VEA / Prensa Presidencial

El pueblo de Araure, en el estado Portuguesa, minó las calles de amor. La alegría se convierte en fuerza, las sonrisas se transforman en aliento, para decirle al Presidente que la esperanza está en la calle.

El mismo pueblo que ha sido fiel e indetenible desde el inicio, hoy sigue resteado, multiplicando el compromiso y las ganas de hacer Revolución.

El recorrido es interminable, la multitud sale al paso de todas partes y el Presidente Nicolás Maduro, saluda por aquí y por allá desde el vehículo que lo lleva piano a piano para no perderse de nada.

Aunque el protocolo de seguridad debe hacer su trabajo, la gente bien sabe que él preferiría ir caminando, tomando manos, abrazando y riendo con los suyos.

Son gente humilde, de a pie, líderes y lideresas de calle, otros más jóvenes que son partícipes activos del proceso que les dio la oportunidad de opinar y ser escuchados de verdad.

¡Cuántos gritos, cuántas lágrimas de la emoción incontenible! Lo admiran, lo quieren, lo sienten, porque es el pueblo mismo, es parte de ellos. Un solo sentimiento, una misma voz que retumba en todo el país.

Ahí va marchando Maduro, junto al pueblo, y se perfila el panorama de buen futuro, de que vamos bien, con optimismo, con ese ¡Vamos pa’lante!, que lo caracteriza.

Es su pueblo el que le marca el camino, en cada encuentro, en cada visita que hace por el país. Ahí están esperándolo, para decirle que siga luchando, que no está solo.

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