Refugiado político Asier Guridi Zaloña lo logró: ¡Cedulado!

VEA / Ildegar Gil

Luego de superar rudas y diversas fases burocráticas, el refugiado político en Venezuela, Asier Guridi Zaloña (53), recibió la cédula de identidad en condición de transeúnte. El acto de entrega por parte del Servicio Administrativo de Identificación, Migración y Extranjería (Saime), tuvo lugar el miércoles 3 de mayo, luego de cumplido el acto protocolar en la sede de la Comisión Permanente de Política Exterior de la Asamblea Nacional.

Nacido en el País Vasco en octubre de 1969, comenzó los trámites el 3 de marzo luego de haber librado –ante el consulado del Reino de España, ubicado en Caracas–, una dura batalla por la obtención del pasaporte, derecho que le fue negado por las autoridades de la nación europea, no obstante haber pagado la cantidad exigida y, lo más importante, haber arriesgado su salud a través de una huelga de hambre que extendió a lo largo de 36 días, entre marzo y abril del año 2022, acción que tuvo una primera versión durante cinco (5) días en diciembre de 2021, cesada al obtener el estatus de refugiado.

En visita a Diario VEA, medio que ha seguido de cerca su andar durante el último año, tuvo palabras de agradecimiento a la República Bolivariana de Venezuela; al presidente Nicolás Maduro Moros; a la Comisión Permanente de Política Exterior del Poder Legislativo; a la Cancillería Nacional, y a la Comisión Nacional de Refugiadas y Refugiados (Conare).

Ha recibido un aluvión de mensajes, dice, “…sobre todo desde Aragua, donde resido. De madres y padres de niños que entreno en fútbol”.

Lo primero que hizo, al tener certitud del documento laminado en mano, fue notificar a la familia.

El siguiente paso, siempre dentro del espíritu de su estatus legal, es solicitar la corrección de la partida de nacimiento de su hijo de 14 años, para quien gestiona la doble nacionalidad. Con pesar señala que en su tierra el niño “permanece como migrante en calidad irregular, lo que le dificulta acceder a algunos derechos”.

La historia de fondo

Pisó suelo tricolor en el año 2005. Su natural y ordinaria militancia política le ganó la animadversión de un régimen que aún es implacable con aquellas regiones que, como el País Vasco, reclaman real autonomía. La represión en su contra desencadenó en el año 1992, en un duro carcelazo concretado a lo largo de cinco (5) años, materializado a más de mil 200 kilómetros de su hogar: Ceuta, región española localizada en África, no sin antes ser sometido a torturas violatorias de los derechos humanos. “Fui víctima de la política de dispersión, que consistía en dar cárcel en el extranjero, para que nuestros familiares sufrieran”, recuerda este hombre que no niega su vena revolucionaria desde muy joven, producto de lo que denomina opresión nacional y social. “Desde muy joven me metí en asociaciones de barrio, por ejemplo, para poder ir formando el barrio, jardinerías, sillones para estar en la calle, ir adornando el barrio. También teníamos nuestras propias fiestas que eran para la celebración del barrio y a su vez también para conseguir ingresos y seguir haciendo las gestiones de cara a que el barrio fuera mejorando”, relató.

“Aparte de eso, voy metiéndome en la política. Primeramente dentro de las organizaciones proamnistías, grupos por la liberación de los presos políticos vascos; también estoy en torno a la cultura y el idioma vasco, que en ese momento estaba menoscabado y perseguido por el Estado español. Cuando podía, en las luchas sindicales, en las huelgas laborales”, indica, para de alguna manera demostrar que ello dio pie al accionar de sus perseguidores en la Guardia Civil.

Los señalamientos de cualquier tipo, en su contra, no cesaron y tampoco –consecuencia de ello–, la persecución oficial que incomodó de tal forma su vida, que tomó la opción a mano: El exilio a Venezuela, espacio planetario que no duda en calificar de bello.