Néstor Rivero Pérez

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El 21 de octubre de cada año se celebra el Día Mundial del Ahorro Energético, con el propósito de contribuir a la concienciación de la humanidad respecto a la necesidad de reducir el consumo innecesario y dispendioso de los recursos sobre los cuales se sustenta la forma de vida moderna en el campo y la ciudad. Entre las principales energías modernas destacan los hidrocarburos o fósiles, la electricidad -con varias fuentes de procedencia-, el viento y el sol.

 

¿Qué es la energía?

Una definición de energía, ajustada a los parámetros avanzados de las ciencias naturales, la concibe como aquella “capacidad de los cuerpos para realizar un trabajo y producir cambios en ellos mismos o en otros cuerpos” [https://www.fundacionendesa.org/es], posibilitando su funcionamiento y transformación. Y en términos de una civilización mecanizada como la que hoy se interconecta sobre la superficie de la Tierra y que en la actualidad se adentra en la dimensión del electromagnetismo, resulta indispensable el factor que detona el trabajo y genera cambios en los cuerpos. Y tal es la energía. Y habiendo evolucionado la energía, de su gestión humana, cuando el propio homo sapiens daba a su cuerpo la función de traslado de cargas, pasando por la tracción animal y luego la tracción con base en la máquina de vapor, hasta la aplicación de los hidrocarburos como fuente de energía, hoy resulta inexorable un nuevo cambio de la matriz energética, para asegurar la pervivencia de la especie.

Cambio climático

Y tras haber aplicado la máquina de vapor a la industria en forma masiva, desde las postrimerías del siglo XVIII hasta finales del siglo XIX, con sus moderados márgenes de contaminación, la modernidad pasó al empleo de energías más potentes y que brindaban mayor productividad para la producción de bienes y la prestación de servicios, como el carbón, petróleo y gas, empero cuyas emisiones de dióxido de carbono y metano han intensificado el efecto nocivo sobre la atmósfera, siendo esta última uno de los tres componentes de la biósfera, afectando así, de forma paulatina y creciente, los equilibrios que han garantizado hasta ahora la expansión de la familia humana en el planeta. Y dicho ciclo de deterioro atmosférico se conoce de acuerdo a estudios de los expertos como “el efecto invernadero”: Los gases nocivos tejen una especie de capa que impide el retorno al espacio de los rayos ultravioletas remitidos por el sol a la superficie terrestre, ocasionándose de esta manera un calentamiento al interior de la atmósfera, perturbándose de este modo la estabilidad de los casquetes polares y derivando en su derretimiento y el subsecuente incremento del nivel de los océanos.

Fósiles y alternativas

En todo caso, la especie humana, cuyos integrantes ya sobrepasan los 8 mil millones de habitantes, se ha organizado en colectividades nacionales, confrontando los riesgos de la alteración de la temperatura global, signada por su calentamiento -y que tuvo su inicio con la Revolución Industrial-, y da cada vez más nuevos signos de conciencia respecto a la necesidad de “conservar los recursos naturales y lograr eficiencia en el área energética” [https://www.diainternacionalde.com]. Y hoy corresponde a dichos Estados Nacionales, representados en la Organización de Naciones Unidas (ONU) trazar políticas de acometida y cooperación destinadas a la salvación y constante regeneración del ambiente. Y dentro de dicho cometido magno el ahorro energético constituye pieza de primer orden.

Reducción de las distorsiones

“(…) los estudios demuestran que el sector de abastecimiento de energía es responsable del 35 % de las emisiones globales, siendo el mayor contribuyente en las emisiones de gases con efecto invernadero a nivel mundial. Esto es debido principalmente a que muchos países todavía utilizan combustibles fósiles para abastecerse de energía, mientras que los hogares y edificios consumen demasiada energía en sus calefacciones y sistemas de refrigeración. Cuando se queman combustibles fósiles para producir electricidad, se libera dióxido de carbono a la atmósfera” [https://www.un.org].

Sinóptico

Leonardo Ruiz Pineda

El 21 de octubre de 1952 fue asesinado a tiros en Caracas, por agentes de la Seguridad Nacional, el dirigente Leonardo Ruiz Pineda, quien estaba al frente de la resistencia clandestina de AD, en contra de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez. Leonardo lideraba una postura emergente y antiimperialista, distanciándose cada vez más de Rómulo Betancourt. De acuerdo a Mario Valdez, “Guillermo García Ponce, lo llamó El Ruiseñor de la Libertad”. La persecución en contra de Ruiz Pineda tuvo mucho que ver con el descrédito acarreado al gobierno tras la publicación del libro Venezuela bajo el siglo del terror: Libro Negro de una dictadura, bajo coordinación de Ruiz Pineda. Su desaparición privó al país de un líder honesto con capacidad y liderazgo, y contrapuesto al modelo puntofijista.

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