Néstor Rivero Pérez

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El 10 de noviembre de 1821, hace doscientos años, el Libertador Simón Bolívar escribe al explorador y botánico alemán Alexander de Humboldt, quien residía en Francia, reiterándole su alta estima y reconociendo sus méritos al haber pintado con su pluma a la América “tan bella como su propia naturaleza”.

Amistad antigua y duradera

Simón Bolívar había conocido al barón de Humboldt en 1804, durante su paso por París, siéndole presentado por Aimée Bonland, quien ya le había hablado del joven caraqueño y de sus sueños, los cuales Bompland veía con simpatía, respecto a dar la Independencia a la América hispana. Tras escuchar al impetuoso joven, Humboldt habría respondido “no veo aún al hombre que pueda conducir tan grande empresa”. Años después reconocería su equívoco y mantuvo hasta el final profunda admiración por Simón Bolívar. En todo caso conviene ponderar el juicio de autores como J Fred Rippy y ER Brann, quienes en artículo a cuatro manos, en inglés, bajo el título Alexander de Humboldt and Simon Bolivar, indican que “no hay evidencia suficiente para probar que Humboldt siquiera sospechara que tenía frente a sus ojos al futuro Libertador” (http://criticalatinoamericana.com).

Sobre el Chimborazo

De cualquier manera, la independencia de América sí debió ser un tópico de sus conversaciones (The American Historical Review, Vol 52, Nro 4, Jul 1947, pp. 697-703 – Fuente: Ibídem). En varios momentos el Libertador escribirá al barón de Humboldt, o haría referencia a su persona como “descubridor científico del Nuevo Mundo”. Y una de tales ocasiones fue cuando Bolívar llevó al papel su alegórico texto Mi delirio sobre el Chimborazo, donde al recordar su escalamiento a las alturas del volcán ecuatoriano, precisa “dejé atrás las huellas de La Condamine y de Humboldt”.

Empréstito, química e independencia

Ese año de 1821 había llegado a Bogotá el alemán Justus Erick Bollman, en su condición de representante de la casa financiera Baring Brother de Londres, con el objeto de verificar la riqueza minera de la Gran Colombia -la cual debía servir de garantía para el empréstito que ese año gestionaba Francisco Antonio Zea en la capital del Reino Unido-. Los términos de dicha negociación, por cierto, produjeron gran disgusto en el ánimo del Libertador, por cuanto este último apremiando el uso austero de los escasos ingresos que obtenía una República en guerra, veía con alarma cómo Zea dispuso de la tercera parte de un préstamo de 66 mil libras esterlinas, para dar lucimiento a la sede diplomática de la Gran Colombia en Londres, expresando el héroe caraqueño “Zea quiere colocar un traje de oro sobre una nación que anda en harapos”. En todo caso la vocación científica de Mr Bollan debió agradar en extremo grado al Padre de la Patria, quien lo emplea como su emisario ante Humboldt.

Carta Bicentenaria

Así, en esta carta del 10 de noviembre de 1821 Simón Bolívar reivindica su amistad con el autor de la obra Viaje a las regiones equinocciales del Nuevo Mundo, diciéndole “(…) las eminentes cualidades de su carácter generoso tienen una especie de existencia entre nosotros (…). Yo por lo menos al contemplar cada uno de los vestigios que recuerdan los pasos de Ud. en Colombia me siento arrebatado de las más poderosas impresiones….reciba Ud. los cordiales testimonios de quien ha tenido el honor de respetar su nombre antes de conocerlo, y de amarlo cuando le vio en París y Roma. En sendos “Pies de Página” del Vol I de las Obras completas de Bolívar (Compilador: Vicente Lecuna, Tres Tomos), se informa que en 1804 el joven caraqueño acompañado de Humboldt y Louis Guy-Lussac visitó el volcán Vesubio, en Italia. E igualmente se indica que para agosto de 1822, Humboldt, quien ya sabía que Bolívar le había escrito la misiva, comentaba no haberla recibido por haber muerto su portador, Mr Bollmann, recordando que este había ido a Bogotá “por especulaciones de platino”.

Sinóptico

1999

Ciencia para la Paz

Este día se celebró en Budapest (Hungría) la Conferencia Mundial sobre la Ciencia, evento durante el cual se aprobó designar esta fecha como Día Mundial de la Ciencia y la Paz. A su vez se acordó emitir la “Declaración sobre la Ciencia y Utilización del Conocimiento Científico”, documento que promueve la conciencia de corresponsabilidad respecto al ambiente del cual forma parte la humanidad. El texto enuncia el principio según el cual “formamos parte de la biosfera. Hemos de tener en cuenta que nos encontramos en una situación de interdependencia creciente y que nuestro porvenir es indisociable de la preservación de los sistemas para el mantenimiento de la vida sobre la Tierra y de la perpetuación de todas las forma de vida”. La Declaración de Budapest puntualiza la necesidad de que la “práctica de la investigación científica y la utilización del conocimiento deberían siempre orientarse al bienestar de la humanidad, incluida la lucha contra la pobreza, y respetar la dignidad y los derechos de los seres humanos, así como el entorno medioambiental global”.

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