De cumpleaños Edgar «Gordo» Pérez, insigne gladiador de La Vega

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Siempre leal a sus sueños y convicciones, libra una de las batallas más importantes de su vida. Fotos cortesía Lenín Lara y Rubén Villasana.

VEA / Ildegar Gil

Escribir o hablar sobre la caraqueña parroquia La Vega, sin aludir a quienes en ella han sembrado semillas de diversas luchas en pro del bienestar de sus hombres y mujeres, es hablar o escribir a medias.

En esta jurisdicción del oeste capitalino, históricamente, han floreado voluntades que -a riesgo -incluso-, de la vida misma-, han decidido oponerse y aminorar ¡o eliminar! desigualdades políticas, sociales, culturales, deportivas, económicas y de otras índoles surgidas de quienes desde la manipulación del poder han tratado de dictar políticas a seguir sobre esos aspectos.

Obviamente, interminable sería una lista que se intentara elaborar para destacar nombres y hasta apodos (muchos y graciosos los hay), para destacar a cada una y uno de ellos, por lo que lo más sano en aras de la justicia es plegarse a la prudencia que aconseja situaciones como esta. Solo el de Edgar Pérez figurará en esta ocasión, dado que es el motivo central de las líneas sobre la página.

Cientos, y tal vez miles, lleven en La Vega el nombre Edgar pero como “El gordo Edgar” –hasta donde sabemos-, solo es conocido este compatriota, quien el 3 de diciembre cumplirá 65 años de edad.

Edgar Antonio Pérez (solo en su casa lo conocen así y también en los cuerpos policiales que en la Cuarta República seguían sus huellas ante lo “incómodo” que era su forcejeo con las injusticias), libra seguramente el más difícil y delicado combate planteado en su valiosa existencia. Aceptó el difícil careo planteado por un cuadro de salud que, como reza la jerga popular, no sabe con quién se mete.

Camaradas suyos contactados por una de sus alumnas, Lenín Lara (a quien agradecemos tan importante apoyo), compartieron con Diario VEA las impresiones  que en sus vidas ha dejado este revolucionario (valga la expresión), a carta cabal.

Una escuela de luchas

“La vida del «Gordo» Edgar resume cuatro décadas de luchas populares en Venezuela. Desde el descalabro de las autoproclamadas vanguardias militares y políticas, pasando por el renacer del movimiento popular, el ciclo de luchas populares que encara, enfrenta al neoliberalismo y que prepara el terreno para la Revolución Bolivariana, el espíritu popular constituyente de los primeros años de la Revolución, la lucha en la calle tanto para defender la Revolución de los ataques de la derecha y del imperialismo, como para profundizar y ampliar la democracia callejera, la democracia en manos de los plebeyos, la figura del «Gordo» Edgar podría simbolizar claramente la conexión histórica, el río histórico que une las luchas populares con la Revolución Bolivariana”,  precisó el sociólogo, Andrés Antillano.

Añadió que Edgar Pérez encarna los valores más preciados construidos durante estos años, “sobre todo desde el 27 de febrero de 1989, las gestas callejeras contra el golpismo y por la defensa de la Revolución (…) los valores antiburocráticos, el enfrentamiento implacable contra cualquier élite independientemente del color que tenga”.

La defensa de los derechos humanos orienta su existencia.

Una vida de lucha

Para Mariela Machado, no se trata solo de un camarada. También es un hermano y amigo “que se mantiene en lucha constante por la vida”.

En su concepto, el parroquiano constituye “una historia viva de lucha” cuyos recuerdos se remontan a una acción específica. Fue cuando junto a practicantes jesuitas “soñaban con tomar un terreno que había comprado el Centro Simón Bolívar”,  y ubicar allí a quienes estaban confinados “en las barracas”.

“De ahí nace su lucha por el barrio. De esa lucha con esos curas”, indicó.

Vivas están sus remembranzas cuando junto al combatiente pueblo vegueño se movilizaban en torno a la creación de los Comités de Tierra y la aplicación de su razón de ser. “Empezamos a buscar terrenos subutilizados (…) que es una política de los Comités de Tierra. Me puse con Edgar, «mira, cónchale, Edgar, este terreno y lo vamos a tomar. Es para la gente que no tiene casa». Y así lo hicimos: Lo tomamos”, siendo ahora el asiento de 92 familias.

Para disputárselo

Como Edgar Pérez, Freddy Madero también es un experimentado luchador comunitario. Su activismo lo ha desarrollado fundamentalmente en el sector Sarría, parroquia El Recreo.

Al referirse al cumpleañero, lo hace adjudicándole la cualidad de “oro en polvo”, y como bien lo dice “no solo para la Revolución y los cultores sino para la humanidad. Es un hombre comprometido con la vida”.

Con la emoción típica que desprende el cariño, asienta que se trata de un hombre recio, de compromiso, firme, “un hombre que La Vega vio crecer políticamente (…) pero que cualquier parte del país se lo disputaría para tenerlo como historia viva de la Revolución; para tener un desobediente como Edgar que siempre pare la Patria y que la sociedad nunca pudo deformar. Ese es mi hermano Edgar”.

Más allá de una consigna

Nancy Sejon, una de sus grandes camaradas, no alberga dudas: “Hablar del «Gordo» es hablar de su entereza, de su lealtad, de su dignidad, de su solidaridad”.

Sin mayor esfuerzo, apela a la convicción que caracteriza a quien es centro de su reflexión. Firmeza de por medio, establece que se trata de una convicción “que ha tenido desde siempre por el Poder Popular, lo que son las comunas. Siempre, en cualquier escenario, el compañero resalta el valor que tendrían las comunas”.

Apela a un hecho vivido en la zona y que cataloga como “la toma del teatro”. Recuerda que esa vez Edgar Antonio propuso el nombre Comuna Cultural Alí Gómez García para la estructura. La intención era clara: “Para que esto trascendiera del espacio del casco central hacia barrio adentro; para que el teatro no fuese solo para un grupo sino para todos y todas. Desde niños, niñas, adolescentes, adultos mayores para la formación, para la información, la recreación”.

Puntualiza que las luchas encabezadas por Pérez constituyeron el origen del propósito “Comuna o nada” que “para Edgar nunca ha sido una consigna”.

Sobre un bastón, en amena charla con camaradas de la parroquia.

Una referencia histórica

Además de los sueños por un mundo mejor, “Lochi” tiene otra coincidencia con el “Gordo”: nadie, o muy pocos y pocas, lo conocen por su nombre de pila. Eso de Alex Domador quedó para el Saime y punto, cosa que al momento de opinar para el presente trabajo no representó obstáculo alguno.

Luego de definirse como trabajador popular y cultural de su ámbito, y llegarle el turno de responder sobre el colega batallador, dos (2) facetas abordan la memoria de Lochi. La primera, aquella que lo ubica cual “gran defensor de los derechos de los niños. Junto a nosotros y los niños de las parrandas del bloque 2 de La Vega, del bloque 1, de Los Canjilones, del barrio El Carmen, Caribes de Itagua, Los Mangos, iniciamos un proceso de defensa y promoción de estos derechos. Ese trabajo sirvió de experiencia para la creación de la Lopnna. Desde La Vega se hicieron presiones para la creación de una ley orgánica por los derechos de niños, niñas y adolescentes”.

Rememora una movilización pacífica desarrollada por infantes y que “hicimos por Los Canjilones, llegamos a la Fábrica Nacional de Cemento; hicimos un encuentro cultural donde había niños de todas partes de La Vega. Nuestra bandera de lucha era la cultura como resistencia y el ‘Gordo’ era uno de los promotores. Él con sus tambores, con su gente, con su arte, bajaba y nos motivaba para seguir fortaleciendo nuestro trabajo”.

Inolvidable la promoción de diversos juegos con la población infantil. Le asigna la condición de referencia histórica en ese combate y “le agradezco mucho su trabajo” en ese sentido.

La otra faceta está planteada en términos de lo que llama “los momentos duros”, traducidos en el contexto del Caracazo del 27 de febrero de 1989, momento en que el pueblo venezolano se rebeló contra la actitud entreguista del entonces presidente Carlos Andrés Pérez, a las políticas económicas del Fondo Monetario Internacional.

No olvida que en esa ocasión “la gente de Caribes de Itagua se activó, primero para defender el derecho a la vida (…) porque a los líderes populares los estaban masacrando”, acompañando este testimonio con otro igual de delicado: “El «Gordo» Edgar muchas veces se tuvo que desaparecer porque su casa era permanente visitada o allanada por la famosa Disip”, que eran las siglas de la represiva Dirección de los Servicios de Inteligencia y Prevención.

En breves segundos elaboró una lista a partir de actuaciones del camarada: Defensa de los derechos humanos, la carretera que va hacia Los Mangos, el cerro Las Madres, las víctimas del Caracazo, el pasaje estudiantil, el de los viejitos, la preservación del cerro Caribes de Itagua, la siembra de los conucos comunitarios”.

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