Néstor Rivero Pérez

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El 10 de febrero de 1805, el rey Carlos IV dicta real orden mediante la cual establece la prohibición de las corridas de toro en los territorios de su reino. La decisión estuvo influida por José Godoy, Príncipe de la Paz y Ministro Universal, quien simpatizante de las corrientes francesas e iluministas, aspiraba reformar algunas costumbres del pueblo español, consideradas como ‘bárbaras’ por el resto de Europa.

 

Controles previos

Siglos antes de que Cristóbal Colón se apareciese en España, el espectáculo de los toros signaba con su intensa emoción y rasgos de sadismo la vida en la Península Ibérica. En el siglo XIII Alfonso el Sabio hizo constar en las Siete Partidas restricciones a la presencia de religiosos en dicho espectáculo. Felipe II, el gobernante con más poder en la historia de España y quien heredó el imperio territorial de Carlos V, extendiendo aún más sus dominios, era muy cuidadoso al momento de arriesgar la calma del pueblo hispano. Y consciente del arraigo de esta fiesta sanguinolenta que es el toreo, ante un requerimiento de la Iglesia respecto a que se prohibiese dicha tradición, dio como contestación: “que en quanto al correr de los dichos toros, esta es una antigua y general costumbre destos nuestros Reynos, y para la quitar será menester mirar más en ello, y ansí por agora no conviene se haga novedad” [https://www.camaracivica.com].

 

Carlos III

Carlos III, formulador de un gran conjunto de medidas administrativas conocidas como “las reformas borbónicas”, bajo el influjo de su ilustrado Presidente del Consejo de Castilla, Conde de Aranda, dio pasos destinados a prohibir las corridas de cornúpetas. Y en 1771, a propósito de los festejos con que España celebraba el nacimiento de algún primogénito, objetó con firmeza: “lcorta de base las pretensiones festivas, especialmente las taurinas (…)” [http://rodericense.blogspot.com]. Sin embargo, medida explícita en este misma dirección es la real pragmática sanción de 1785, que a la letra impone prohibición de “las fiestas de toros de muerte en todos los pueblos del Reyno, a excepción de los en que hubiere concesión perpetua o temporal con destino público de sus productos útil o piadoso” [https://arbor.revistas.csic.es].

La orden de Carlos IV

Sin embargo, el incumplimiento la pragmática sanción de 1785 devino en que durante el reinado de Carlos IV, en cuya administración imperó la voluntad del afrancesado José Godoy, con cargo de Ministro Universal, indujo a la Corona a promulgar reales pragmáticas para prohibir con mayor rigor corridas de novillos y toros.  De este modo en 1805 Carlos IV dicta su real pragmática sobre esta materia, mediante la cual se “prohíbe absolutamente en todo el Reyno, sin excepción de la Corte, las fiestas de los toros y novillos de muerte”. (Fernández de Gatta, 2009b, 7-13). Debemos señalar que el monarca hispano actuó bajo la influencia de Godoy, el Príncipe de la Paz, quien en sus memorias escribe lo siguiente:
” [Ibídem].

Ni el rey ni el torero

En una visita de Carlos IV a Córdoba, la ciudad quiso tributarlo con corridas de toro. Pedro Romero, quien junto a Pepeillo se cotizaba como el más grande torero de su época, no compareció a su compromiso de esa tarde cordobesa. Y para colmo de las ausencias, el rey, a quien no le gustaban los toros, “solo acudió a una de las tres corridas. Con este panorama la venta de entradas fue verdadero fracaso que supuso, como en la mayoría de las visitas reales, la ruina del ayuntamiento» [https://cadenaser.com].

 

Austrias vs Borbones

“(…) los Austrias fueron los reyes taurinos por antonomasia en España, en contraste con los Borbones, que influidos por sus orígenes franceses, fueron más abiertos a la crítica de la fiesta. A ellos se uniría buena parte de los ilustrados españoles, que fueron muy críticos con las consecuencias que la tauromaquia tenía para el país, como veremos. El primero de los Borbones, Felipe V, ya en 1704 firmó la prohibición de las corridas de toros en España para, él mismo, derogar la orden veinte años después. En la misma línea, también los monarcas Fernando VI, Carlos III y Carlos IV, prohibieron durante sus reinados las corridas, a excepción de aquellas con fines benéficos” [Ibídem].

Sinóptico

1755

Charles de Montesquieu

Este día falleció en París el Barón de Montesquieu, autor de El Espíritu de las Leyes, obra cuya lectura es fundamental para la comprensión del modelo de República donde impera la democracia formalmente regida por tres ramas del Poder Público: Ejecutivo, Legislativo y Judicial.

Dicho modelo dio pie al Estado de Derecho liberal. Montesquieu encarna un pensamiento político y jurídico que se opone a la monarquía absoluta, la que imperaba en Europa desde los comienzos de la Edad Media. Para este autor, el perfecto desempeño de una sociedad atendía a que a todos se les brindase la misma oportunidad, sin hurgar en la condición dispar y desigualdad entre los opulentos y los miserables.

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