Simón Bolívar renuncia al mando para frustrar disolución del Ejército
El autor es historiador, docente y abogado.
Néstor Rivero Pérez
El 8 de mayo de 1815, el Libertador Simón Bolívar presenta su renuncia al cargo de general en Jefe del Ejército neogranadino, que le había sido asignado por el gobierno de Nueva Granada.
La medida obedeció al cuadro de divisiones internas entre facciones neogranadinas, que habían penetrado el ejército, y que involucraban directamente al Libertador en sus responsabilidades militares entre uno u otro bando.
Doble exilio
El héroe caraqueño, acompañado de Santiago Mariño, llegó en su segundo exilio a Cartagena de Indias, el 20 de septiembre de 1814, proveniente de Carúpano. Como se recuerda, Bolívar había sido desconocido y depuesto de su cargo de Jefe Supremo por José Félix Ribas y Carlos Manuel Piar.
Su plan en Nueva Granada era acopiar hombres y recursos materiales, en la certeza de que su benefactor y gobernante de la hermana nación, Camilo Torres, le brindaría total apoyo.
A este respecto no se equivocó el «hombre de las dificultades», puesto que Torres asumió la defensa de Bolívar en momentos de extrema hostilidad que este padeció por campañas adversas en su contra que vertían en la prensa y los cuarteles enemigos y rivales de su gloria.
Encono
Y tras iniciar de modo exitoso una campaña de pocos meses, el héroe caraqueño tomó la ciudad de Santa Fe de Bogotá, buscó convertir el panorama de enfrentamiento armado de federalistas y centralistas, en una campaña provechosa en contra de los realistas, encontrando obstáculos insalvables en los mandos efectivos del importante ejército de Cartagena, al mando de Manuel del Castillo.
Este último mantenía encono hacia Bolívar desde 1813, cuando el caraqueño fue escogido por el Congreso de neogranadino, como general en Jefe del Ejército Patriota que debía entrar a Venezuela para ejecutar la Campaña Admirable.
Así, prefiriendo la triste condición de autoexilio, ahora por tercera vez en su vida, decide el 8 de mayo de 1813 entregar el mando para evitar que dichos cuerpos se disolviesen por deserción, pleitos regionalistas o por inclinación de los soldados entre “federalistas” y “centralistas”.
Así, el 9 de mayo de 1815, Bolívar parte a Jamaica, donde permanecerá hasta fines de ese año, cuando en una de las más afortunadas iniciativas de su vida pública, resuelve marchar a Haití.
Salvar al Ejército
Poco después, ya establecido en Jamaica, El propio Libertador expone en su “Proyecto de Manifiesto” del 10 de julio de 1815, las razones para renunciar a la jefatura del ejército que le diese el Congreso.
«Existía en Cartagena -dice Bolívar- una odiosa guerra civil que se había decidido a favor del general Castillo (…) Desgraciadamente el general Castillo conservaba una antigua enemistad contra mí (…) Yo había previsto los desastrosos efectos de una contienda tan escandalosa y tan inmerecida, ofreciendo una cordial reconciliación por mi parte con el general Castillo, no obstante que acababa de publicar un libelo contra mí».
De este modo Bolívar resolvió, ante el peligro de ddisolución de sus valerosas fuerzas, entregar el mando, oficiando la renuncia ante el comisionado Marimón, del gobierno neogranadino, evitando así que se cumpliese la advertencia de Castillo de que en caso de retirada «no tendría -Bolívar- a dónde volver y jamás se me auxiliaría con nada», lo que significaba un estado de guerra civil.
He allí el orígen de la renuncia presentada el 8 de mayo de 1815, hace doscientos años.
Intención de vencer
Ese mismo día 8, el Libertador expide una proclama de despedida para el ejército, cuyo mando entregaba. En dicho documento dice: «En ambas partes (Cundinamarca y Cartagena), la Gloria nos ha concedido sus favores.
Allí perdonamos a los vencidos; acá nos ligamos con nuestros contrarios, por marchar juntos a libertarles sus hogares». Bolívar exhorta a los soldados venezolanos y granadinos, a mantener firme la intención de victoria, terminando con brillo la campaña: «(…) vais a emplear el resto de vuestros días por la libertad de la Patria».
Sinóptico
1985
Alí Gómez
Este día, al momento en que desactivaba minas al sur de Nicaragua, plantadas por grupos antisandinistas, pierde la vida este internacionalista venezolano, quien a finales de los años ’70 del siglo XX, se incorporó en Centroamérica al Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), para sumarse a quienes combatían la dictadura de Anastasio Somoza.
De adolescente, Alí manifestó inclinación por la pintura y la poesía, evolucionando a posturas revolucionarias. Obra suya, el libro Francisco de Miranda, peregrino de la libertad, se distingue por una prosa en estilo ameno, asequible por la secuencia de su narrativa a todo adolescente que quiera iniciarse en la literatura histórica y para el acercamiento fiable a la figura del Precursor.
También escribió Alí, Falsas, maliciosas y tendenciosas reflexiones de un ñángara. Este último obtuvo el Premio Casa de las Américas. A su vez publicó en diarios y revistas nicaragüenses, una serie de artículos sobre Simón Bolívar.