Néstor Rivero Pérez

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El 24 de febrero de 1304 nació en Tánger (Marruecos) el viajero y cronista Ibn Battuta, considerado el “mayor viajero del mundo islámico” durante la Edad Media, y cuyos recorridos de acuerdo a algunos biógrafos sobrepasaron las extensiones recorridas por el veneciano Marco Polo.

Sus inicios
Desde su niñez, según la cronista Camila Díaz, Ibn Battuta, cuyos familiares integraban la Magistratura Islámica “desarrolló grandes habilidades para la lectura. Sus obras favoritas se relacionaban con temas de geografía y aventureros” [https://historia-biografia.com]. Se sabe que con 21 años emprendió su primer viaje por el norte de África, tocando en El Cairo, adentrándose luego “curso arriba por El Nilo hasta la ciudad de Aydab. Su intención de atravesar el Mar Rojo no tuvo éxito. En adelante estuvo en Damasco y Alepo, Meshed y la tumba del santo Alí al-Ridá. Luego, volvió a La Meca para dedicarse a la enseñanza de cuestiones teológicas” [Íbidem]. En su viaje a Fez, Ibn Battuta ensalza a un anfitrión, refiriendo que el recinto donde se hospedó “no tiene par por su estructura y belleza de su construcción y decoración…los orientales no son capaces de hacer nada semejante” [I Viaggi]

Otros viajeros
Los pueblos árabes, que por más de dos mil años han encabezado las travesías con camellos por motivos comerciales, migratorios o de conquistas militares y expansión religiosa -o para cumplir con la peregrinación a La Meca que compromete a todo musulmán-, han ofrecido a la humanidad viajeros y recopiladores de historias y relatos. Entre los trashumantes notables del Medioevo destacan el navarro Benjamín de Tudela, el chino Zheng He, a quien algunos suponen como “Simbad el Marino” de las Mil y Una Noches; e igualmente el andaluz Ibn Ǧubayr

Caravanas
De la mano de los cuerpos de caballería, cuyo alfanje aseguró la expansión del Islam en distintas porciones del Medio Oriente, Asia y África, diferentes personajes en cuyas vidas se mezclaban trazos históricamente ciertos con fábula y mitos del Asia Central, acompañaron en el curso de la Edad Media caravanas que hacían la Ruta de la Seda o que tomaban su propio camino de forma individual, cruzando el desierto en distintas direcciones, en busca de regiones desconocidas para registrar sus culturas, intercambiar mercaderías o con ánimo de aventura bélica.

Costumbres cuestionables
De acuerdo a sus relatos Ibn poseía una aguda capacidad de observación de las costumbres y usos de las distintas regiones asiáticas por donde pasó, Y el resgistro de sus observaciones posee alto sentido crítico y de objeción para una mente formada dentro de los principios nmorales del Islam. Así, mostrará su inconformidad con el acto atroz que presenció en la India la viuda de un hombre cuyos restos debían ser reducidos a ceniza, fue colocada viva con el cadáver para morir también incinerada. Y del mismo modo condenó el tránsito público en las islas Maldivias de “mujeres con los pechos descubiertos” así como “a promiscuidad de la población negra de Mali”, ensalzando por el contrario en la región india de Hinawr, la presencia de sus bellas mujeres “castas y aplicadas en el conocimiento del Corán.” [Íbidem]. Las anotaciones de Ibn Battuta recogen información de la región del “Sáhara hasta China y desde Rusia a la India”, aproximadamente 117 mil kilómetros, registrando asimismo su trato directo con 1500 personas “a muchas de las cuales cita puntualmente en su libro de viajes” [file:///home/aciudadana].


Sinóptico
1854
Daniel Florencio O ‘Leary
Este día murió en Bogotá, el militar y memorialista irlandés Daniel Florencio O’Leary Burke quien, entre 1819 y 1830, durante la primera fase de su vida adulta, se desempeñó como Edecán del Libertador, y quien ha pasado a la historia como el principal compilador de la correspondencia del Padre de la Patria. En Caracas una céntrica plaza inaugurada por Isaías Medina Angarita le honra. Sus restos reposan en el Panteón Nacional. Sin embargo, entre 1841 y 1841, ya muerto el Libertador Simón Bolívar, O’Leary vino a Caracas como cónsul de la Gran Bretaña. En estos cerca de tres años de gestión diplomática, y de acuerdo a estudiosos del diferendosobre el Territorio Esequibo, O’Leary habría contribuido a la distorsión del reclamo que por entonces la patria de Bolívar había iniciado en Londres, en torno a las pretensiones británicas de establecer como límites de la Guayana Británica (hoy Guyana), la llamada “Línea Schomburgk”, demarcaciones hechas entre 1826 y 1841 de forma unilateral por el aventurero Robert H Schomburgk, al servicio del Foreigh Office y quien penetrando indebidamente del lado venezolano del Río Esequibo consignó trazados que asignaban grandes extensiones a la potencia colonial del Viejo Mundo. O’Leary habría recomendado a la cancillería británica, que hiciese desaparecer papeles y notas venezolanas sobre el reclamo, lo cual ocasionó grave daño a las defensas de Venezuela, según sendas informaciones del misionero capuchino padre María de Vegamián, Pedro José Lara Peña y Oscar Yánez.

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