Aldemaro Barrios Romero
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El hecho de que la Serie del Caribe sea jugada en Venezuela, en medio de las hostilidades de Estados Unidos contra este país, es una victoria multitudinaria, sobre todo cuando el pueblo venezolano recibe con esperanzador aliento esta justa deportiva ante las agresiones a nuestra moneda nacional, la persecución financiera y económica y el asalto a sus bienes en el exterior por parte de agentes de la potencia del norte. Mi opinión personal es que esta Serie es rebelde ante los que fraguaron que sería “inoportuno“ realizarla en Venezuela.

Hay quienes señalan que los asuntos políticos no deben ligarse con aspectos recreativos como el beisbol, sin embargo todo es inherente a la política, hasta la ignorancia, que es gratuita. Que tengamos dos de los estadios más modernos de América Latina en medio de una década de asedio al Gobierno Bolivariano, resulta una proeza de los trabajadores venezolanos, pero más aún que el recién inaugurado Monumental Simón Bolívar en La Rinconada de Caracas, se llene con 40 mil fanáticos es digno de una epopeya, porque el pueblo venezolano responde con dignidad a las adversidades y con alegría rebelde a la Serie del Caribe.

Cuando se iniciaron los eventos para realizarse el primer encuentro beisbolístico continental entre los equipos Sultanes de Monterrey (México), All Cubans (Cuba), Bushwicks (Estados Unidos) y Cervecería Caracas (Venezuela), fue Caracas la sede, en octubre de 1946. Los adversarios a Venezuela jamás pensaron que una Revolución socialista como la Bolivariana acogiera a los fanáticos del mundo y que los trabajadores venezolanos construyeran en tiempo récord las infraestructuras colosales que sirvieron de sede a la Serie jugada en Venezuela en 2023.

A aquel primer campeonato de beisbol americano se le llamó Serie Interamericana, hasta que en 1948 a Oscar Prieto y a Pablo Morales, dos empresarios venezolanos, se les ocurrió la idea de presentar el proyecto de la Serie del Caribe ante la Convención de la Confederación de la Serie del Caribe, realizada en Miami, Florida, en 1949, en ese momento integrada por Cuba, Puerto Rico, Panamá y Venezuela.

Desde 1949 hasta 1960, Cuba se llevó el campeonato como líder indiscutido de las Series del Caribe durante casi diez años. Desde 1960 la isla de Cuba fue bloqueada, asediada, y su delegación deportiva fue excluida del campeonato caribeño, hasta que fuera invitada a la Serie del Caribe en Margarita, Venezuela, en 2014.

Algunos comentaristas de la Serie de 2023 no incluyen los 10 años seguidos que Cuba disputó el campeonato ni las razones verdaderas por las cuales fue excluida del mismo por la organización de la Serie en 1960.

Formalmente se tiene como el Primer Campeonato de la Serie del Caribe el realizado en el estadio del Cerro, hoy estadio Latinoamericano, en La Habana, Cuba, en febrero de 1949. El acuerdo con la Confederación para firmar dicho evento pasaba por asegurar el patrocinio publicitario y la venta de cervezas, licores o cigarrillos en los eventos deportivos, que soportaron las eventualidades logísticas, pago de los equipos y las ganancias para sus promotores y patrocinadores. Toda vez que el evento atraía a gran cantidad de público, la Serie del Caribe se convirtió en un negocio lucrativo para sus patrocinadores.

La expansión de la televisión comercial a partir de los años ’50, hizo que este evento se apuntalara como un negocio mayor del entretenimiento, por la atención de la fanaticada y todo el mercadeo de licores que implicaba, ya no en los estadios sino a través de la publicidad de la radio y la televisión.

Nunca faltaron los elementos contrarios dentro de la organización de la Serie que recibieron presión política para que algunos países no participaran en dicho evento, a objeto de no dar nombradía a procesos revolucionarios ni líderes que como Fidel Castro o Hugo Chávez o al presidente Maduro en el caso de Venezuela, cuando no permitieron que la Serie se realizara en Barquisimeto en 2019, aduciendo la crisis política venezolana.

Cuba de nuevo fue excluida en la temporada 2020, cuando las autoridades de EE. UU. negaron las visas a la delegación deportiva cubana para poder ingresar en territorio de Puerto Rico, y por una afrenta contra la fanaticada y, por supuesto, contra Cuba.

La Serie continuará su jornada donde resultará ganador el mejor equipo. Lo importante es que Venezuela fue la vanguardia y salió a jugar limpio; que hay un pueblo que apoya a su equipo y que sea cual sea el resultado del campeonato, este país mostró que tiene reserva moral para afrontar retos y salir airoso ante las adversidades.

Si bien se trata de un campeonato deportivo continental, se trata también de la unidad de una nación ante el desafío de triunfar, y eso quedó demostrado cuando el pueblo, su fanaticada, le dieron espíritu, fuerza y razón al equipo nacional a lo largo de esta jornada deportiva.

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