Manuel Amarú Briceño Triay

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Así como cantaba Alí Primera en la «Canción Bolivariana», refiriéndose al Libertador: «Bolívar bolivariano / no es un pensamiento muerto / ni mucho menos un santo / para prenderle una vela…», nosotros, en el noveno aniversario de su muerte, podríamos decir lo mismo del querido Comandante Chávez.

Y esto a propósito de una corriente que extraña o interesadamente, ha surgido en los últimos tiempos y para la cual es lo mismo confundir dichas conmemoraciones y retrotraerlas en el tiempo como, desteñir el bermejo hasta convertirlo, a través del caleidoscopio del marketing, en una cascada de sombras sin contenido semántico alguno. Al parecer, suponen que atemperado destierran cualquier indicativo asociado al socialismo, mucho más, al Socialismo Bolivariano, levantado por el otrora teniente coronel paracaidista de boina roja.

En este contexto, en un mar de contradicciones tácticas y estratégicas, comienzan a gobernar los mandatarios chavistas recién electos en todo el país. Unos, contestes con la senda comunera, las ciudades comunales, el fomento de economías solidarias y los encadenamientos productivos de los circuitos económicos regionales (intrarregionales), interregionales e incluso internacionales. Otros, seducidos por los cantos de sirena del reformismo más chabacano y la socialdemocracia de medio pelo.

Así, en medio de este panorama y luego de pasado el tumulto carnestolendo que en algunas partes no envidió a las famosas fiestas saturnales romanas, han comenzado los debates del quinto congreso del Partido Socialista Unido de Venezuela, el cuarto congreso de la Juventud del Partido Socialista Unido de Venezuela, el congreso fundacional de la Unión Comunera y el gran pleno nacional de la vanguardia juvenil del Movimiento Electoral del Pueblo.

Oportunidad más que propicia para pensar en aquella consigna que proponen en la calle cientos de camaradas: «volvamos a Chávez». Es decir, releer, repasar y digerir intelectualmente en varias entregas su pensamiento y acción revolucionaria. En este caso, lo que se planteó como referencia para abordar el problema de la dignificación nacional y luego, los ejes de edificación del socialismo venezolano.

Siguiendo al jefe bolivariano en el tiempo podemos ir auscultando su visión socio-política de largo aliento. Como documento inquirido en esta primera entrega, nos sumergimos en el contenido de la Agenda Alternativa Bolivariana de 1996. Texto que respondía desde una perspectiva societaria contraria a los principios enarbolados por el segundo gobierno de Rafael Caldera en su oferta programática, conocida como «Agenda Venezuela».

De esta forma, en las página 22, 23 y 24 se aprecia el carácter de la propuesta política alternativa:

«La AAB, Agenda Alternativa Bolivariana, rompe con el fundamento neoliberal, se rebela contra él; derriba los estrechos y negros muros de la visión (p.22) unilateral, fragmentaria y reduccionista, para mirar en derredor y percibir la realidad en toda su magnitud, a través de un enfoque humanístico, integral, holístico y ecológico. Por ello, la ABB comienza diciendo que el problema a solucionar no es meramente económico ni político ni social. Los abarca a todos ellos, es verdad. Pero va más allá de su conjunto. La forma de enfrentarlo, entonces, es a través de un poderoso ataque coordinado a lo largo de todo el frente. Atacar por partes implicaría la derrota, parte por parte.»

(…) Sincrónicamente (y solo sincrónicamente, si se quiere viabilidad), se plantea enfrentar lo social y lo económico. Sin embargo, la AAB coloca los desequilibrios macrosociales en el primer rango de importancia y prioridad, para dejar en segundo plano a los desequilibrios macroeconómicos. ¿Cómo puede pensarse, por ejemplo, que solucionar el déficit fiscal pueda ser más urgente e importante que acabar con el hambre de millones de seres humanos?» (p.23)

«Ante la ofensiva neoliberal, entonces, surge aquí y ahora un arma para la contraofensiva total».

«Se comprenderá que nuestra agenda es alternativa porque presenta no solo una opción opuesta a la del actual gobierno transnacionalizado; sino que va mucho más allá, pues pretende constituirse en el puente por donde transitaremos hacia el territorio de la utopía concreta, el sueño posible. Es decir, la AAB ofrece una salida y echa las bases del Proyecto de Transición Bolivariano. Aquella, en el corto plazo, y éste, en el mediano, serán los motores para el despegue hacia el Proyecto Nacional «Simón Bolívar», cuyos objetivos se ubican a largo plazo».

«Y es bolivariana no solamente por ubicarse en esta perspectiva del futuro nacional a construir, porque también enfoca la realidad internacional y se inscribe en el nuevo despertar continental que levanta esperanzas de justicia, igualdad y libertad desde México hasta Argentina. Al decir de Simón Bolívar: «Para nosotros, la patria es América» (p.24).

Finalmente, si observamos con agudeza los conceptos plasmados en la cita precedente, concluimos que en este momento aparece sin ningún ropaje edulcorado la condición antineoliberal, popular y nuestro americana del planteamiento revolucionario chavista. Cuya profundización se logrará al calor del «látigo de la contrarrevolución», en palabras de León Trostky, a lo largo de las vicisitudes sufridas y los temporales políticos capeados por los gobiernos bolivarianos en los últimos veintitrés años.

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