Federico Ruiz Tirado

Chávez fue un insurrecto por naturaleza, original, y un marxista cuya declaración de conciencia pública estuvo lejos del modo manualesco e histórico al que estábamos acostumbrados en las legiones de las izquierdas sobrevivientes en el mundo.

A mí me sorprendió con gracia regia cuando, asumiéndolo en el quehacer y dialéctico de su modo de hacer política, mientras tarareaba un canto de rebaño, como si estuviera en plena faena llanera se proclamó marxista y cristiano; esta primera condición aludiendo al húngaro Meszaros y la médula espinal de su obra, la lógica del capital, para que se comprendiera de una vez por todas que lo peor de todo es que dos y dos pueden ser o no cuatro.

Comienzo este texto recordando ese episodio porque quien niegue esa rebelión creativa y colectiva frente a los moldes y lógicas racionales que, Wladimir, mi hermano definió como la «era Chávez», ese «truco dialéctico mostró cómo fue que desplegó su inteligencia el constructor de un proceso que retó con insólitos recursos a una oposición que lo odiaba a muerte.

Chávez desanudó en la escena sin tramoyas y engañifas demagógicas la maraña y el tejido adiposo en los que a veces suele venir envuelta la bala de la política derechista. Nunca lo comprenderá el más sesudo de sus adversarios.

El 4F de 1992 convirtió el Por Ahora en un salto cualitativo y en un referente programático de la revolución  bolivariana, con el cual hoy continuamos en mora. No hay que olvidarlo.

 

Barinas es el trofeo

Pero toda la oposición hoy ya habla del RR como un hecho. Maduro se va porque él no es Hugo. Ya lo dan por hecho porque Florentino y el Diablo se fueron a sus montes y avernos.

Mientras ven a Barinas como el trofeo: los más rancios exponente de los fundamentos de la IV República, como Rafael Simón Jiménez y Rosales Peña, acarician la riqueza sustraída por la banda de Guaidó, como la recompensa de erradicar no solo a la familia de Hugo Chávez, sino a los símbolos que lo enaltecen, la estatua donada por Putin, la Casa del Alba, el Museo de los Llanos y el Vapor Masparro, las zonas residencial Tabacare y Ciudad Varyná, la Residencia del gobernador y otros emblemas de Hugo que querrán devolverlos a los decorados de las 3 y 4 Repúblicas. Quien sea el candidato de Chávez en esta ciudad, su alcalde, debe volver sus ojos de garzo.

La aves de rapiña andan tras nosotros. ¡Mosca Diosdado!

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