Néstor Rivero Pérez
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El 4 de julio de 1958 falleció en Ciudad de México (México) el director de cine y guionista Fernando de Fuentes Carrau, autor del libreto para la primera película sobre La llorona, filmada en 1933, al inicio de la Edad de Oro del cine azteca.

Dos años después de este primer éxito, De Fuentes habrá de dirigir Vámonos con Pancho Villa y luego, con su cinta Allá en el Rancho Grande de 1936, se verá reconocido como padre de la comedia ranchera. En sus filmes actuaron, entre otras figuras, Jorge Negrete, Pedro Infante y María Félix.

Versiones

A lo largo de Hispanoamérica se mantiene la tradición de una dama que recorre de noche los caminos, cautivando con su bella voz y estampa, la atención de hombres ebrios o que permanecen en parrandas alejados de su hogar. Y tras mostrarse insinuante, la figura femenina los rodea, sacude y golpea hasta dejarles inconscientes.

En los llanos de Venezuela se le asimila como “la sayona”, espectro que paga sus pecados, penando sin lograr redimirse. “En el México colonial, y aún en estos días, la leyenda de ‘La llorona’ es una mujer que se aparece en la noche, a veces en las encrucijadas de los caminos, con cabello largo y vestida de blanco, llamando con aterradores y fuertes lamentos a sus hijos” (https://www.ngenespanol.com).

La leyenda

El escenario principal del mito se encuentra en la Tenochtitlán precolombina del centro de México. También, según lectura de data colonial, se trataba de una mujer que cometió infanticidio, ahogando “a sus hijos, y luego, arrepentida y maldecida, los busca por las noches por ríos, pueblos y ciudades asustando con su sobrecogedor llanto a quienes la ven u oyen en la noche (https://artsandculture.google.com).

Mito prehispánico

Sobre los mitos prehispánicos en tierra azteca legaron su testimonio Bernardino Sahagún y fray Diego Durán. Este último, con sustento en fuentes dignas de fiabilidad, investigó acerca del origen prehispánico de dicha tradición, la cual responde al mito de la “Diosa de la Muerte”. Durán fundamentó su trabajo en códices, referencias orales, el cotejo de dibujos, figuras y versiones sobre mitos, así como el examen de vocablos, ritos fúnebres y otras costumbres provenientes de mexicas, náhuatl, y otros grupos originarios de la nación de Benito Juárez.

“La llorona” de Sahagún

A Mictlantecuhtli, Dios de los huesos descarnados, o del esqueleto, según se le lee en versiones en torno al México que antecedió a la conquista de Tenochtitlán por Hernán Cortés, se le asociaba a los funestos presagios que Moctezuma temía podrían dar al traste con su imperio azteca.

“Esos presagios eran: una llama que aparecía en la noche, diez años antes de la conquista (española), y que provocaba desasosiego en la gente; el templo de Huitzilopochtli ardió…y mientras más agua le echaban para apagarlo más se enardecía el fuego; un rayo cayó en el templo de Xiuhtecutli sin que se escuchara trueno alguno…el agua del lago hirvió y anegó las casas; el sexto presagio –que nos interesa particularmente– fue el de una mujer que recorría las calles dando gritos lastimeros; otro más fue la captura de una especie de grulla con un espejo en la cabeza, en el que se podía ver una serie de acontecimientos y, finalmente, la aparición de personas deformes con un solo cuerpo y dos cabezas que luego desaparecían” (https://arqueologiamexicana.mx). Según registro de Bernardino Sahagún “Muchas veces se oía: una mujer lloraba; iba gritando por la noche; andaba dando grandes gritos: ‘¡Hijitos míos, pues ya tenemos que irnos lejos!’” (Ibídem). Unas seis películas se ha filmado sobre el personaje y, al menos, 30 libros la tienen como personaje o tema referencial. Y en canciones La llorona ha sido versionada por Chavela Vargas, Raphael y otros intérpretes.

Sinóptico

1934

Marie Curie

Este día murió en París (Francia) María Skodovska de Curie, adelantada en la investigación sobre la radiactividad y quien puso en el centro de la opinión pública la relación entre mujer y ciencia. Junto con su esposo Pierre Curie integrará un hogar cuya afinidad investigativa y mutuo apoyo redundará decisivamente en el conocimiento científico moderno. Su inteligencia deslumbró a sus pares masculinos, obligados a reconocerle su talento. Se impone pues releer a Curie. En 1911 Marie definió la radiactividad como “propiedad fundamental de los átomos de la materia, y no el resultado de un proceso químico: A los elementos que emiten radiación los he denominado radiactivos, y a la nueva propiedad de la materia revelada en esas emisiones, radiactividad” (http://www.revista.unam.mx).

El nombre de madame Curie es crucial en la historia de la radiactividad, debiéndose “comprobar que, al haber sido leídos (sus escritos) bajo los efectos del mito. Y significa también preguntarse qué perspectiva aportan a los debates sobre mujer y ciencia, la comercialización del conocimiento, o el peso de los sectores público y privado en la financiación de la investigación” (http://publicacions.uab.es).

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