Pedro Estacio

@urgentess

Este profeta no solo es capaz de defender lo que considera es su bien, y, si es necesario, sería capaz de utilizar los métodos más inhumanos y despreciables para alcanzar sus metas.

Enterándonos siempre de las locuras malignas que nos golpean no solo a los latinoamericanos sino a los seres de otras naciones en este planeta, al seguir en la lectura de la obra del profesor Manuel Mariñas, Imperialismo, petróleo y profecías, encontramos lo que parece ser una de las corrientes de la dominación con saña que aplica hoy día al imperio estadounidense, como es El profeta armado.

Resulta que el tal profeta con armas no es más que la identificación que hace Michael Ledeen de uno de los gobernantes religiosos, digamos en la línea de Maquiavelo. El profeta desarmado pareciera ser ubicado en la onda de los buenos, porque conoce el bien, pero incapaz de pelear para defenderlo.

O sea, que Ledeen, quien ha fungido como consultor del Consejo de Seguridad Nacional de EEUU, pareciera creer que el profeta desarmado no se ajustaría a la política de imperio y sí estaría de acuerdo con el profeta armado, pues, conociendo el bien (asunto nada aclarado, porque lo bueno para los estadounidenses no es lo mismo que para nosotros), no solo es capaz de defenderlo sino que si es necesario sería capaz de utilizar los métodos más inhumanos y despreciables para alcanzar sus metas.

Como se puede apreciar, con claridad, la venta del profeta que tiene armas, según el creer de las corporaciones estadounidenses, estaría justificando las dos bombas atómicas que lanzaron en Japón, las 50 mil bombas del componente naranja que dejaron caer en Vietnam, la destrucción de Yugoeslavia, el millón de muertes generado en Irak, el asesinato de Gadafi y la destrucción de Libia. Como se aprecia, son las pequeñas cosas inhumanas de las que son capaces de hacer sintiéndose el clan que gobierna a EEUU como el gran profeta armado.

No es de extrañar en estos momentos la andanada de agresiones que estamos recibiendo cubanos, venezolanos, nicaragüenses, bolivianos, iraníes, rusos, chinos, y detenemos el conteo porque la lista es larga.

Quien controla, manipula y exprime al mundo a sus anchas, es ese profeta armado que se identifica como Estados Unidos y que piensa que lo único que tiene valor es su bien y por ello agrede a los demás con lo que ha dado en llamar su seguridad nacional.

Lo que nunca explican ni debaten los ciudadanos en Estados Unidos es eso que ellos llaman el bien, que, por supuesto, nada tiene que ver con la ciudadanía y no lo explican porque las corporaciones que dirigen ese país no lo permiten, no dejan que nadie más haga política salvo que estén con los republicanos y con los demócratas.

Otras opciones políticas en EEUU no tienen posibilidades porque los grandes medios de comunicación, que a su vez forman parte de las corporaciones que controlan el Estado, no le dan cabida a opiniones que difieran con las de ellos.

El profeta armado, como ellos mismos lo consideran, utiliza toda clase de argumentación para hacer valer su bien, que, como ya es sabido, nada tiene que ver con el bien de los demás, porque si así fuese no existirían tantos millones de pobres en Estados Unidos y tampoco existirían tantos Estados maltratados, extorsionados y mentidos por esa grotesca actitud corporativa.

La tesis del profeta armado es la que está detrás de las revoluciones de colores, las guarimbas y todas esas conductas terroristas que el mundo ha venido conociendo y que va siendo modificada a medida que los Estados afectados se defienden.

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