Néstor Rivero Pérez

El 3 de julio de 1810, hace 195 años, nació en Maracaibo Rafael María Baralt. Su actividad como polígrafo, tanto en Venezuela como en la Península a partir de 1841, le llevará a ocupar en 1853 un sillón como Individuo de Número de la Real Academia de la Lengua Española. Baralt escribió, con Ramón Díaz, la que en propiedad puede reconocerse como primera Historia de Venezuela, desde la Colonia hasta las primeras décadas republicanas, con el rigor de la disciplina y técnicas de investigación empleadas por historiadores de mediados del siglo XIX, como Jules Michelet y Adolphe Thiers.

Polígrafo

Baralt descolló además en filología, poesía, crítica literaria y otras ramas humanísticas. La depuración de su prosa en los tres volúmenes de su historia, llevó a Mario Briceño Iragorry a insertar en sus Lecturas Venezolanas, el siguiente comentario: “De él nos queda la historia… de Venezuela… obra escrita más como narración que con el verdadero sentido que la historia ha venido a tener bajo la crítica moderna” (Lecturas Venezolanas, Cs, Edime, 1959). Como vate, el zuliano se adscribió a la corriente en boga del neoclasicismo, con tal grado de refinamiento lírico, que se coloca por encima de muchos de los contemporáneos. En Poesía, texto en octosílabos, expresa: “Nunca visteis la belleza / tan de cerca, tan desnuda; / ni la lengua, siempre muda, / ocultó vuestra tristeza”. Aunque sus mayores lauros los recibió por su Adiós a la Patria, oda a la comarca lacustre donde vio su primera luz. Sus versos iniciales evocan la “Tierra del sol amada, / Donde inundado de su luz fecunda… / me vio el lago nacer que te circunda”. Baralt produjo, además del Resumen de la Historia de Venezuela, el Diccionario matriz de la lengua castellana y el Diccionario de galicismos, entre otros libros.

¿Juicio de valor?

Si bien el Resumen constituye en propiedad la primera obra donde se recoge con rigor el pasado venezolano hasta entonces, con el sustento de fuentes y nivel de constatación de hechos y testimonios que le asignan la condición de primer trabajo metódico de lo que para entonces se caracterizaba en Europa como disciplina histórica, en algunos episodios el autor emite señalamientos que han sido refutados por otros historiadores, sin que pueda imputarse a Baralt interés en tergiversar hechos. Así, al referirse al período previo a la desintegración de la Gran Colombia, indica que la mayor parte de los generales de la república secundaban un plan de gobierno “que se reducía a conferir a Bolívar la suprema autoridad para que la ejerciese por el tiempo que juzgara oportuno, constituyéndole así árbitro, o mejor, dueño de la patria”. Al respecto, en comentario crítico, Vicente Lecuna sostiene que “sólo miras particulares atribuye el autor -Baralt- a los partidarios de la unión colombiana cuando también los animaba el noble deseo de poseer una patria grande”.

Celos y atropello

Habiendo el polígrafo venezolano sustituido en la Real Academia Española a Juan Francisco Donoso Cortés -prematuramente desaparecido-, su discurso de incorporación es considerado por distintos estudiosos como su obra más acabada. Sin embargo la gloria conquistada, se verá por algunos años empañada por la agitación de pasiones en España, país que desde 1841 le había acogido con magnificencia. Baralt había partido de Venezuela y se inserta en la vida cultural española. Es designado director del órgano oficial Gaceta de Madrid, a la vez que administrador de la Imprenta Nacional. Habiendo su prestigio literario traspasado las dos orillas del Atlántico, la República Dominicana le nombra en 1854, su Ministro Plenipotenciario para gestionar ante la Corona el reconocimiento de su independencia. Las autoridades peninsulares le desconocen como representante de la isla del Caribe, le retiran las funciones que venía ejerciendo y le enjuician. Si bien sale absuelto y se le reivindica de modo público, su salud se vio afectada. A los 49 años, se apagó su existencia en Madrid. Historiadores como Federico Brito Figueroa, Vicente Lecuna y otros, le utilizan como fuente para sustentar el análisis en distintos tópicos de sus producciones

Sinóptico

1811

Bolívar en la Sociedad Patriótica

Este día Simón Bolívar, entonces de 28 años, pronunció en el seno de la Sociedad Patriótica de Caracas, el primero de los grandes discursos. Ante la magna tribuna el joven caraqueño exigió que el Congreso Nacional, el cual se instaló el 2 de marzo anterior, proclamase la independencia definitiva de Venezuela respecto a España. La Sociedad Patriótica tenía en Francisco de Miranda su figura central y su fin principal era alcanzar la independencia sin condiciones, creando un clima de agitación que enfadaba a los sectores tradicionales. En su alocución Bolívar expresó: “Trescientos años de calma ¿no bastan? La Junta Patriótica respeta, como debe, al Congreso de la nación, pero el Congreso debe oír a la Junta Patriótica. Pongamos sin temor la piedra fundamental de la libertad suramericana: Vacilar es perdernos”.

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