Néstor Rivero Pérez

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El 12 de abril de cada año, la humanidad reconoce el Día Mundial de Reducción de Gastos Militares, efemérides que convoca a la reflexión, así como al trazado de estrategias encaminadas a reorientar las inmensas sumas que los Estados y gobiernos, en su respectiva magnitud, destinan al gasto en armamentos. Dichos gastos, que históricamente han respondido a la coartada del “interés nacional”, tuvieron como principales recipendiarios, a los fabricantes del armamento.

¿Propósitos utópicos?

Dentro de los principales obstáculos para la reducción del gasto militar en el mundo contemporáneo, destacan los de orden económico y que atienden a la lógica expansiva de la industria del armamento -cuyo móvil constitutivo es la maximización de la ganancia en términos del capitalismo clásico-. Y una vez configurado en cualquier país su sector industrial del armamento, este se ve compelido a sostener la estrategia de defensa e interés nacional, lo que se confunde con el interés crematístico de los accionistas. De allí que en el marco del actual modelo global, cooptado por los grandes emporios tecnológicos militares e industriales y financieros y cuyos “juegos de guerra” y escenarios someten la geopolítica de las grandes potencias y los altos mandos de sus ejércitos a la noción del “peligro y amenaza permanente contra su nación”, haciendo casi menos que imposible, la aplicación de tratados conducentes al desarme y a un mundo sin contiendas.

Complejo militar e industrial

La percepción de que una superpotencia debe sostener su primacía apuntalada en armas de última generación, como modo más seguro para disuadir eventuales ataques enemigos, cobró fuerza irreversible en EE. UU., cuando -en respuesta al ataque japonés a su base militar de Pearl Harbol, en el Pacífico norte, en diciembre de 1941-, el Presidente F. D. Roosevelt con apoyo del Congreso, instruyó el despliegue de la industria militar nortamericana, y haciendo gravitar en torno a la fabricación de armas, transporte bélico y otros implementos, el aparato productivo que le aseguró su rol ganancioso al término de la II Guerra Mundial y durante la Guerra Fría. ¿Qué debía hacer EE. UU. a partir de 1945 con su gigantesco aparato de producción armamentística? Hasta hoy no hubo modo de reducir su tamaño ni su influencia en la vida interna y la presencia exterior estadounidense, al punto que EE. UU., según la web https://as.com, mantiene hoy 254 bases militares a lo largo del planeta.

Complejo vs Complejo

Sin embargo otra fuente, https://www.larazon.es, informa que EE. UU. posee 800 bases en el exterior, de las cuales 76 se ubican en América Latina. “La abrumadora presencia militar de soldados estadounidenses por el planeta es consecuencia de la proyección del poder militar de Estados Unidos, soportado con un presupuesto en defensa de más de 700.000 millones de dólares anuales, muy por encima de lo que destinan sus rivales como China o Rusia” [Ibídem]. En todo caso, esta lógica armamentística de una superpotencia, confronta la lógica del interés nacional de otra u otras superpotencias, las cuales ante el peligro de verse sobrepasadas en su capacidad de disuación armada, incrementan los porcentajes del PIB, destinados al diseño y mejora continua de su armamento de punta, cada vez más costoso. Y dicha lógica es irreflexivamente suicida, puesto que hasta de un forma accidental, y sin intervención de la suprema autoridad de las superpotencias, pudiere verse activado alguno los dispositivos de ataque o contraataque.

Iniciativas de paz

En todo caso, cada día nacen alternativas al respecto y que ganan más espacio en la opinión pública. Y entre estas destaca la Campaña de Acción Global sobre el Gasto Militar, bajo patrocinio del Centro para el Estudio de la Paz “La violencia… sobre las personas de todo el mundo a manos de Estados militarizados, ha tenido impacto devastador sobre la humanidad y el medio ambiente. Los 1,98 billones de dólares gastados en ejércitos en 2020 no nos proporcionaron una verdadera seguridad, sino que esos hinchados presupuestos para armas y guerra nos dejaron sumidos en un ciclo de violencias. Es momento de darle un presupuesto a la paz” [https://centredelas.org].

Sinóptico

2002

Golpe de Estado “brevísimo”

Este día un golpe de Estado al que concurrieron factores de poder tradicionales del país y el gobierno de George W. Bush, de EE. UU., depuso por 48 horas al Presidente Constitucional Hugo Chávez Frías, cuyo modelo constitucional de un Estado Democrático, Social, de Derecho y de Justicia y de rescate de las riquezas nacionales, colidía con los intereses de las grandes corporaciones de la energía, intereses geopolíticos imperiales y el pitiyanquismo local, que agrupaba a importadores tradicionales, banqueros, y dueños de medios de comunicación. Una firme unidad cívico-militar rescató y repuso en su cargo al Presidente Chávez dos días después, en la madrugada del 14-A.

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