¡Por la vida! Entre la esperanza, la solidaridad y la vacuna se vive una jornada en el Alba Caracas

0

“Lo importante es que ya estoy vacunada, y gratis, no pague nada”, destaca Belkys Torres de 64 años con una sonrisa en los labios y dando gracias al Gobierno nacional por la oportunidad. Fotos Yuleidys Hernández Toledo

VEA / Yuleidys Hernández Toledo

Sí. La cola es larga en los alrededores del Hotel Alba, ubicado en Caracas, tantos para quienes reciben la cita a través del sistema Patria para ser vacunados contra el Covid-19, como entre quienes no. A pesar de la extensa jornada no se puede ocultar la alegría, la esperanza y el ánimo para inmunizarse contra el letal virus.

Llegar a las 6:00 de la mañana no garantiza que estará de primero en la cola, pues desde la 1:00 de la mañana cientos de personas se encuentran en el lugar a la espera de que a las 8:00 de la mañana arranque la jornada.

Llegan con sus sillas, termos con agua, el desayuno, el almuerzo en la mochila y con el gran deseo y la esperanza latente de vacunarse.

El mismo pueblo divide las colas. Una para los de previa cita, otra para el personal de salud y una tercera para los adultos mayores que aún no han sido convocados.

Ya a las 6:30 de la mañana se aprecian efectivos de la Guardia del Pueblo o de la Guardia Nacional Bolivariana, GNB, pasando a lo largo de las colas. A quienes están en sillas de rueda o adultos mayores de muy avanzada edad los colocan de primero para que pasen apenas inicie el proceso. Ellos mismos se encargan de ingresarlos hasta las instalaciones del Hotel Alba para ser inmunizados, pues, no permiten acompañantes.

“El proceso es agotador. Una vecina me dijo que viniera preparada para la espera, y por eso me traje mi silla. No me importan las horas, solo quiero recibir mi vacuna para sentirme más segura”, dice Josefina González una habitante de Caricuao, de 62 años, quien llegó el viernes 4 de junio a la 1:00 de la mañana, aún sin haber recibido el mensaje.

“Sí no estuviéramos bloqueados, seguramente los venezolanos no hubiésemos esperado tanto por la vacuna y las jornadas fueran más seguida, pero esto es lo que hay, y de corazón agradezco al Gobierno por el esfuerzo”, agrega.

Alicia Cabella tampoco recibió el mensaje. Al igual que Josefina llegó ese viernes 4 de junio a la 1:00 de la mañana desde Petare, estado Miranda. Acudió porque se enteró que están vacunando a los adultos mayores sin importar sí recibió o no el mensaje.

La cola de los que no tienen cita es mayor a la de los convocados.

Una vez comienza la jornada, los GNB van pasado lotes de personas de las tres filas, dando prioridad donde se encuentren más adultos mayores, incluso de la fila de los no citados.

Sí. Esta situación causa malestar entre quienes recibieron el mensaje a través del número 74224. A lo largo de la cola protestan, porque según ellos, deberían pasar primero y tener la prioridad. Los que más se alteran y reclaman, son adultos entre 25-50 años que han sido convocados por el Sistema Patria.

Se tranquilizan cuando personas de la misma cola de citados le recuerdan que los adultos mayores son el sector más vulnerable ante el Covid-19. De hecho, un capitán de apellido Pedraza, en más de una oportunidad lo recordó.

Sí. En el lugar se puede encontrar con algunos GNB que tratan mal o responden con altanería a quienes los abordan. El mismo Pedraza en algún momento le salió con una patada a una abuela de 80 años que le imploró que la pasara en virtud de que ya no podía seguir más en la cola porque sufre de incontinencia. El oficial le respondió que debía hacer su cola como los demás abuelitos; sin embargo se puede decir que en un 90% tratan con amabilidad y asesoran a los presentes. También están los ciudadanos que maltratan a los oficiales cuando no consiguen que los pasen o cuando no escuchan las respuestas que desean.  

En la cola, por otra parte, se nota la solidaridad y la amabilidad que tanto caracterizan al pueblo venezolano. Si uno compra cambur o pan, lo comparte con el que tiene adelante o atrás. El que lleva una arepa o un pan relleno, es capaz de compartirlo con el vecino de cola.

Rápidamente los adultos mayores, los adultos, los jóvenes se hacen amigos. Intercambian anécdotas, remedios caseros, hablan de sus hijos e hijas, de recetas de cocina y hasta llegan a intercambiar números telefónicos.

Sí. También están los que se quejan, los que echan peste contra el Gobierno, los que comparan el proceso de vacunación venezolano con el que se realiza en Estados Unidos, Europa o Chile, donde ya ha sido vacunada una gran parte de la población. Sin embargo, siempre hay alguien con los pies en la tierra que les recuerda que Venezuela está bloqueada, asediada, con sus recursos secuestrados y hasta hacen referencia a la negativa del gobierno gringo de donar vacunas al país.

A medida que la cola avanza y que se ven cada vez más cerca de la meta, los presentes se dan ánimos. “Ya vamos a llegar”, “falta poco” “estamos cerca de la meta”, afirman. Si ven que la cola no avanza, como si estuviesen en el Teatro o un concierto, a la espera que salgan los artistas, comienzan a aplaudir.

Quienes salen tras recibir la vacuna, pasan por las colas y comentan a los que esperan lo rápido que es el proceso, y “la maravillosa atención que recibieron”. Lo hacen con la sonrisa en los labios, o con frases como “no se desanime, ya va a llegar”.

A las preguntas ¿duele? ¿se siente bien? ¿cuál le inyectaron? responden: “No me dolió, me sentí bien”. “Si tiene más de 60 la Sputnik, los menores de esta edad la china”. Hay quienes agregan que en la charla que le dan los mandan a no consumir cítrico durante las 72 horas ni a tomar bebidas alcohólicas. “También me regalaron dos analgésicos por si siento malestar”, comentaron varios de los inmunizados.

“Quien me inyectó tenía unas manos de seda. Yo le dije que no me estaba inyectando ella sino que José Gregorio Hernández iba a interceder para que no me doliera, y la enfermera se puso a orar conmigo, que bella muchacha”, narra Yuli de Rizo, a quien el guardia horas antes le mandó a seguir en la cola, a pesar de su incontinencia.

“Lo importante es que ya estoy vacunada, y gratis, no pague nada”, destaca por su parte Belkys Torres de 64 años con una sonrisa en los labios y dando gracias al Gobierno nacional por la oportunidad.

Este diario no puedo ingresar para presenciar la jornada de vacunación interna. La respuesta de los guardias es que se debía estar autorizada. Ni siquiera el carnet bastó.

Ya a las 3:00 de la tarde, quienes avanzan rumbo al Hotel para la vacunación, lo hacen aplaudiendo, dando vivas porque conquistaron su meta. Incluso hay quienes ingresan dando vivas al Presidente Nicolás Maduro por la oportunidad. 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

error: Este contenido está protegido !!