Néstor Rivero Pérez

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El 29 de octubre de 2008, tras su lanzamiento desde el Centro Espacial de Xichuang, ubicado al suroeste la República Popular China, entró en funcionamiento el satélite “Venesat-1 Simón Bolívar”. Dicho artefacto constituyó un primer paso del Estado venezolano por asumir los principios de desarrollo tecnológico soberano, así como de cooperación con la emergente potencia industrial de Asia, e igualmente con el designio de dar apoyo a países de Latinoamérica y el Caribe, en cuanto a la aplicación de las telecomunicaciones y tecnología espacial en medicina, agricultura, clima y otros ámbitos, para beneficio de la humanidad.

 

Venezuela en el espacio

Este primer satélite artificial de Venezuela constituyó la incursión bautismal en lo que ha sido la aventura sideral del homo sapiens y que hoy lideran EE. UU., la propia China, Rusia, Japón e India. Y la puesta en órbita de este primer Venesat, constituyó expresión de la voluntad de la nación, de dar veracidad al enunciado del artículo 11 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, aprobada en 1999, cuya sección in-fine define a la República como titular de “derechos en el espacio ultraterrestre suprayacente y en las áreas que son o puedan ser patrimonio común de la humanidad, en los términos, extensión y condiciones que determinen los acuerdos internacionales y la legislación nacional”.

Propósitos

Orientada a ejercer la porción de soberanía del conocimiento que le corresponde a un país que se interconecta con el resto de los sujetos de la comunidad internacional, los Estados que integran la ONU -así como los organismos multilaterales y otros reconocidos por el Derecho Público Internacional-, la Venezuela Bolivariana comenzó a trazar su destino de construcción de una región integrada en sus intereses comunes y propósitos de desarrollo y combate a la pobreza, partiendo de circunstancias heredadas de un pasado colonial que extrajo cuantiosas riquezas a favor de las metrópolis. Y en pos de este cometido el uso de los satélites posibilita al interior de los países, y eventualmente a nivel subcontinental, la facilitación de comunicaciones con comunidades de difícil acceso rural, así como la toma de previsión ante eventualidades climatológicas, tanto como la transmisión de información en materia médica, programas de formación escolar y extraescolar y envío y recepción de ayudas y traslado de equipos profesionales en caso de catástrofe o ayuda humanitaria, entre otras. Puede apreciarse el significado del desarrollo tecnológico satelital de un país cuando se da visibilidad al propósito de dicho instrumento comunicacional en cuanto a sustentar el “acceso y transmisión de servicios de Internet, telefonía, televisión, telemedicina y teleeducación” [https://www.ecured.cu].

 

Convenios con China

Este primer Venesat, que operó hasta 2020, fue puesto en órbita a raíz del convenio de la República Bolivariana de Venezuela con la República Popular China, y bajo la responsabilidad venezolana del Ministerio de Ciencia y Tecnología, y su diseño y operatividad ha pasado por la formación de personal técnico en centros de ingeniería espacial y entrenamiento a personal venezolano “en tecnología satelital, desarrollo del software y formación técnica para el manejo del satélite desde tierra” [Ibídem] por la patria de Confucio, Mao Zedong y Deng Tsiaoping. Este primer satélite contribuyó a satisfacer necesidades del país en cuanto al tráfico de telecomunicaciones, así como la eficacia en la conexión entre los organismos públicos, centros productivos, comunidades y usuarios particulares. El satélite Simón Bolívar mientras permaneció en actividad, estuvo controlado en territorio venezolano desde la Base Aérea «Capitán Manuel Ríos», en El Sombrero (Guárico) y cuenta con la Estación de Respaldo en el Fuerte Manikuyá, Luepa, estado Bolívar. Un segundo satélite venezolano, el “Francisco de Miranda”, fue lanzado al espacio en 2012.

 

Sinóptico

Día Mundial contra el ACV

Esta efemérides se celebra desde 2008. El accidente cerebrovascular (ACV) ocurre cuando se rompe u ocluye una arteria que abastece de sangre al cerebro, provocándose de este modo una interrupción en la llegada de sangre al cerebro, privándole de oxígeno y nutrientes, y en cuestión de minutos sus células comienzan a morir. Por lo tanto, es fundamental el tratamiento precoz para minimizar el daño cerebral y las probables complicaciones subsiguientes. Se dan dos tipos de ACV, el hemorrágico y el isquémico». «El hemorrágico ocurre cuando se rompe una arteria dentro del cerebro y sus causas más frecuentes son la hipertensión arterial, la ruptura de aneurismas saculares y malformaciones arteriovenosas. Y el isquémico se da por oclusión o taponamiento de una arteria que impide la llegada de sangre al cerebro” [https://www.mayoclinic.org]. Se estima que a nivel mundial cada año ocurre un promedio de 20,5 millones de casos de ACV.

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