili Chuikov asume la jefatura del 64º Ejército de Infantería de la Unión Soviética, el cual defendía la estratégica ciudad de Stalingrado (Volvogrado), en contra de los ataques del 6° Ejército Alemán, que respondía al plan de Adolfo Hitler para destruir la URSS y controlar sus cuantiosas riquezas energéticas en el mar Caspio.
Semanas después Chuikov se vio transferido al mando del 62° Ejército de la URSS, en la misma ciudad de Stalingrado. Cercano siempre al combate, su presencia contribuyó a la moral de las tropas y a la victoria sobre las fuerzas alemanas.
Varios generales
Stalingrado (hoy Volvogrado) se ubica en la confluencia de los ríos Volga y Tsaritsa, franja de la actual Federación Rusa e inmensamente rica en hidrocarburos, de los que adolecía Alemania.
Así, cuando los alemanes enfilan sus blindados rumbo a dicha capital, Stalin pone al frente al general Vladimir Kolpakchi, quien al mes es sustituido por Anton Lopatin. Sin embargo, sus magros resultados en la defensa, llevan a Stalin, jefe supremo de la URSS, a traer a Chuikov, quien se hallaba en China como asesor en la guerra de este país contra la invasión japonesa.
Bajo el liderazgo de Chuikov, el 64º Ejército y luego el 62°, contendrán la ofensiva alemana, obligando a las unidades de la Wehrmacht a permanecer el crudo invierno de 1942 en los alrededores de la ciudad, sin poder tomarla, ni evitar verse rodeadas por un millón de hombres del Ejército Rojo procedentes de distintas partes de la URSS. Ello desembocará en 1943, en la rendición del 6° Ejército alemán, el 2 de febrero de 1943.
La más violenta
La invasión alemana a la URSS y cuyo nombre en clave fue Operación Barbarroja, comenzó el 21 de junio de 1941. En septiembre del año siguiente, las tropas alemanas llegarían a las puertas de Stalingrado, combatiéndose en esta urbe a lo largo de cinco meses.
Concluida esta medición de fuerzas, los alemanes concentraron sus fuerzas en Kursk -Rusia central-, en un intento desesperado por hacer retroceder al Ejército Rojo, que ya iniciaba la contraofensiva, que debía llevarle triunfal a Berlín en mayo de 1945.
Si bien en Kursk combatieron tres millones de efectivos, más de 6 mil tanques y cuatro mil aviones -fuerza no movilizada en ninguna otra jornada bélica de la contienda-, debe apuntarse que la de Stalingrado, con su saldo de dos millones de víctimas fatales de los dos bandos y población civil soviética, la de Stalingrado es considerada la acción más sangrienta y con mayor número de víctimas tanto de la II Guerra Mundial como de la historia universal.
Consecuencias
Stalingrado marcó el punto de inflexión del poderío alemán. La heroica resistencia de los pueblos que formaron la URSS, especialmente la Federación Rusa, para imponerse sobre la Alemania nazi, exigió un costo de 20 millones de muertos. Y cuando todavía EEUU no poseía el arma atómica, sería la valerosa resistencia y contraofensiva soviética, la que marcó el declive y la caída del III Reich.
Sinóptico
1826
“Unidad de (la Gran) Colombia”
Este día, el Libertador Simón Bolívar dicta su Proclama de Guayaquil, con el propósito de conjurar el peligro de desintegración de la Gran Colombia, procurando contener por vía de la persuasión, las tendencias separatistas y tramas de algunos ambiciosos, con estímulo de funcionarios consulares de EEUU adversos al proyecto anfictiónico del Padre de la Patria. Este, procedente de Perú, arribó al puerto de Guayaquil la madrugada del 12 de septiembre. De inmediato examinó con hombres de su confianza la grave situación planteada por la decisión del general José Antonio Páez de separar a Venezuela del gran Estado. Páez procedió de este modo ante la amenaza de un juicio en el Congreso en Bogotá, promovido por el partido santanderista. La primera actuación de Bolívar, propia de un alma elevada, fue dictar el 13, una proclama de perdón, ofreciéndose como único culpable, “No he venido a tiempo”.
Recuerda Indalecio Liévano Aguirre, que Bolívar al informarse de la situación calamitosa del país se sorprende, ante el malestar contra las autoridades de Bogotá y especialmente el vicepresidente Santander. Finalmente Bolívar con su prestigio y su gloria salvará la unidad de Ecuador, Nueva Granada y Venezuela hasta 1830, cuando con él sucumba la gran patria.
En su Proclama el Libertador expuso los sentimientos de un espíritu grande: “El grito de vuestras aflicciones penetró mis oídos… y he venido a traeros una rama de oliva (…) arca de la salud (…) no he querido saber quién ha faltado. Os llevo… dos brazos para uniros en mi seno; en él entrarán… granadinos y venezolanos. En vuestra contienda no hay más que un culpable: Yo lo soy. No he venido a tiempo (…) todos somos (gran) colombianos.- Bolívar / Sept. 13 de 1826”.