Alberto Vargas.

La Organización Mundial de la Salud (OMS), hace un sombrío recordatorio de que la crisis climática sigue provocando enfermedades y poniendo en peligro la vida de las personas y de que la salud debe estar en el núcleo de los países. El objetivo principal de la humanidad debe ser orientador sobre la amenaza para la salud que representa la crisis climática y los enormes beneficios para la salud que se derivarían de una acción climática más enérgica de las naciones del mundo. El calentamiento global ya está afectando la salud de las personas y seguirá haciéndolo a un ritmo acelerado si no se toman medidas urgentes.

«El cambio climático está haciendo que millones de personas enfermen o sean más vulnerables a las enfermedades en todo el mundo, y la creciente destructividad de los fenómenos meteorológicos extremos, afecta de manera desproporcionada a las comunidades pobres y marginadas», dice Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la OMS.

Nuestra salud depende de la salud de los ecosistemas que nos rodean, y estos ecosistemas están ahora amenazados por la deforestación, la agricultura y otros cambios en el uso del suelo y el rápido desarrollo urbano. La invasión cada vez mayor de los hábitats animales está aumentando las oportunidades para que los virus perjudiciales para el ser humano hagan la transición desde su huésped animal. Entre 2030 y 2050, se espera que el cambio climático provoque unas 250.000 muertes más al año por malnutrición, paludismo, diarrea y estrés térmico.

El aumento de la temperatura a nivel mundial, que ya se ha producido, está provocando fenómenos meteorológicos extremos, que traen consigo olas de calor y sequías intensas, inundaciones devastadoras y huracanes y tormentas tropicales cada vez más potentes. La combinación de estos factores significa que el impacto sobre la salud humana está aumentando y se acelerará.

La OMS pide a los gobiernos que lideren una eliminación progresiva justa, equitativa y rápida de los combustibles fósiles y la transición a un futuro energético limpio. También se han producido avances alentadores con respecto a los compromisos de descarbonización, y la OMS pide la creación de un tratado de no proliferación de combustibles fósiles, que permita la eliminación progresiva del carbón y otros combustibles fósiles perjudiciales para la atmósfera, de forma justa y equitativa. Esto representaría una de las contribuciones más significativas a la mitigación del cambio climático.

La mejora de la salud humana es algo a lo que todos los ciudadanos pueden contribuir, ya sea mediante la promoción de más espacios verdes urbanos, que facilitan la mitigación del clima y la adaptación a él, al tiempo que disminuyen la exposición a la contaminación del aire, o la promoción de restricciones del tránsito local y la mejora de los sistemas de transporte locales. El compromiso y la participación de la comunidad en materia de cambio climático son esenciales para crear resiliencia y reforzar los sistemas alimentarios y de salud, y esto es especialmente importante para las comunidades vulnerables y los pequeños estados insulares en desarrollo, que son los que más sufren los fenómenos meteorológicos extremos.

Treinta y un millones de personas de la región del Cuerno de África sufren hambre aguda, y 11 millones de niños padecen malnutrición aguda en un periodo en que la región se enfrenta a una de las peores sequías de las últimas décadas. El cambio climático ya está repercutiendo en la seguridad alimentaria y, si las tendencias actuales persisten, esto no hará más que empeorar. Las inundaciones en el Pakistán son resultado del cambio climático y han devastado vastas franjas del país. El impacto se dejará sentir durante años. Más de 33 millones de personas se han visto afectadas, y casi 1.500 centros de salud han resultado dañados.

Sin embargo, incluso las comunidades y regiones menos familiarizadas con el clima extremo deben aumentar su resiliencia, algo que hemos visto con las inundaciones y las olas de calor acaecidas recientemente en Europa central. La OMS anima a todas las personas a colaborar con sus dirigentes locales en estas cuestiones y a tomar medidas en sus comunidades.

La política climática debe situar ahora la salud en un lugar central y promover políticas de mitigación del cambio climático que aporten simultáneamente beneficios para la salud. Una política climática centrada en la salud ayudaría a conseguir un planeta con un aire más limpio, agua potable y alimentos más abundantes y seguros, sistemas de protección sanitaria y social más eficaces y justos y, en consecuencia, personas más sanas.

La inversión en energías limpias producirá beneficios para la salud que duplicarán con creces la inversión realizada. Existen intervenciones de eficacia probada capaces de reducir las emisiones de contaminantes climáticos de vida corta, por ejemplo, la aplicación de normas más estrictas para las emisiones de los vehículos, que según los cálculos puede salvar aproximadamente 2,4 millones de vidas al año, gracias a la mejora de la calidad del aire y reducir el calentamiento mundial en unos 0,5 °C para 2050. El costo de las fuentes de energía renovables ha disminuido considerablemente en los últimos años, y la energía solar es ahora más barata que el carbón o el gas en la mayoría de las grandes economías.

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