BRICS+: Desdolarización, moneda única y contradicciones internas 

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La autora es periodista y analista política. Ganadora del Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar 2022.

@lopez_yoselina

Yoselina Guevara López

La reunión de Ministros de Relaciones Exteriores de los BRICS+, celebrada en Ciudad del Cabo, Sudáfrica, el 1° de junio de 2023, señala el camino certero de estos países hacia la desdolarización y a dar el paso definitivo de crear una moneda única que pueda unir sus economías y protegerlas de represalias económicas, como las sanciones impuestas a Rusia. Para ello han solicitado el asesoramiento técnico del Nuevo Banco de Desarrollo (NBD), creado especialmente por el bloque, para entender mejor cómo podría funcionar la circulación de su moneda única. El objetivo del grupo sigue siendo el mismo: Posicionarse como bloque internacional a nivel económico y político, que representa el 42 % de la población del planeta, el 23 % del PIB mundial y una quinta parte del comercio internacional.

 

Nueva moneda en el horizonte

Desde el pasado mes de marzo, en Nueva Delhi, India, Alexander Babakov, vicepresidente de la Duma rusa, trajo a colación el desarrollo de una moneda para las transacciones transfronterizas entre los BRICS+. Unas semanas más tarde, el presidente de Brasil, Lula Da Silva, el 13 de abril en la toma de posesión en Shanghái de la brasileña Dilma Rouseff como presidenta del NBD, señaló: “¿Quién fue el que decidió que el dólar era la moneda después de la desaparición del patrón oro? (…) ¿Quién decidió que nuestras monedas eran débiles y que carecían valor?”.  

Evidentemente en este actual fortalecimiento del mundo multipolar, una moneda compartida por los BRICS+ tendría el poder de socavar no solo a Washington, sino a todo el G7 (Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, Francia, Alemania, Italia y Japón) y la Unión Europea, los cuales se han vuelto anacrónicos y visiblemente debilitados por doblegarse a la política exterior norteamericana, que sostiene fractura con Rusia, enfrentamiento con China y el Conflicto Rusia-Ucrania.

 

Subjetividad internacional

El progresivo ascenso económico y demográfico de las potencias emergentes que conforman los BRICS+,  ha contribuido a alimentar el proceso de declive relativo de Occidente, cuya primacía mundial está ahora más que nunca en entredicho. No obstante, dentro de este bloque emergente subsisten contradicciones importantes que para irlas solventando seguramente deberán continuar desarrollando un arduo trabajo para efectivamente consolidarse a nivel  geopolítico.

Entre estas diferencias internas destaca la falta de subjetividad internacional del bloque; este criterio se refiere a la capacidad de un organismo o grupo internacional de ser reconocido como sujeto del derecho internacional y por consiguiente tener obligaciones y derechos en relación con otros estados y organismos internacionales. Esto implica poder tener la capacidad de celebrar tratados, participar en litigios internacionales, adquirir bienes y poseer bienes inmuebles, entre otras cosas. La subjetividad internacional es importante porque permite a los organismos internacionales actuar como actores legítimos en el ámbito internacional y contribuir al mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales.

El artículo 6 de la Convención de Viena de 1986 introdujo la posibilidad de que las organizaciones internacionales celebraran acuerdos internacionales. Por supuesto, para que una organización esté dotada de subjetividad, debe poseer estructuras y funciones que la conviertan en sujeto efectivo del Derecho internacional. La Unión Europea, por ejemplo, es una organización dotada de subjetividad, en virtud de los tratados internacionales que la sustentan y de las estructuras establecidas por ellos. El grupo BRICS+ carece de tratados de referencia; por ahora están consolidando instituciones como el Nuevo Banco de Desarrollo, pero aún falta que se estructuren institucionalmente para poder tener una subjetividad internacional.

Políticas exteriores divergentes

En cuanto a la política exterior, es un criterio que puede entrar en contradicción con la injerencia y la soberanía, principios respetados dentro de los BRICS+, así como la imposición de criterios hegemónicos  en el bloque. Sin embargo es posible que los países miembros puedan trabajar en cuanto a la coordinación de sus políticas exteriores para poder tener realmente fuerza en el escenario internacional.

Hasta ahora lo que se observa es que hay una profunda asimetría entre las líneas políticas que siguen los países miembros de los BRICS+, la cual se ha puesto de manifiesto inclusive desde el inicio del conflicto Rusia-Ucrania en el año 2014. En ese momento la República Popular China no apoyó las acciones rusas, pronunciándose a favor de la integridad territorial de Ucrania. Al mismo tiempo, las sanciones económicas impuestas a la Federación Rusa y la caída generalizada de los precios de las materias primas, contribuyeron a aumentar significativamente la dependencia económica de Moscú con respecto a Pekín.

Por otra parte se encuentra el progresivo deterioro de las relaciones diplomáticas entre China e India, las cuales son evidentemente frágiles, pero que se han visto obligadas a convivir dentro de los BRICS+. Así mismo la política de “no alineamiento” de países como Brasil e India en el actual conflicto Rusia-Ucrania, hacen que dentro del bloque existan políticas exteriores decididamente divergentes que debilitan su accionar internacional como bloque de poder, pese a su creciente fortaleza económica. No obstante, la existencia del grupo BRICS+ y la iniciativa de incorporación de otros países,  demuestra la indudable presencia en el tablero internacional de potencias fuertes y emergentes, que están haciendo posible la construcción de un mundo multipolar.

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