Jesús Moreno

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En el modesto municipio Guaicaipuro, ubicado en el estado Miranda, Venezuela, se ha debatido el caso Rusia-Ucrania desde que se inició el conflicto entre esos dos países, que están a más de 8.000 kilómetros de distancia de nuestro territorio. Mucha gente se preguntaba: ¿Qué tenemos nosotros que ver con Rusia-Ucrania que están en disputa bélica?

Pues bien, hay varias cosas que nos acercan, nos vinculan, a pesar de la distancia. Primero, Rusia, nación euroasiática, exportador de petróleo, solo a Europa le enviaba 6 millones de barriles diarios, y Estados Unidos le aplica sanciones y ahora no puede hacerlo, lo cual afecta su economía, país de los llamados Plus OPEP porque son exportadores de crudo y no son miembros de la OPEP, lo cual nos une, y es sometida a medidas arbitrarias como nosotros, a su exportación de petróleo, además que nuestro país posee la más grande reserva petrolera del mundo. Eso nos une y acerca.

Ucrania es el granero del planeta y nosotros somos consumidores, especialmente del trigo y otros alimentos ucranianos, lo cual nos afectará por la subida de los precios o por la escasez. Y tercero, que si el conflicto se expande y adquiere categoría de guerra mundial, padeceremos gran parte de los efectos de la contienda de estas características, e inclusive ser objeto de alguna acción nuclear, en caso de que alguien ambicione nuestras reservas energéticas para sostener su contienda.

Esos tres elementos, aunque nosotros seamos de un municipio no petrolero, también sufriremos consecuencias de las ambiciones imperialistas y de la reacción de quienes se defiendan de sus intereses y deseos hegemónicos que usará la OTAN para quebrar a Rusia y contener el desarrollo de China, que trabajan por un mundo multipolar y multicéntrico para lograr la paz.

De manera que nuestro municipio tan lejano y tan pequeño ante el lado de las potencias que están allí, en el inicio de un choque frontal, entre el hegemonismo de los estados imperiales y los que luchan contra esa política, no debemos sentirnos ajenos a este conflicto porque no debemos olvidar que un gran incendio a veces comienza con una chispa.

Es cierto que estamos muy lejos de Rusia, Ucrania, Europa; pero hoy ante la tecnología aplicada en armas, las lejanías casi han desaparecido y aunque los hechos nos parecen ajenos y ausentes se están dando en el solar de la casa, así que es mejor saber y conocer, lo más verdadero que se puedan, las razones y las fuerzas que se mueven alrededor de ellos para tomar las mayores defensas posibles, aunque si las cosas llegan a extremos siempre tengamos que pagar muy caro, porque aunque somos, para el mundo, un municipio cultivador de flores nos puede caer un terrible misil.

Por eso, lo menos que los tequeños podemos hacer es vivir en paz y disfrutar de las parrandas de San Pedro, San Juan y cuanto otro divertimiento nos sirva para estar ocupados, y no en las tareas de la guerra porque “no hay riqueza que iguale al contento de vivir” dice el libro Panchatantra en su sloka 152 del cuento VI, y los venezolanos, a pesar de todo, vivimos en paz. Pero eso no nos indica que debemos hacer como el avestruz.

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