Vladimir Castillo Soto

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El sumo pontífice, el papa Francisco, recibió en el Vaticano a Volodímir Zelenski, presidente de Ucrania. Fue una reunión de cortesía por parte del Papa, sin embargo, queremos comentar algunos detalles que evidenciaron cierta incomodidad de parte y parte.

Para empezar, las fotos de la actividad difundidas por los medios oficiales del Vaticano, muestran varias cosas, entre ellas las poses, gestos fuertes, por no decir violentos, de Zelenski ante el pontífice, haciendo evidente cierta molestia por parte del ucraniano. Dado que Zelenski había solicitado la audiencia, es bien probable que su “bravura” se desarrollara durante la misma, es decir, de la conversación sostenida con el Papa. Y lo más probable es que haya sido por el ofrecimiento de mediación del Vaticano, propuesta por el papa Francisco, la cual fue rotundamente rechazada por Zelenski, lo que fue confirmado posteriormente a través de su cuenta de Twitter, en la que expresó que “no necesita mediadores”.

Otro punto que era un deber para el Papa tratar en la reunión, aunque no estaba en la agenda, ni fue comentado a la prensa, es el de la agresión del gobierno de Ucrania y algunos de sus grupos nazistas en contra de la Iglesia Ortodoxa Rusa, cuyas iglesias han sido invadidas, sus sacerdotes y feligresía han sido sistemáticamente acosados, llegando al encarcelamiento de algunos de ellos. Es difícil que el Papa no lo haya tratado y si no lo hizo sería una afrenta muy grave contra el pueblo ruso y todas las personas que en Ucrania y otros muchos países profesan esta religión. Como sabemos, la mayoría de los ucranianos, cerca del 78 % de los ciudadanos y ciudadanas, forman parte de la Iglesia Ortodoxa, la cual se escindió en 2019 por motivos políticos, en Iglesia Ortodoxa Ucraniana e Iglesia Ortodoxa Rusa, con un aproximado de 70 y 30 % respectivamente de los feligreses ortodoxos. Entre los cuales no se encuentra el señor Zelenski por ser de religión judía, lo que explica en alguna medida el alejamiento observado, ya que Zelenski no iba como un creyente católico a pedir consejo a su santidad, sino como un Presidente a exigir apoyo, como había hecho en todas las anteriores paradas de su gira por la sumisa Europa.

Por otra parte, la actitud arrogante y negativa de Zelenski hacia el Papa fue evidente, desde la vestimenta del ucraniano y sus acompañantes, que era básicamente militar, rompiendo de esta manera parte del protocolo del Vaticano; además desatendió las reglas de etiqueta, al no dejar pasar primero al pontífice al momento de ingresar en su oficina; también rompió el protocolo al tomar asiento antes que el Papa, aun enterado de su edad y los problemas de salud que le aquejan. Tuvo un discurso agresivo, acentuando la necesidad de suministrar más armas de guerra a Ucrania e interrumpió al Papa, disputando con él, especialmente cuando Francisco trataba de argumentar la necesidad de la agenda de paz y ofrecer mediación en el conflicto, y como si todo esto fuera poco, le regaló un cuadro al Pontífice con la Señora, y en lugar del Niño Jesús en sus brazos, hay un espacio negro, lo que constituye una afrenta a todo el mundo cristiano.

El pontífice estimó de forma negativa los resultados de la visita de Zelenski al Vaticano, sobre todo por el rechazo del ucraniano de manera brusca ante la intención del Papa de mediar en la resolución del conflicto.

En definitiva, el ucraniano pareció más un elefante drogado en una tienda de adornos de vidrio, que un estadista visitando a otro estadista.

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