Alberto Vargas

@albertovargas30

El campo de las batallas de las ideas y saberes, la estrategia del neoliberalismo y su pragmatismo político, está sustentado, particularmente, en el triunfo de las leyes del mercado mundial y en la victoria de la «democracia» occidental, que impulsó, en las últimas décadas una visión eurocéntrica, enmarcada en concepciones e interpretaciones –una especie de cerco universalista–, esto es: un dogmatismo –grosso modo–, en la historia, en la cultura y en la política, del sistema capitalista mundial, que avaló el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, entre otras instituciones, por su mismo estilo, como la Organización de Naciones Unidas, la Unión Europea, la OTAN, etcétera.

Asimismo, esta ideología neoliberal, pero expresada en las relaciones internacionales, fue impuesta como paradigma dominante de validez universal, tanto en la producción del conocimiento y el estudio de la teoría de las relaciones internacionales, como en la racionalidad instrumental de la praxis, en la política mundial. Aquí encajan como ejemplo, Rusia y Ucrania. También está Cuba, Nicaragua, Venezuela, etcétera.

El gran reto de un nuevo pensamiento crítico y una nueva epistemología alternativa a la neoliberal fundada en el derecho, el respeto, la inclusión y el reconocimiento a las diferencias, a la diversidad de los pluralismos sociales, a las identidades y a las culturas nacionales en un sistema mundial, es lograr construir y comprobar que otro mundo sí es posible.

El neoliberalismo se explica a partir de sus raíces, sus procesos y condiciones concretas, expresadas en el desarrollo del modo de producción histórico-social en que se ha desplegado el capitalismo salvaje con sus antagonismos, contrarios a la especie humana y a toda forma de vida.

La etapa más reciente de reestructuración del capitalismo salvaje a escala mundial, ha sido organizada, dirigida y dominada por la ideología neoliberal que se convirtió en la «era global», en el «sentido común» de nuestro tiempo, que recorre el mundo y no deja, aparentemente, espacios para ninguna otra forma de pensamiento, saber o conocimiento.

En los últimos 30 años, gobernantes, instituciones, políticos, empresarios, intelectuales, e ideólogos del poder hegemónico se adhirieron a los principios y valores esenciales de la ideología neoliberal: implantación y promoción del libre mercado mundial como paradigma inmutable y autoproclamado como la única vía de crecimiento de las economías, sin importar los costos y el nivel de desarrollo social, donde la democracia participativa, protagónica y deliberativa es un simple adjetivo.

Ahí está la amenaza del capitalismo salvaje con sus intríngulis.

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