Néstor Rivero Pérez

El 21 de abril de 1821, hace doscientos años, encontrándose en Barinas, el Libertador Simón Bolívar propone al prócer cundinamarqués Antonio Nariño, que asuma la Presidencia de la Gran Colombia, exponiéndole además sus ideas acerca de quiénes deberían ejercer las respectivas vicepresidencias en los departamentos de  Venezuela y Nueva Granada, en los términos del gran Estado que por esos años estaba naciendo en los campos de batalla y en medio de las deliberaciones de los Congresos de Angostura y Cúcuta.

“Derechos del Hombre” y presidios

Desde sus dieciséis años Antonio Nariño, quien había nacido en 1765,  incursionó a la vez tanto en política como en iniciativas de orden económico. Estas últimas le proveerían de ingresos suficientes como para acumular caudales que hubiesen permitido llevar con comodidad una existencia ordinaria. Sin embargo, en 1794 Nariño será apresado por las autoridades de Santa Fe de Bogotá, bajo la acusación de traducir y distribuir la Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano, texto fundamental de la Revolución Francesa aprobado dos años antes por la Convención que gobernaba la patria del Sena. Así, entre ese año y 1810, Nariño se verá recluido en prisiones del virreinato, España y África, logrando la libertad este último año para retornar a América. Entre 1811 y 1813 Nariño, de convicciones centralistas, ejercerá la Presidencia de Cundinamarca, en reñida pugna con los representantes de las Provincias Unidas de Nueva Granada, quienes desde Cartagena proclamaban el modelo federalista. Luego, a mediados de 1813, al frente del ejército patriota que salió de Bogotá a combatir a los realistas del sur de Nueva Granada, es nuevamente hecho prisionero y remitido a la Península, donde permaneció hasta 1820 como recluso en Cádiz.

Beneplácito de Bolívar

Meses después de verse libre, Nariño regresa a su patria, haciéndolo por vía de Angostura, desde donde notifica su llegada al Libertador; este se congratula con el hecho, por cuanto desde 1813 sentía gran deferencia por el cundinamarqués, visto que Nariño fue de quienes le enviaron hombres y recursos para la Campaña Admirable del héroe caraqueño. Y Bolívar ponderaba en Nariño su elevada visión de estadista, de la cual adolecían otros próceres de primer rango de la época. Es así como en su misiva del 21 de abril de 1821, el Libertador le expone a Nariño un conjunto de consideraciones mediante las cuales perfila la opción de la Presidencia para este, reiterando su decisión de dimitir a la primera magistratura, alegando sus ocupaciones al frente de la guerra, “Convencido íntimamente de que a la cabeza del gobierno se debe poner a otro que no sea un soldado como yo, siempre en la frontera, y de que debe dividirse el mando del ejército y el de la República, mando mi dimisión”.

En campaña

Es de destacar que al tiempo que el Libertador plasma con deferencia y franqueza sus   ideas a Nariño en esta epístola del 21 de abril, se encuentra en Barinas, al frente de la principal fuerza militar de los republicanos y a la espera de los desplazamientos ordenados a Páez para que marchase desde Apure y se le reuniese en Guanare, así como las operaciones laterales encomendadas a Urdaneta en Occidente y a Bermúdez y a Soublette en el Oriente, que desembocarán en la jornada definitiva de Carabobo, que ha de tener lugar el 24 de junio.

La Presidencia

Con gran delicadeza el Libertador esboza la propuesta de que sea el propio Nariño quien le suceda al frente de la República “(…) Si Ud no quiere ser Presidente, puede indicar otro que lo sea tan dignamente como Ud mismo (…) Santander es excelente sujeto, y si no Urdaneta, Montilla, Restrepo, Peñalver, Zea, y otros muchos que tienen más o menos mérito que los precedentes”. Es en este momento cuando Bolívar le espeta: ”Mi opinión es en esta parte que el Presidente debe ser militar y cundinamarqués; y el vicepresidente… venezolano, para evitar celos y discordias, si es que se pueden evitar en el tumulto de tan ciegas pasiones”. Nariño, como se sabe, asumirá como vicepresidente de la Gran Colombia, asumiendo la instalación del Congreso Constituyente de Cúcuta en mayo de ese año.

Sinópticos

1836

Despojo de Texas

Este día tuvo lugar la batalla del río San Jacinto, en el marco de la guerra que por el territorio de Texas sostenía la nación mexicana y su ejército, contra las fuerzas secesionistas jefaturadas por el general estadounidense Samuel Houston. La acción se dio a unos cuarenta kilómetros de la actual ciudad de Houston, EEUU, y determinó la pérdida de dicho territorio por México. Al líder de la colonización anglosajona, Stephen Austin, se le reconoció como Padre de la Patria. En el desmembramiento de Texas tuvo injerencia decisiva Andrew Jackson, presidente de EEUU para 1836, siendo que Samuel Houston era un viejo subalterno suyo en la guerra de 1812 de EEUU contra Inglaterra. En 1845 Texas fue definitivamente anexionado a EEUU.

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