Pedro Estacio

Esto de cobrar por servicios prestados no es un asunto nuevo en el mundo. Los trabajadores siempre han cobrado por sus servicios. Los sastres, por ejemplo, siempre cobraron por su trabajo. Recuerdo que mi padre fue cliente de Nash, un judío que estaba por los lados del cine Junín. Trabajaba con una modalidad de crédito; a mitad de año recibía cada quincena una determinada cuota hasta la primera quincena de diciembre, cuando entregaba la compra, es decir, uno, dos o tres trajes que le habían encargado. Una buena manera de trabajar que, imaginamos, debe volver.  

Diversas modalidades del crédito pueden ser empleadas en una sociedad, siempre que la misma no tenga ese carácter dirigido a expoliar a las personas. Por años ha funcionado y no es nada nuevo, como cité al inicio de esta nota. En una revolución no existe el sentido de expoliación, pero sí existe la intención de algunos pillos de cobrar por dañar a las revoluciones, cuyo sentido siempre irá en dirección contraria a ese capitalismo exagerado que se lleva a las personas por delante, ocurra lo que ocurra.

Venezuela, con su Revolución Bolivariana, ha sido utilizada para dar vida a ese gansterismo a lo Al Capone, pues el que menos uno piense cobra por poner en mal al país o por hacerle daño. Lo primero que debemos señalar es a quienes engañaron al país vendiéndose como políticos, cuando la real verdad es que han sido simples ladrones, quienes a su vez, pagaron a otros para que siguieran haciendo daño a la nación.

La cuestión nunca ha quedado allí, simplemente ha sido una experiencia más dentro de esa agenda del mercado capitalista de colocar precio a todo lo que huela a negocio, y para el imperio, Venezuela siempre ha sido un negocio. Ignoro quién inventó ponerle precio al cabildeo, que ahora pudiera ser denominado congreseo, que en Estados Unidos, más conocido como EEUU, adquirió carácter legal, con lo cual le echan un pote de pintura a los inmorales, para que no sean mal vistos, pero son quienes le han dado ese carácter internacional al lobby, el cual como que funciona al contado.

Y no es por nada, pero los venezolanos son más fuertes de lo que puede imaginar la pandilla de cabilderos que se ha desatado sobre la nación desde hace más de 2 décadas, por lo menos que se conozca.  El proyecto de los lobbystas o cabilderos, tanto externos como internos, ha sido el despojo de Venezuela. Han hecho daño, pero no han podido contra la Revolución Bolivariana.

Eso sí, hay que dejar claro que esa pandilla de cabilderos, ese lobby, lo que ha hecho es poner en evidencia su terrible desempeño no solo contra los latinoamericanos, sino contra otras naciones del planeta, pues, con su alta inmoralidad pretenden erosionar los derechos humanos y hasta logran, quién sabe el precio, “seducir” a algunas instancias de carácter mundial. ¡Parece que la repartidera de dinero es grande!

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