“Es un gran honor ser la primera mujer de Diario VEA en recibir el Premio Nacional de Periodismo”

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A Yuleidys Hernández Toledo, jefa de Redacción de este diario, le preocupa que en materia informativa haya una tendencia a preferir videos y opiniones carentes de argumentos.

VEA / Carlos Batatín

La emoción no se aparta de la jefa de Redacción de Diario VEA, Yuleidys Hernández Toledo, quien recibió -de manos del presidente Nicolás Maduro- el Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar, el 28 de junio, en acto celebrado en el Palacio de Miraflores. Aunque los días han transcurridos, admite que “es una emoción que durará mucho”, porque su obra Venezuela siempre grande “significa mucho en lo personal y político para mí”.

De acuerdo a la historia del medio, es la primera mujer en recibirlo ejerciendo lo que en la jerga se llama “diarismo”. Antes, en 2019, Marisol Rodríguez fue acreedora del galardón en el renglón Opinión. “Es un gran honor ser la primera mujer en recibirlo. Diario VEA está atravesando una nueva etapa desde 2017. Hay un compromiso desde la Dirección del medio, que ejerce Ildegar Gil, y de todo el equipo de redacción, de hacer un periodismo de calidad, un periodismo que contribuya a enfrentar la difícil situación que vive el país producto del bloqueo y la arremetida imperial. Tanto Ildegar como yo laboramos más de 15 horas al día los siete días de la semana, y este premio refleja ese esfuerzo”, puntualizó quien, además, el 22 de julio fue acreedora del premio Aníbal Nazoa, acto efectuado en el Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos (Celarg).

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Desviste la historia de la oligarquía

Publicado por entregas desde el 27 de abril de 2020, su obra desmitifica a todos aquellos personajes que la burguesía vendió a través de la historia como verdaderos héroes.

Por su sangre corre la imperiosa necesidad de conocer a profundidad la historia venezolana, para no ser víctimas de la fácil manipulación y no resultar engañados con falsos relatos de héroes defensores de la burguesía.

Desde muy pequeña la historia y literatura siempre fueron sus materias favoritas, y como estudiante de bachillerato descubrió a través de sus investigaciones, por ejemplo, que Rómulo Betancourt nunca fue el tan renombrado padre de la democracia, sino el responsable de torturas, desapariciones y del entreguismo de un gobierno servil al servicio de Estados Unidos.

Reitera permanentemente que Venezuela siempre grande tiene como objetivo “dar a conocer la historia real de la patria, y no la que la mayoría de las veces se escucha y lee en textos, medios o programas vinculados con la oligarquía venezolana. Por ejemplo, en bachillerato a José Antonio Páez me lo pintaron como un héroe, que ciertamente lo fue, pero nunca nos hablaron de su alianza con la burguesía, de cómo ignoró al pueblo y de cómo se entregó a los poderes dominantes de la época”.

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Densidad como víctima

-¿Qué significa este momento en tu vida?

-Un gran compromiso. Significa que los trabajos que haga de ahora en adelante deben tener la misma calidad o deben ser mejores. Un gran compromiso profesional.

-¿Estabas segura de que lo obtendrías?

-No, no estaba segura. Venezuela siempre grande fue un trabajo complejo. Me llevó casi dos (2) años o un poco más de investigación y fue publicado durante 10 meses. Fue una labor ardua su realización. Es un libro que aborda todos los géneros periodísticos: Reportaje, entrevista, crónica, reseña, noticia, opinión e investigación, y por ello se podría pensar que tenía el premio seguro, pero fue una investigación densa; fueron 187 entregas que reúnen 200 años de historia. Esa densidad y profundidad lo hace quizás un poco menos atractivo en una sociedad como en la que estamos viviendo, donde hay mucha gente que prefiere un video de 50 segundos en “tiktok” o leer un tuit con una opinión sin argumentos sustentados. No es un secreto que los medios cada día parecen estar apostando más por trabajos cortos, sencillos. Así que el amplio contenido de Venezuela siempre grande era un riesgo en ese sentido.

-¿Planes con y para el libro?

-El sueño es lograr la impresión. Ya se está trabajando para ello, pero aún no hay nada concreto en este logro, en el que recibí pleno apoyo del diario que confió en mí para publicarlo día tras días, así como de Arturo Gonnella en su ilustración y de Ximena Marillán y Ángel Hernández en su corrección.

-Tengo entendido de que asumiste hacer tu libro al tiempo que te enfrentabas al diarismo. ¿Cómo hiciste para cumplir con ambas funciones?

-De verdad que no fue una tarea fácil. El primero y parte del segundo capítulo sí los hice con tiempo, antes de que Diario VEA lo comenzara a publicar por entregas. Pensé que mientras salía, paulatinamente tendría tiempo para seguir escribiendo, pero no fue así. Diario VEA es un rotativo con pocos periodistas y diariamente sale muchísima información, por lo que el director del medio, Ildegar Gil, y yo también, asumimos el rol de reporteros; nos toca hacer de todo. Así que a las 11:00 de la noche o más, cuando terminaba la jornada del PDF del periódico y de la web, seguía investigando, leyendo y escribiendo el libro. A veces dormía tan solo dos o tres horas, y obviamente terminaba con migraña.

-¿No piensas que al iniciarte en el periodismo ya estabas escribiendo la historia de Venezuela?

-Quizás. El periodista, si se quiere, es un historiador, va narrando el acontecer diario. Haciendo el libro utilicé muchas de las notas informativas, reportajes y entrevistas que hice para Ciudad CCS y otros medios, así que sin quererlo fui mi propia fuente documental en determinadas entregas del libro.

¿Por qué Venezuela siempre grande?

-Porque Venezuela siempre ha sido, es y será grande. Esta patria ha pasado por mucho; sufrió la humillación de ser robada, saqueada, vejada, por unos crueles conquistadores españoles; vio a grandes caciques defenderla. Luego vio a los héroes y a las heroínas de la independencia luchar por darle la libertad. Lo consiguieron, pero en el camino muchos de sus hijos e hijas perecieron. Fue testigo de la traición que sufrió su hijo predilecto, Simón Bolívar. Vio a los oligarcas atropellar a los campesinos, sufrió crueles dictaduras como la de Juan Vicente Gómez.

Igualmente, detalla Hernández Toledo, que el país vivió “regímenes supuestamente democráticos, como el de los adecos y copeyanos, que asesinaron y desaparecieron a hombres y mujeres inocentes; vio cómo el 27 de febrero de 1989 miles de sus hijos fueron masacrados por el régimen de Carlos Andrés Pérez. Fue humillada y vejada cuando durante décadas, casi un siglo, la convirtieron en el patio trasero de Estados Unidos; pero ella resistió, y gracias a un mulato, a un afrodescendiente, a un soldado fiel a la patria, Hugo Chávez Frías, recuperó la libertad. Tras la partida a la inmortalidad del Comandante Eterno, el imperio quiere poner sus garras en el país, pero ella y el pueblo están resistiendo, sigue siendo soberana. Así que ella es Venezuela siempre grande. No han podido ni podrán con ella. Siempre estará de pie, siempre será grande.

-¿Cómo no perderse y lograr sintetizar ese lapso comprendido entre la guerra de la independencia y el año 2021?

-Ayudó mucho el publicar el libro por entregas en el diario, porque debes ceñirte a un número de caracteres, así que eso me obligó a sintetizar enormemente, eso y la exigencia de mi jefe -jejeje- de tratar de que cada entrega fuese de dos páginas. Aunque claro, ya en el sexto capítulo tuvimos que hacer entregas de cuatro páginas.

-¿Con cuál capítulo del libro te identificas?

-Con los quinto y sexto, porque parte de esa historia la viví y la sigo viviendo. El quinto narra la llegada de Chávez al poder hasta su muerte, y, si algún hombre ha marcado mi vida, ese fue el Comandante Eterno. Uno de mis más grandes sueños fue sentarme a hablar de historia con él. Me encantaba la manera cómo nos contaba la historia, la conocía, la dominaba, y lo hacía de una manera muy interesante, muy jocosa. Siempre amé a mi patria, pero Chávez me hizo amarla aún más. Me hizo entender que lo importante en esta vida no son los cargos, no es el dinero, sino el bien que puedas hacer y lo que puedas aportar por la patria. Por eso este libro. El sexto capítulo describe el asedio del imperio a un pueblo noble. Escribiendo este capítulo comprendí el enorme daño que está haciendo EEUU y sus lacayos venezolanos a todo un país, pero escribirlo me permitió admirar aún más la resistencia y valentía que ha tenido y tiene la población venezolana.

-¿Qué diferencia hay y cómo te sientes con un segundo libro publicado?

-Es una diferencia enorme. El primero, Palabras esenciales de Chávez a su pueblo, llevó investigación y horas de lectura de los discursos del Comandante, pero fue más una selección de temas, de frases, de fragmentos de sus discursos. Este fue diferente, fue un trabajo más arduo, de muchas horas de investigación, de buscar entrevistados, los libros correctos, de organizar los temas a tratar.

La historia la lleva en la sangre

Relata que estuvo trabajando en Venezuela siempre grande casi dos años, y, desde entonces solo dormía dos o tres horas diarias. “Hubo momentos en que colapsé, lloré; en que decía hasta aquí, pero estaba el compromiso de no fallarme, de concluir lo que había empezado, y de no fallarle al director de Diario VEA y amigo, Ildegar Gil, quien me dio la oportunidad de publicar cada entrega en el periódico. Sobre todo, estaba el compromiso con los lectores, quienes ya habían comenzado a leerlo, los que hacían observaciones”.

-¿Qué factores motivaron tu elección?

-Crecí escuchando parte de una historia que fue falsa y no quiero que eso le suceda a otros jóvenes. Mi idea es que ellos no tengan que llegar a adultos, como fue mi caso, para que descubran las torturas, las desapariciones que aplicaron los regímenes adecos y copeyanos durante la Cuarta República, o para que sepan cómo Páez se entregó a la burguesía.

-¿Notas alguna diferencia entre cómo se analizaba antes la historia y ahora que la escribes?

-Sí, muchísimo. Fíjate, haciendo el libro descubrí, por ejemplo, que la bonanza económica que le atribuyen a Carlos Andrés Pérez no fue tal, que fue una de las mayores mentiras mediáticas. Que ese señor lo que dejó fue una nación completamente endeudada. Hoy por hoy sé que quien asumió y pagó la crisis bancaria fue el Estado, el dinero de todos y todas los venezolanos, y no ningún sector empresarial o bancario. Entonces, ahí entiendes porqué la oligarquía criolla siempre odió a Chávez y a su Revolución Bolivariana. Entiendes que la inversión que hizo EEUU en la industria petrolera venezolana fue nada en comparación con las enormes ganancias que se llevaron. Que las calles de EEUU se asfaltaron con nuestros recursos y que mientras las grandes transnacionales y sus aliados en el país se llenaban los bolsillos, el pueblo padecía enorme miseria. Eso te da bases para entender el ataque, el bloqueo del que hoy es víctima Venezuela y su población.

-¿Mientras cursabas bachillerato, te viste motivada a escribir algún libro?

-Sí. En el liceo tuve una muy buena profesora de Historia en primero y segundo años. Luego en tercer o cuarto año, me tocó una profesora de Cátedra Bolivariana que no me gustaba… no recuerdo su nombre, pero no me convencía su manera de dar clases, porque era ese tipo de profesores que te dicen “busquen en el libro tal y respondan las preguntas”… así eran sus actividades. Así que discutía mucho con ella y siempre entregaba los trabajos con más información de la requerida. Recuerdo que se me ocurrió hacer un libro que titulé: Cómo debe ser la Cátedra Bolivariana. Leí varios textos referidos a Bolívar y a la guerra de independencia. No tenía computadora y comencé a hacer un manuscrito, al final llené completamente un cuaderno, el cual se lo presté a un familiar para sus tareas y más nunca lo vi. Me dijo que también se lo prestó a alguien más y desapareció.

-¿Qué opinas de la cátedra de Historia de esa época?

-En primero y segundo grados tuve una excelente maestra. Nos enseñaba la historia con juegos. Por ejemplo, nos hablaba de la Batalla de Carabobo y quien encontraba una pista más rápido debía responder y seguir buscando otra, y eso hacía el aprendizaje divertido. Así que su método me hizo querer buscar y buscar más datos. En bachillerato, salvo la profesora de Cátedra Bolivariana, tuve muy buenos profesores de Historia, al menos así me parecía para la época, claro, luego descubrí que olvidaron contarme una gran parte, como por ejemplo el entreguismo de Juan Vicente Gómez a las petroleras gringas; que Eleazar López Contreras no había sido tan demócrata como lo dibujaban, su servilismo frente a la dominación que mantuvo Estados Unidos durante décadas sobre el país.

-¿Qué viene a tu mente al escuchar el nombre de tu colega Ryszard Kapuściński?

-Admiración, respeto. A Kapuściński lo descubrí por un muy querido profesor. Estaba en el cafetín de la Universidad Católica Santa Rosa dando tiempo a que comenzara la clase. Eran como las 6:20 de la mañana de un martes. Yo aún no veía clases con él; se me acercó y me comentó: «Siempre te veo leyendo, pero nunca te he visto con un libro de Kapuściński, todo periodista debe leerlo. Ese mismo día, el dinero que tenía lo invertí en el libro Los cínicos no sirven para este oficio. Me lo devoré en un día. Con él aprendí lo que he venido practicando desde que ejerzo esta linda profesión. El periodismo es una carrera que requiere sacrificio, no tiene horario, sino que se ejerce las 24 horas al día; que eso de que son las 4:00 de la tarde y “ya cumplí con mi horario”, no debe aplicar en nuestra profesión. Que hay que estar investigando y aprendiendo constantemente, que no se puede escribir una nota sin contexto. Y que el que quiere hacerse rico con esta profesión, es mejor que busque otra carrera.

-¿Tendrá alguna inspiración de Kapuściński en tu último trabajo?

-Puede ser, me apasionan muchos sus reportajes, sus vivencias. Kapuściński dio voz, entrevistó a los pobres de África, de India, de diversos países, mostró historias que pasaban desapercibidas para otros.

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