Néstor Rivero Pérez

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El 22 de diciembre de 1821, hace doscientos años, el Libertador Simón Bolívar -quien había situado su cuartel general en La Plata, al sur de Nueva Granada- informa al general Antonio José de Sucre, quien operaba en territorio ecuatoriano, que había comisionado a dos oficiales patriotas, para que ofreciesen a las autoridades españolas de dicho departamento, una “honrosa capitulación”.

Paz Castillo y Murgueitio

En dicha misiva el Libertador indicó al general Sucre, que sus emisarios, el coronel Juan Paz del Castillo y el teniente Pedro Murgueitio, debían instruir a los jefes realistas del Ecuador, a cuya cabeza se encontraba Melchor de Aymerich con el cargo de Presidente de la Real Audiencia de Quito, acerca de “la verdadera situación militar y política de la Gran Colombia, México, Chile, Perú y España”. Como se sabe, el año de 1821 trajo un drástico giro en las relaciones de poder dentro de la América hispana y en la propia Península Ibérica.

 

Cuadro continental

Al tiempo que en esta última, los coroneles liberales Rafael del Riego y Antonio Quiroga, capitanearon el pronunciamiento que obligó a Fernando VII a jurar la Constitución de Cádiz de 1812 y a gobernar dentro de una monarquía constitucional, en México como se sabe, Agustín de Iturbide al frente del Ejército Trigarante, proclamaba la independencia de la nación azteca. Y del mismo modo, al sur, Chile, país que había obtenido su emancipación en 1818, patrocinaba la expedición libertadora del general rioplatense José de San Martín, quien para diciembre de 1821 ejercía el mando en tierra inca, como Protector de Perú.

 

La Gran Colombia

Por si fuera de escaso impacto la mutación política operada por entonces al sur y norte de la América antes española, al centro de ambos extremos, surgía el novel Estado de la Gran Colombia. Y precisamente, ese 22 de diciembre cuando Bolívar escribe a Sucre, acababa de llegar a La Plata, procedente de la capital Bogotá, distante a poco más de 430 kilómetros. Y el Padre de la Patria venía seguido de una aureola de triunfos como guerrero y estadista. Una vez culminada la Campaña de Carabobo en la planicie homónima, con la jornada del 24 de junio de ese mismo año, Bolívar se despide de Venezuela para juramentarse en Cúcuta como Presidente del nuevo Estado. De modo que posee toda la autoridad para requerir a los españoles que depongan las armas y adopten la oferta de “capitulación honrosa” transmitida por Castillo y Murgueitio. Y ello, a pesar, dice el héroe caraqueño “de la preponderancia de nuestras armas y de la terrible situación a que se ven reducidos los españoles de Quito”.

 

Guayaquil

El 11 de enero de 1821, seis meses antes de la Batalla de Carabobo, el Libertador Simón Bolívar había oficiado a Antonio José de Sucre, designándole como jefe de los Ejércitos del Sur de Nueva Granada, arribando este último a Guayaquil en mayo de 1821. Y Sucre, quien había tomado la iniciativa militar, se encontraba en Babahoyo (Ecuador) al momento de que Bolívar le envía su carta del 22 de diciembre, donde le reconviene de que no debe dar cumplimiento a un armisticio que había acordado con el jefe realista Tolrá en dicha región ecuatoriana. Y tal indicación se sustentaba en el hecho de que constituyendo la Gran Colombia un Estado con sus instituciones y poderes centrales constituidos en la capital, Bogotá, ambos contendientes debían estar al tanto de que todo compromiso en los términos de la contienda, debían ser ratificados por sus superiores o gobiernos. Sucre no tuvo objeción al respecto, sin embargo su revés en el segundo combate de Huachi, en septiembre anterior, debió inducirle la táctica de “ganar tiempo” para reponer las fuerzas que habrían de darle la victoria definitiva del volcán Pichincha, el 24 de mayo de 1822.

Sinóptico

1817

República de las Floridas

Este día cesó la República de las Floridas, entidad creada en la isla Amelia, frente a la Península de la Florida en Norteamérica, posesión por entonces de la Corona española. Dicho Estado, que se sostuvo entre el 29 de junio y el 22 de diciembre de 1817, tuvo como artífice de primer orden al prócer escocés-venezolano Gregorio McGregor, con auxilio de Juan Germán Roscio, Pedro Gual y otros latinoamericanos que se habían exiliado en Norteamérica tras la caída de la Segunda República. La Península de las Floridas estaba ocupada por tribus seminolas y negros esclavos fugados de haciendas estadounidenses, aunque era ambicionada por los sudistas y esclavistas estadounidenses deseosos de expandir su sistema esclavista de predominio económico y social. Y una hábil y agresiva política expansionista de sus élites políticas posibilitó que, desde su primer presidente Jorge Washington, pasando por James Madison y Thomas Jefferson, la diplomacia de la Casa Blanca diera a partir de 1816, pasos consistentes para apropiarse de dichos territorios, obstruyendo todo intento de los libertadores suramericanos, para proclamar la República en estas posesiones españolas.

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