Néstor Rivero Pérez

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El 3 de octubre de 1934 el astrónomo Grigori Nikolaievich Neuimin descubrió un asteroide perteneciente a la órbita de Júpiter al que identificó con el número 1671. Dicho satélite sería renombrado treinta años después como “Chaika”, a propósito del primer vuelo espacial de la historia protagonizado por una mujer, Valentina Tereshkova, siendo aquel su nombre en clave durante la misión.

Aventura espacial

La acometida de la aventura espacial se mantuvo desde mediados del siglo diecinueve en el marco de la literatura de ficción, especialmente desde que en 1865 fuese publicada la obra De la Tierra a la Luna, cuyo autor fue Julio Verne. Durante la primera mitad del siglo XX la literatura sobre temas siderales atrajo la atención del público, al punto de llevarse al cine la trama de distintos libros. Será en 1961 cuando la Unión Soviética alcance el despliegue tecnológico indispensable para hacer orbitar al primer hombre en el espacio extraterrestre. Y el escogido fue Yuri Gagarin. Allí comenzaría la llamada carrera espacial, medición tecnológica entre las dos superpotencias de la época, la URSS y EEUU. Este último país, como se sabe, alcanzaría en 1967 el objetivo de enviar una tripulación humana a la Luna y traerla de regreso sana y salva.

Mujeres al espacio

Sin embargo, en los primeros tanteos espaciales, siendo muy alto el margen de riesgo, se prefería tripulación masculina, hasta que en 1963 de nuevo la agencia espacial de la URSS sorprendió al mundo colocando como piloto a una mujer, la cual resultó ser Valentina Tereshkova.

Quién era

Hasta hoy esta cosmonauta rusa mantiene el récord de la única mujer que ha permanecido sola en el espacio tres días; y no obstante, en décadas siguientes EEUU ha enviado tripulaciones mixtas al espacio incluso por un lapso mayor al de Valentina. Como joven empleada de una fábrica textil y estudiante de Ingeniería, Valentina destacó temprano por su afición al paracaidismo, resultando una de las cinco opcionadas entre cuatrocientas aspirantes para viajar al espacio, de acuerdo a los planes de la agencia espacial soviética en la época. En la escogencia de Valentina descollaron circunstancias como su extracción social proletaria, así como la circunstancia de que su padre se había distinguido en la II Guerra Mundial, y se le consideraba un héroe del país. En todo caso las otras cuatro postulantes poseían destrezas físicas y capacitación cónsonas con el diseño del vuelo espacial.

El viaje pionero

De acuerdo a su entrenador, Valentina mantuvo un desempeño intachable durante los preparativos y en los primeros momentos del vuelo, aplicándose con gran precisión. No obstante, ya encontrándose “en la órbita Tereshkova no pudo orientar la nave correctamente, debido al fallo en el sistema, y no se le permitió tomar el control manual de la nave, tal y como estaba planeado para el aterrizaje” (https://actualidad.rt.com); temían, los responsables en Tierra, que se descontrolasen las conexiones para el regreso.

Chaika

Y a pesar del malestar que acarreó la travesía espacial en su aparato digestivo, la cosmonauta logró soportar “48 giros alrededor de la Tierra. Pasó tres días en el espacio, siguió escribiendo el diario de a bordo y hacía fotografías de la atmósfera” (Ibídem). Tras Valentina Tereshkova vendrían otras dos rusas, Svetlana Savítskaia, quien en 1984 se impondría como la primera mujer en hacer una caminata espacial, y Elena Kondakova, quien en 1994 habría de permanecer durante 169 días en órbita. De este modo, para honrar la hazaña de la primera mujer en ir al espacio, se dio su apelativo en clave “Chaika” al asteroide jupiterino otrora conocido como “1671”.

Sinóptico

1899

Territorio Esequibo

Este día, un tribunal arbitral de cinco miembros, que se reunió en París, y del cual, a Venezuela, la parte agraviada, se le impidió formar parte, dictaminó de modo írrito que el Territorio Esequibo pertenecía a Inglaterra, consumándose este día uno de los despojos más ominosos por vía jurisdiccional contra un país periférico, de que se tenga conocimiento en las relaciones internacionales.

Dos árbitros norteamericanos y dos ingleses, completaron el quinto miembro, nombrando como presidente del tribunal arbitral al abogado ruso Frederick De Martens. De Martens, profesor de universidades inglesas y quien sostenía puntos de vista según los cuales “países como Venezuela eran pueblos bárbaros o semibárbaros”, manifestó su parcialidad hacia la parte británica y quiso en todo tiempo congraciarse con la reina Victoria.

De otra parte, los ingleses intimidaron a EEUU bajo la amenaza de que si la cuestión no se resolvía en la mesa, ellos tomarían todo el territorio hasta Upata y el Caroní.

Así, Inglaterra por un golpe de complicidades expandió hacia el oeste el territorio de su colonia, la Guayana Inglesa hasta la confluencia de los ríos Haiowa y Amacuro e Imataca y con derecho a navegar los ríos Amacuro y Barima. Venezuela siempre desconoció el Tratado de París.

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