Néstor Rivero Pérez

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El 9 de abril de 1948 fue asesinado de un balazo en el centro de Bogotá (Colombia) Jorge Eliécer Gaitán, singular orador, litigante y conductor popular como pocas veces conoció el continente suramericano y quien se perfilaba como vencedor en las presidenciales del año siguiente.

Joven de prestigio

Gaitán obtiene su título de abogado con honores en 1924, con la tesis “Ideas socialistas en Colombia”. En 1929, como miembro de la Cámara de Representante, al tiempo que esgrimía alegatos jurídicos y políticos en defensa de la masa laboral, introdujo un proyecto de ley de indemnizaciones a las familias de trabajadores de las regiones bananeras enfrentadas a las empresas trasnacionales del ramo en uno de los conflictos huelgarios de mayor resonancia del siglo XX.

En 1933 presentó un Proyecto de Ley para los Campesinos, contemplando el principio “tierra para quien la trabaja”. Hombre de ideas y en conexión con la realidad social de su país, Gaitán es electo en 1936 alcalde de Bogotá.

A la par ejerce como catedrático de Derecho. En la alcaldía impulsó reformas como los comedores escolares e igualmente, con miras a un mayor ordenamiento a la capital de Colombia, proyectos que le acarrearon la incomprensión de taxistas y otros grupos.

Ministro de Educación

La trayectoria de Gaitán, su arrastre de masas, y el rigor en su discurso y escritos, le dan proyección nacional, de modo que para 1940 el presidente Eduardo Santos le nombró ministro de Educación.

Desde allí Gaitán impulsa un conjunto de reivindicaciones a favor de los sectores más débiles, como la jornada de alfabetización, “el zapato escolar, cine educativo ambulante”, la gota de leche escolar, además de animar el Salón Nacional de Artistas.

Disputa presidencial

No resultaba extraño por tanto que para las elecciones de 1946 la coherente trayectoria de Gaitán, al lado de causas populares, colocase su nombre entre quienes podían disputar la candidatura liberal para disputar la presidencia al abanderado del Partido Conservador.

El Partido Liberal se dividió en dos alas, una tradicionalista que apuntaló a Gabriel Turbay, y el liberalismo radical que postulaba a Gaitán. Y no obstante la división, que permitió ganar al conservador Mariano Ospina Pérez, el Partido Liberal obtuvo mayoría parlamentaria.

En todo caso, Gaitán se mantuvo como opción, ahora indisputable, para la siguiente elección que debía darse en 1950. Empero el asesinato del Tribuno del Pueblo truncó la esperanza popular.

Roa ¿Enemistad?

En Colombia, según Edgard E. Franco Torres, se impone una “política parroquial de sectarismo, intolerancia, carencia absoluta de diálogo y necesariamente violenta”. Y tales rasgos de la Colombia profunda, que dirime muchos de sus asuntos a balazos y sicariato, se vieron el 9 de abril de 1948 cuando, a poco de salir de su oficina, Gaitán es abordado por un individuo, Juan Roa Sierra, con quien, según testimonios, nada le vinculaba.

Roa le dispara, cayendo Gaitán. Tras esfuerzos de salvarle en una clínica de Bogotá, Gaitán fallece a las dos horas.

Bogotazo

¿Quién estuvo detrás de Roa Sierra para que accionase su arma contra Gaitán? Nunca se confirmó hasta hoy. Hipótesis sugieren que el Tribuno del Pueblo pudo ser sentenciado a muerte: uno, por el mandatario conservador Ospina Pérez; dos, por los directivos de las empresas bananeras afectadas ante un eventual gobierno de Jorge E. Gaitán; y, tres, circula información de que detrás del crimen estuvo la CIA, para evitar que un gobierno de Gaitán alejase Colombia de la férula del Dpto. de Estado.

Lo cierto es que Gaitán andaba con toda tranquilidad, a pie por el centro de Bogotá, sin enemigos personales de quienes temer. Algún analista escribió “Al eliminarse al conductor de la patria que emergía de las bases democráticas, se frustró el destino de un pueblo”. Y al hombre recto y defensor de la plebe, esa misma noche salió a reivindicarlo en su muerte, la plebe, en el levantamiento popular, conocida como “El Bogotazo”.

 

Sinóptico

1626

Murió Francis Bacon

El padre del empirismo filosófico y científico que ha servido de fundamento de la modernidad, murió en Highgate, Reino Unido. Bacon creía que se podía “estudiar al hombre” a través de la observación.

Decía “lo que no puede probarse, no debe ser aceptado; He allí una primera regla del empirismo. De hecho se le considera padre del método experimental inductivo.

De acuerdo a este filósofo “las conclusiones obtenidas sobre la naturaleza no solo eran erradas, sino que obstaculizaban el avance de la ciencia” (https://www.lifeder.com), concluyendo en que el propósito de la investigación no es otro que el “descubrimiento de la naturaleza y sus fenómenos es el propósito de la investigación”.

En 1620 Bacon publicó Novum Organum (Nuevos instrumentos de la ciencia). Para este autor los temas abstractos y puramente especulativos que tanto beneplácito obtenían de las élites, carecían de “efecto positivo” en las personas, cuyo empeño se dirige a linderos más propios de lo terrenal.

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