Néstor Rivero Pérez

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El 5 de abril de 1818 el prócer rioplatense José de San Martín, luego de cruzar la Cordillera de los Andes y tras un año de operaciones en Chile, derrotó en Maipú a las tropas realistas comandadas por Mariano Osorio, poniendo fin a la dominación española en el país austral.

“A Lima por mar”

Cuatro años antes, en 1814, el héroe de San Lorenzo, y quien venía de combatir en la Península en contra de la invasión francesa de 1808, había expuesto en misiva a su amigo Nicolás Rodríguez de la Peña -consejero de Estado del Río de la Plata- sus ideas respecto al modo de independizar Lima.

Mientras el gobierno de Buenos Aires insistía a avanzar vía terrestre hacia el país de los incas, por el Alto Perú hasta llegar a Lima, San Martín, ante las dificultades militares que dicha ruta ofrecía, concibió otra y con escalas: primero cruzar la cordillera de los Andes hasta Chile “y acabar allí con los godos (…) aliando las fuerzas, pasaremos por mar a tomar Lima”, sentenciaba. Y así sucedió.

De Rancagua a Cuyo

Mientras José de San Martín organizaba y disciplinaba desde 1814 en Cuyo, su Ejército de los Andes, con el cual debía atravesar la majestuosa cordillera sorteando pasos que superaban los 6 mil metros de altura, le tocaría recibir en Mendoza, una gruesa emigración de chilenos -civiles y soldados- derrotados por los españoles en la batalla de Rancagua de fines de aquel año.

Dos bandos irreconciliables formaban el exilio chileno, los que formaban con Bernardo O’Higgins y quienes obedecían a José Miguel Carrera. San Martín reconoció la jefatura del primero y en él se apoyó para el reinicio de la guerra en Chile.

Chacabuco

Entre enero y febrero de 1817 San Martín al frente de 5 mil hombres entre soldados y milicianos bien abrigados, cruza los Andes por los abruptos pasos de los Patos y Uspallata, sorprendiendo a los españoles en Chile.

Apenas descender del lado chileno, las columnas patriotas cerca del Aconcagua, se percata San Martín de la cercanía de fuerzas enemigas y, el 12 de febrero de ese mismo año, en Chacabuco, dispone sus fuerzas en dos divisiones, una a las órdenes de O’Higgins; otra a las de Miguel E. Soler.

Una certera combinación de la infantería en dos columnas y el irresistible ataque de la caballería, al mando de José Matías Zapiola, les dio la victoria, frente al ejército realista de Rafael Maroto. A poco San Martín entra vencedor en Santiago.

Cancha Rayada

Sin embargo el libertador argentino obvió tomar medidas de persecución contra los derrotados; y estos, en cantidad de 1.600 hombres se embarcan al Perú. Regresarían al año siguiente con refuerzos para reanudar la guerra contra los republicanos. A inicios de 1818 San Martín decide someter los focos realistas al sur de Chile.

Así el 19 de marzo se topa en el campo de Cancha Rayada, en la ciudad de Talca, con la fuerza enemiga comandada por Mariano Osorio. Sorprendida de noche, una división patriota es destruida, salvándose la segunda al mando de Juan Gregorio Las Heras.

Polvo y humo

Dos semanas después Osorio resuelve tomar la ofensiva con rumbo a Santiago en busca del Ejército de los Andes. San Martín le aguarda la madrugada del 5 de abril en la llanada de Maipú, entonces a 10 kilómetros al sur de la capital, Santiago.

El héroe distribuye sus fuerzas de 4.900 hombres en cuatro agrupamientos, cada uno al mando de Las Heras, Rudecindo Alvarado, Hilarión de la Quintana. Al frente de 5.300 realistas se hallaba Osorio como general en jefe, José Ordóñez, Lorenzo López M, y Joaquín Primo de Rivera. Ambos ejércitos contendieron con fiereza.

Un testigo escribió: “El choque fue tremendo…cuando ambos bandos cruzaron las bayonetas. Los gritos demostraban que el terreno era disputado desesperadamente; a causa del polvo y el humo era difícil saber de qué lado se inclinaba la victoria. Finalmente, el avance patriota gritando ¡Viva la Patria!, proclamaba la victoria”.

Sinópticos

1772

Roggeveen en Isla de Pascua

El navegante neerlandés Jakob Roggeveen llegó a esta isla chilena, explorándola y contabilizándola, dentro de la visión occidental de conquista. Sus habitantes originarios, pascuenses, levantaron un conjunto de “moáis”, o estatuas monolíticas únicas en el mundo y de atractivo turístico.

 

1969

Murió Rómulo Gallegos

El autor de obras como Doña Bárbara, Canaima, Cantaclaro y Reinaldo Solar recogió en su narrativa el paradigma civilización versus barbarie ambientándolo a la circunstancia nacional y a sus profundas convicciones de civilista. Así, el Maestro Gallegos a la vez que atina en el diagnóstico y propone la educación y el progreso de otra parte obvia en su respuesta al drama social venezolano, componentes profundos que expliquen la recurrencia de la guerra civil, caudillismo y militarismo en la Venezuela agraria. De allí que su estupendo relato literario contemple vías evolutivas. El novelista fue electo Presidente de la República en 1948, siendo derrocado a los nueve meses por una asonada militar.

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