Néstor Rivero Pérez
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El 9 de junio de 1815, culminó el Congreso de Viena, congregación de emperadores, reyes y diplomáticos de las potencias de Europa, que acordaron la nueva configuración territorial del Viejo Continente tras la primera abdicación de Napoleón Bonaparte como emperador de los franceses en 1814.

El mundo de 1814 y 1815
La ocurrencia de la Gran Revolución Francesa entre 1789 y 1799, y su sustitución por el régimen napoleónico a partir de este último año, dieron inicio a nuevas líneas de la realidad europea. El Viejo Mundo, pese a la derrota militar definitiva de Bonaparte en Waterloo en mayo de 1815, nunca volvió a ser el mismo: El impacto tanto de la Revolución Francesa en su programa antifeudal y democrático, como por la obra del corso, imponiendo el Código Civil y la extinción de la servidumbre, serían conquistas que perdurarían en la mayoría de los territorios que él conquistó. Para entonces Estados Unidos había comenzado su política expansiva con la compra de Lusiana a Francia y sus avances hacia Florida. Y, al sur de este continente, desde México hasta Buenos Aires, con mayor o menor suerte, los ejércitos patriotas combatían contra fuerzas españolas. En junio de 1815 Simón Bolívar permanecía en su largo exilio de Jamaica, para marchar en diciembre con rumbo a Haití.

Sexta Coalición
Por este tiempo el zar promueve la Sexta Coalición armada para hacerle la guerra a Napoleón Bonaparte. Por entonces el corso llevaba varios años imponiendo el bloqueo continental a Inglaterra. La Sexta Coalición reúne tropas del Reino Unido, Rusia, Austria y un grupo de Estados germánicos, con apoyo de Portugal y España. Alejandro tenía tres motivos de grave desavenencia con Napoleón, su antiguo aliado, desde el Tratado de Tilsit en 1807 hasta 1812. Uno era el control francés de Polonia, a que Rusia aspiraba; dos, la ejecución por parte de una fuerza bonapartista en la frontera norte de Francia, del duque de Erfurt, aspirante legitimista a la corona gala; y un tercer motivo, más personal, el desaire hecho por el emperador de los franceses a la hermana del zar, ofrecida en matrimonio al emperador de los franceses.

Sesiones y acta final
El 11 de abril de 1814 abdicó Napoleón Bonaparte, quedando reducido a la pequeña isla de Elba, en el Mediterráneo italiano; los gobiernos aliados acuerdan reunirse en Viena. Y en nombre de las monarquías comparecen a dicha capital el zar ruso Alejandro I, con su canciller el conde de Nesserole; por Inglaterra, el vizconde de Castlereagh y el duque de Weillington; por Austria, Clemente de Mertternich. En nombre de Prusia se apersonan el canciller Handergebr y Guillermo de Humboldt. Estos constituirán el grupo de “los Cuatro Grandes”, que tomarán las grandes decisiones sobre la reordenación y anexiones de territorios. También asistirán representantes de España y Portugal.

Impacto en América
En la América que combatía por su emancipación, el Congreso de Viena -a pesar de que las potencias negaron la petición del representante de Fernando VII, Pedro Gómez Labrador -del envío de un ejército coaligado contra los patriotas desde México hasta Río de la Plata-, sí tuvo impacto. Nadie se opuso al envío a las colonias de un ejército español de diez mil hombres al mando de Pablo Morillo, con la encomienda de sofocar “el germen de la revolución”. En todo caso, el Libertador Simón Bolívar ponderó la gravedad de las circunstancias que surgían de la derrota napoleónica en Europa. Así lo expresó en sus epístolas de mediados de 1815, cuando advertía del peligro que para la causa Emancipadora representaba la restauración del absolutismo monárquico en el Viejo Mundo, del cual formaba parte el régimen despótico de Fernando VII.

Sinóptico
1961
Revolucionarios en el aire
Este día el teniente coronel Juan de Dios Moncada Vidal dirigió una de las operaciones subversivas de mayor audacia en la Venezuela de la época: El secuestro de una aeronave que trasladaba como prisioneros a él y otros oficiales, desde Puerto Cabello a La Guaira, para ser llevados al Cuartel San Carlos, de Caracas, como nuevo sitio de reclusión. En el curso del siglo XX, se formaron en las academias militares del país, profesionales que desde particulares ópticas, objetaron hechos como el Tratado de Límites de 1941, las condiciones en que se daba la presencia de las compañías que explotaban la riqueza petrolera, y el rol de las FAN. Entre ellos destacaron Jesús María Castro León, el propio Moncada Vidal, Edito Ramírez, José Elí Mendoza Méndez, Nicolás Hurtado, Roberto Useche, José Isabel Gutiérrez, Manuel Ponte Rodríguez y otros quienes como Hugo Trejo asumían su propia posición crítica al orden establecido. Habiendo respaldado tentativas de distinto signo ideológico, a partir de 1962, Moncada Vidal asumirá en los ’60 el programa de las clandestinas Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN), de la que llega a ser designado comandante. Evidentemente el programa de las FALN era de signo antiimperialista, de liberación nacional, de industrialización y promoción de un gobierno progresista y popular.

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