Jesús Moreno

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Los venezolanos tenemos que oír al presidente constitucional de la República, Nicolás Maduro Moros, como quienes oyen a un viejo consejero en sus alertas cuando nos dice: “Hay que romper con la dependencia de la renta petrolera; tenemos que ir a la producción, debemos practicar el diálogo para alcanzar la paz y la prosperidad”.

La primera en más de 50 años nos llevó a olvidar nuestra historia, las tradiciones, la producción nacional, el sentimiento de la patria; la segunda, nos alejó, algo, del esfuerzo del trabajo, y lo tercero nos puso a pelear y no crear.

Serán cansonas las prédicas del Presidente, pero recordamos las enseñanzas del Evangelio de Cristo que tienen dos mil años andando por el mundo y todavía no oímos ni seguimos sus consejos, qué será entonces para Venezuela y la Revolución Bolivariana que solo llega a los veinte y tantos años y a cinco de sanciones y bloqueos de las garras imperialistas de Estados Unidos y sus cómplices.

Oigamos al Primer Mandatario nacional, tenemos que volver al trabajo si queremos crear riqueza para nuestro país, debemos practicar el diálogo para lograr la paz, y olvidarnos de que todo nos lo dará la renta petrolera; mañana y tarde lo oímos con su prédica y no se cansará de hacerlo porque tiene la razón y lo dice desde sus posiciones de poder, cosa que por primera vez hicieron el Comandante Supremo Hugo Chávez y el hoy presidente Nicolás Maduro.

Pero, además, para ser realmente libres y soberanos, tenemos que liberarnos de la renta petrolera cuyo control depende de manera absoluta del imperialismo, con sus manipulaciones del mercado. Para referirnos solo a esta renta, vamos a recordar a manera de ejemplo que en los años 1972-73 el petróleo nos aportó como ingresos extraordinarios nueve mil quinientos treinta y cuatro (9.534) millones de dólares y entre los gobiernos de Carlos Andrés Pérez, de AD, y Rafael Caldera, de Copei, con la gran Venezuela hicieron la gran fiesta del despilfarro de tan fabulosa riqueza y al final de los dos gobiernos el país y el pueblo quedaron más pobres y endeudados, entre otros con el FMI y los oligarcas criollos más ricos junto con los que estaban pegados a la ubre de Pdvsa, que son la clase dominante que siempre vivió muy alegre en la fiesta del despilfarro de la riqueza que pertenecía a todos los venezolanos.

Nunca las clases políticas, en la mayoría de venezolanos, quisieron oír las alertas de tan variados compatriotas como Juan Pablo Pérez Alfonzo, Salvador de la Plaza, Ruber José Pérez, Francisco Miers, de las generaciones más actuales; Fernando Travieso y algunos más como Manuel Tunker, que alertaron los peligros, pero que al capitalismo imperialista sí sabía cómo se devolverían los millones entregados en renta a los venezolanos entusiasmados con el baile de ilusiones del despilfarro, tuvieron que venir las cuatrocientos y tantas, los bloqueos injustos del imperio, para que las prédicas de Hugo Chávez y Nicolás Maduro de cosas que otros venezolanos ya habían alertado, se convirtieran en crueles realidades para todos los venezolanos y entonces las sabias advertencias sean palabra oficial de los hombres que tienen el poder de la revolución, y nos llaman a la verdad y aclaran la realidad; si queremos ser realmente libres hay que oír al Presidente (aunque seamos distantes de sus otros ideales) para lograr rupturas liberadoras de los lazos del petróleo.

El presidente Maduro resiste e insiste en cada oportunidad que se dirige al pueblo y está convencido de que esta es la oportunidad para romper con un estilo de vida artificial que nos fue impuesto y donde la renta petrolera tiene mucho que ver porque nos divorció del trabajo concreto por más de 50 años y nos enseñó a ser rentistas que es diferente a ser productivos.

La tenacidad del presidente Maduro parecerá cantaleta, pero no son especulaciones ni danza de números, sino elementos de producción real que se manifiestan en el crecimiento económico y en la recuperación del país, lenta pero segura, que nos permitirá dar el gran salto a la prosperidad propia que reconoce, hasta el mismo imperialismo, que buscará otras sanciones, porque estas no les funcionaron plenamente.

Como un ejemplo damos el caso del Complejo Petroquímico José Antonio Anzoátegui que en dos años se convirtió en modelo de recuperación para la industria petrolera mundial, según lo reconoce la Secretaría General de la OPEP con el trabajo que hicimos los venezolanos en medio de las sanciones impuestas por Estados Unidos contra Venezuela.

Siempre habrá temor de que si se superan las brutales medidas, al menos, en el campo petrolero y alcancemos la producción de los tres millones de barriles diarios de petróleo, olvidemos la jugada del imperio con la renta que obligatoriamente nos generan para darles un uso más creador y propio, de acuerdo a los legítimos intereses de Venezuela y su pueblo y no de los festines impuestos con el señuelo del desarrollo capitalista.

De manera que saber oír al Presidente de la República no tiene color sino que es de ciudadanos, del campo y la ciudad, que aspiramos a una Venezuela distinta creada con múltiples esfuerzos productivos de todos sus hijos.

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