Deutsche Welle y las medias verdades
El autor es historiador, docente y abogado.

Néstor Rivero Pérez
Días atrás el prestigioso canal germano Deutsche Welle en español hizo circular una versión acerca del tema Bolívar y la esclavitud, cuyo expositor -un joven que, como muchos de quienes en la patria de Simón nos preciamos de bolivarianos, posee rasgos afrodescendientes, puso en duda la cualidad de héroe del Libertador-, sostenía como su conclusión final, la tesis según la cual a su muerte Bolívar no habría dado la abolición absoluta a los esclavos, dicho así de modo bastante simplista, abonando a la campaña continental contra el Libertador Simón Bolívar, desplegada por corrientes tradicionalistas, justamente en este año bicentenario de la apoteósica gira suramericana del héroe y la fundación de Bolivia.
1.- Marco Geopolítico.- Al respecto habría que comentar: 1) Dicho en términos ahistóricos y fuera de todo contexto, como se expone en el programa de DW, para 1830 y al momento de desaparecer, el Libertador no había logrado imponer la abolición absoluta en los territorios dentro de los cuales su estrategia y espada habían expulsado al Imperio español. 2) Empero habría que decir que ciertamente la postura abolicionista de Simón Bolívar, a plena conciencia expuesta desde 1816, fue una de las causas del distanciamiento y subsecuente querella programática que las oligarquías del continente -incluyendo la sureña-virginiana que gobernaba por entonces en Washington DC- practicaron respecto al héroe caraqueño a partir de su insistencia en la abolición absoluta que requirió entre sus propuestas a los plenipotenciarios congregados en julio de 1826 en el istmo de Panamá, a propósito del Congreso Anfictiónico de dicho año.
Así lo reconoce en su muy recomendada Autobiografía una de las grandes figuras de la nacionalidad venezolana: el general José Antonio Páez, quien desde ese mismo año 26, desplazándose entre Caracas y Valencia, y en el marco del movimiento separatista de la Cosiata, comenzaría a confrontar con Bolívar el proyecto histórico grancolombiano. El mítico Centauro asienta con rigor histórico que Henry Clay, por entonces secretario de Estado de la emergente potencia del Norte, indicó a los dos representantes de EEUU ante el Congreso de Panamá que, a todo evento, debían oponerse al proyecto de que con la independencia de Cuba y Puerto Rico, postulada por Bolívar como encomienda del Congreso del istmo, se debía dar la completa emancipación a los esclavos.
Se oponía Clay a dicho noble propósito, temiendo que al abolir la esclavituid en Cuba el ejemplo se irradiase al sur esclavista-algodonero de EEUU, concitando rebeliones de la masa sometida en los estados sureños. Y que, remarcaba Clay en las Instrucciones– que giró escritas a sus enviados- de mantenerse dicha propuesta de Bolívar y ser aprobada por el Congreso Anfictiónico, ello conllevaría a una declaración de guerra por EEUU contra (la Gran) Colombia y México, país este último cuyo presidente, Guadalupe Victoria, también era fervoroso acompañante de la propuesta bolivariana.
2.- Independencia y marco social de castas.- Una sociedad dominada por estructura de castas, como la colonial, que se impuso en ambas porciones de las Américas, debió transitar hacia su independencia y construirse como repúblicas con las mutuas concesiones y correspondencias del tiempo histórico de su formación precisamente histórico-económica.
Se trata de un debate al que se debe abonar desde los distintos prismas, y al que DW debería abrir resquicios para que otras voces diesen su apreciación respecto a la actuación histórica de Bolívar en lo concerniente a la abolición de la esclavitud.
Quienes sostenemos que en una sociedad con profundos matices de diferencia en su diseño racial de clases y casta, era muy difícil que Bolívar en 1821 impusiese su programa de abolicionismo pleno, acatando la medida de liberación gradual acordada por el Congreso de Cúcuta mediante la denominada Ley de Vientres. Y en abono a esta afirmación recuérdese la única petición que el Libertador formuló a pocos días del triunfo de las armas republicanas en la sabana de Carabobo, obtenido el 24 de junio del mismo año, cuando solicitó “como única recompensa al Ejército patriota” que se aprobase la «abolición absoluta de la esclavitud”. No le concedieron dicha petición; y ¿qué debía el héroe hacer? ¿Rebelarse contra el Congreso de castas que sesionaba en Cúcuta, para imponer la abolición en los términos de su decreto de Ocumare de 1816? Se hubiese fracturado sin duda el frente de clases y fuerzas coaligadas en pos del objetivo principal de la independencia territorial.
Dicho riesgo hubiese valido la pena correrlo en una sociedad que con Toussaint de Louverture y Alexandre Petión -el Haití de 1800 a 1818-, se constituía con una base étnica y social de mayoría abrumadoramente afrodescendiente, y donde la población blanca apenas alcanzaría un tres por ciento, minoría esta por cierto muy cruel en su trato con la masa esclavizada.
La Venezuela de la independencia estuvo dominada por élites que dependían de sus plantaciones de cacao y café y la venta del cuero de ganado, próceres como Santiago Mariño, el mismo José Antonio Páez, y en alguna medida José Tadeo Monagas, coincidían con el marqués del Toro y los Tovares, en la preservación de la estructura de propiedad de la tierra y mano de obra sometida. Y en el caso de Bolívar -a quien no pretendemos ‘santificar’, sino reivindicar en el justo término-, si bien se inició en 1810 como representante de los mantuanos, evolucionó en su pensamiento y convicciones sociales; y cuando se le dio poder constituyente dictaminó la ABOLICIÓN ABSOLUTA, así como de la ‘mita’ como quedó plasmado en la Constitución de Bolivia de 1826.
Desde entonces desapareció en el altiplano para siempre la cruel e inhumana condición civil de nuestros abuelos de ascendencia africana. En todo caso, vaya este conjunto de apreciaciones preliminares en torno a un tema que concita emocionalidades, prejuicios, percepciones fragmentadas, alícuotas del desconocimiento histórico o intereses subalternos, de acuerdo a la formación ética y académica de quien juzgue a Simón Bolívar.
Ello debe respetarse, aunque siempre dentro de la exigencia de un lenguaje que edifique las controversias y busque la comprensión del pasado dentro de la complejidad de circunstancias que lo configuraron. Y ojalá alguien de DW tenga a bien ponderar esta modesta reflexión.