El cansancio, las heridas y las campañas contra la Patria no las vencieron: Mujeres constructoras de Antímano (Ver video)

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Con sus manos levantaron 48 apartamentos. Aún les falta concluir una segunda meta, edificar una cantidad similar. Foto @carielbat

VEA / Carlos A. Batatin

«Valió la pena, valió el esfuerzo y aquí estamos presentes y llenas de orgullo”; «Rompimos paradigmas en cuanto al tema de la construcción por parte de las mujeres». Son algunas de las frases que expresan con alegría las féminas del urbanismo Jorge Rodríguez Padre ubicado en la avenida principal de El Algodonal, parroquia Antímano, Caracas, quienes con sus propias manos levantaron los apartamentos que habitan desde el 30 de abril de este 2024.

Con sonrisas y con varias tazas de café de por medio abrieron las puertas de sus hogares a Diario VEA, para narrar una vez más la satisfacción, la emoción, la admiración y el amor que sienten por la obra que realizaron, para ellas, para sus hijos, sus hijas, su familia. Ellas, quienes no se consideran vecinas sino que afirman «somos una gran familia que ha creído y está convencida del proyecto socialista impulsado por el Comandante Eterno», también remarcan «cuando una mujer avanza ningún hombre retrocede». Una frase usada mundialmente para resaltar la lucha de las féminas en diversas causas justas.

Un sueño hecho realidad. Foto Cortesía del Urbanismo Jorge Rodríguez Padre

La estructura levantada en 85% por mujeres consta de cinco (5) niveles y planta baja. Está conformado por 48 apartamentos y representa la primera etapa del proyecto. Otro igual será construido en el mismo terreno para un total 96 hogares.

El sueño se inició en el año 2010, su construcción en 2017 y siete (7) años después de amarrar cabillas, pegar bloques, batir cemento, trabajar como plomeras y tras sufrir heridas en dedos y manos, las constructoras tienen su vivienda digna gracias a la autoconstrucción femenina.  

Maquillaje por herramienta

Yusgleydys Ruiz relata que desde un comienzo pasó por todas las áreas de la construcción. “Lo que más me llamó la atención fue la albañilería, pegar bloques, frisar y  salpicar las paredes, no obstante, al final me quedé con todo lo relacionado al revestimiento con cerámica. En honor a la verdad aquí las mujeres cambiamos el maquillaje por una herramienta para levantar nuestros hogares”.

Narra que al integrarse a esa comunidad ella, como el resto de mujeres, no sabía absolutamente nada con respecto a ese oficio considerado solo para hombres. “Ahora todas somos plomeras, cabilleras, depositarias  en el complejo habitacional Jorge Rodríguez Padre, el cual lo diseñamos  para cinco (5) niveles y una planta baja. Un gran porcentaje de las cerámicas que tiene nuestro edificio fueron pegadas por mí”.

Nos señaló que no había tiempo para el descanso. «Nos acostábamos cansadas, adoloridas  y al salir el sol estábamos de nuevo llenas de fuerza para terminar nuestro proyecto para tener una vivienda digna para nuestras familias».

A su juicio «con nuestro esfuerzo y dedicación cada una de las paredes las construimos nosotras. Me siento 1.000% satisfecha porque con este trabajo hemos demostrado que con organización junto con el Poder Popular y las mujeres sí se puede construir una sociedad distinta y socialista».

Yrcedia Boada por su parte relata con orgullo que es «vocera de una comunidad que construimos con nuestras propias manos. Iniciamos nuestra osadía y rompimos paradigmas en cuanto al tema de la construcción por parte de las mujeres«.

Al conversar con el equipo reporteril de Diario VEA argumenta que todo empezó  en el año 2011.  “En una primera fase nos dedicamos a la captación de los terrenos, es decir, aplicamos la inteligencia social. Iniciamos un estudio sobre los terrenos baldíos, subutilizados y de aquellos espacios que no pagaban impuestos o los que pertenecían al Estado y estaban  manos de particulares”.

Cuenta que durante esa etapa ubicaron siete (7) espacios en el sector de El Algodonal. De esos terrenos priorizaron dos (2) y de inmediato se emprendió el debido estudio de suelo. “Nos quedamos con este que era utilizado para acumular y compactar chatarra. Aquí llegamos mediante una ocupación temporal tras conformar un equipo de trabajo junto con la Alcaldía de Caracas e impulsamos las nuevas comunidades socialistas”.

¿En este proceso de construcción participaron solo mujeres?

-Para ese entonces nuestra organización estaba conformada por 750 personas. Esa cantidad fue mermando. Algunos desistieron por cuestiones de salud, trabajo, por la situación económica y otros factores a causa del asedio y bloqueo impuesto contra el país por el gobierno estadounidense. Mucha gente desistió en plena lucha por no creer, por no confiar en esto ni confiar en ella misma. Nos vendieron la mentira de que en Venezuela no había patria, mientras que por otro lado nos querían meter por los ojos el supuesto sueño americano.

¿Eso representó algún tipo de obstáculo?

Para nada. Eso no fue un obstáculo para seguir avanzando. Actualmente entre las 48 familias que permanecemos en esta comunidad tenemos 36 mujeres y 14 % de hombres. Casi todas quedamos madres solteras y pocas familias consolidadas pero aquí estamos y seguimos batallando.

Relata que en el transcurso de la construcción “aquí más de una se cortó un dedo, nos golpeamos las manos y otras partes del cuerpo mientras construíamos nuestras propias viviendas. Valió la pena, valió el esfuerzo y aquí estamos presentes y llenas de orgullo”.

Aclara su voz, respira profundo y con una mirada inspiradora exclama “nosotras y nosotros siempre creímos en este proyecto, en el mandato y legado que nos dio el Comandante Eterno. En el año 2010 le dijo al pueblo venezolano organícense para vencer las dificultades y eso fue exactamente lo que hicimos en este frente de construcción porque muchas de nuestras familias vivían arrimadas, alquiladas o en condiciones de hacinamiento”.

De oruga a mariposa

Luego de un recorrido por el lugar narró para este portal Ayari Rojas. Desde el primer momento siempre mostró su alegría a través de una muy expresiva sonrisa. «Fuimos ese pequeño gusanito que en cierto momento fue mal visto por mucha gente pero que con los años se transformó en una linda esperanza y hoy muestra su hermosura cual mariposa. Fuimos capaces de convertirnos en oruga para luego ser una bella  mariposa y desplegar nuestras alas para volar en tiempos de revolución.

En Venezuela muchas mujeres son y han sido invisibilizadas.  ¿Qué ocurrió en el caso de ustedes?

-No solamente en Venezuela eso es una degeneración a escala mundial y a través de la historia. Sin las mujeres no habría independencia en nuestro país. Jugamos un papel fundamental cuando nuestros héroes luchaban por nuestra emancipación.

En su franca conversación asegura que todas las mujeres constructoras “somos del tamaño del compromiso que se nos presente y gracias al Comandante Chávez, quien  visibilizó y reivindicó a su pueblo y a sus mujeres, al punto de que él mismo se autoproclamó feminista, es que estamos aquí  porque la revolución camina en sandalias y esta construcción tiene rostro de mujer”.

«Cada una de nosotras y nosotros cuidamos cada bloque, cada clavo, cada espacio y cada área que integra nuestro complejo. Nos duele y reconocemos el esfuerzo que está haciendo el presidente Nicolás Maduro; el ministro Ildemaro Villaroel; la alcaldesa Carmen Meléndez, porque ellos desde cada una de sus trincheras han reforzado este trabajo que hemos venido haciendo. Reconocemos esa labor y esa mancomunidad para lograr excelentes  resultados a favor del pueblo.

De la totalidad de las mujeres constructoras integrales Ursulina Guaramato tomó la decisión de asumir la responsabilidad de ser cabillera. “En esa área enfoqué mi participación desde que se dobló la primera cabilla  hasta la última que utilizamos”.

¿En algún momento usted pensó estar vinculada a la construcción?

Jamás. Lo que sí puedo decir es que mi esposo trabajaba en la construcción y tenía su caja de herramientas bien equipada. Él falleció, y cuando comenzamos lo primero que agarré fue una tenaza. Esa ha sido mi única herramienta para levantar nuestros apartamentos.

En el Urbanismo Jorge Rodríguez Padre a las mujeres no se les escapa nada. Se han organizado de tal forma que construyeron un puesto de vigilancia o garita. Desde allí vigilan y deciden si se puede o no entrar a la comunidad.

También con sus manos siembran y cosechan en un espacio concebido por ellas. «La idea es que todas y todos contribuyamos al autoabastecimiento». Sumado a esa actividad cuentan con una bodega comunitaria cuyos precios animan a cualquiera a llevarlo todo. Venden los artículos de la cesta básica y variedad de verduras.

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